Cap. 5

15 2 0
                                    

Vicente entró rápidamente a su casa y corrió a encerrarse a su habitación ¡Qué había sido eso! ¡Había sido atacado por un gay!

No pudo evitar sonrojarse al recordar todo lo que había pasado por su mente y lo ansioso que se sentía por descubrir cómo se sentirían los labios del mayor. Hace tiempo que lo venía deseando y lo sabía, pero lo que más le sorprendía era lo decepcionado que se sintió cuando ese contacto no llegó. Noha solo había dejado que sus labios cayeran en la comisura de los de Vicente. Y aun así ese contacto había sido suficiente para excitarlo ¿Qué pasaba con él? Quería más, pero tenía miedo de lo que conseguiría.

Se recostó en su cama y comenzó a recrear cada minúsculo detalle de las "caricias" que hasta el momento Noha le había dado. Quizás no todas eran caricias como el contacto de su piel cuando estaban en el baño con Ignacio, ese simple roce había provocado que miles de descargas eléctricas le llenaran y sintiera un malestar extraño en el estómago. Pero lo de hoy si era una caricia. Sus brazos rodeando su cintura, su mano en su abdomen, esa mano que lo había obligado a mirarle para que luego esos labios tan suaves acariciaran la comisura de sus labios, eso fue demasiado erótico.

Esa extrema ansiedad de que llegue pronto, que sea profundo y que deje sin respiración, que desate la pasión y no se pueda detener, que se vuelva una droga y que acabe en algo más. Vicente se había imaginado miles de posibles situaciones, primero cómo lo besaría y cómo su lengua le acariciaría, suave y luego exigente. Todas esas situaciones, unas más vergonzosas que otras, giraban ahora por su cabeza e iban calentando las extremidades de su cuerpo hasta su miembro. Tenía una erección y sabía que eso lo había causado Noha, se sentía avergonzado y un poco tonto por creer que haría algo más con él.

Trato de ignorar ese bulto en su entrepierna que palpitaba y se tiró en la cama tratando de pensar en algo más. Sin embargo, todos sus intentos de pensar acababan en Noha, en sus labio, en sus ojos, en su torso desnudo un día de verano con pequeñas perlas de agua cayendo por su pecho. No aguanto más. Salió corriendo hasta el baño y cerró la puerta con pestillo, se quitó rápido la ropa y se metió bajo el chorro de agua helada que caía desde la ducha. Sus músculos se estremecieron y su piel se erizó, comenzó a jadear de frío, pero aunque todo su cuerpo se congelara su erección seguía en el mismo lugar.

Tímido, avergonzado y dudoso, fue acercando su mano hasta su miembro hinchado. Se deslizó suavemente por su oblicuo, como una caricia que Noha habría hecho, fue bajando hasta su pene. Alcanzó la punta con los dedos y presionó, como Noha lo haría. Lo masajeó un poco, lo sujetó con fuerza en su mano y empezó a mover de arriba abajo por toda su extensión, primero suave y con cuidado. Pero a medida de que Noha le susurraba, le acariciaba, soplaba su suave aliento en su cuello y le hacía estremecer, la caricia fue aumentando de velocidad.

Su respiración estaba agitada, jadeaba y no por culpa del agua helada. Comenzó a soltar gemidos cada vez más consecutivos y estos iban aumentando de todo. Se sentía genial. No lo aguantaría por mucho. Noha le besó el cuello, mordió su hombro, presionó su cuerpo contra el suyo. Lo tenía prisionero entre sus brazos, buscaba sus labios. Noha susurra su nombre.

En un último estremecimiento, Vicente se vino en su mano, mientras sin querer de sus labios se escapaba el nombre de ese pelinegro:

Noha.

...

No podía creer lo que había hecho. Se había masturbado y lo peor que pensando en un hombre.

Esa tarde se encerró en su cuarto y no salió de ahí hasta que su hermana lo llamó para que recibiera una llamada. Bajó perezoso la escalera, aún no podía creer lo que había hecho se sentía avergonzado. Una parte porque consiguió una erección pensando en un hombre y una mucho más grande es que de verdad sentía atraído por Noha y de verdad quería algo con él, quizás estaba loco, pero de cierto modo le gustaba él.

Recibió el auricular un poco desconectado, la voz de su amigo, Nicolás, llegó desde el otro lado de la línea extasiada. ¿Quieres ir a una fiesta con las estudiantes de medicina? ¡Anímate hombre! ¡No tendrás otra oportunidad! Tenía razón, no tendría otra. Estaba convencido de que esta rara atracción que sentía por Noha se debía solo a que no había tenido novia en mucho tiempo, ni siquiera una de una noche. Solo le hacía falta la compañía de una mujer linda y simpática. Solo tenía que conseguir una novia y Noha solo sería un recuerdo divertido y vergonzoso que contarles a sus nietos o hijos o quién sabe a quién.

Esa noche se arregló después de mucho tiempo. Fue incomodo entrar al baño y mirarse al espejo sin sentir que era como desnudarse frente a una multitud. De ahora en adelante no podría olvidar que en ese baño, en esa ducha, se había masturbado pensando en un hombre. Hizo lo que sea que haga un hombre en el baño – peinarse, afeitarse, lavarse la cara, etc. – y salió, por supuesto luego de despedirse de su mama, de su tía, de su abuela y de su adorada hermana.


AY DIOS!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora