Cap. 18

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Cuando llegué a mi casa solo pensaba en acostarme y dormir toda una semana. Estar con Noha siempre era divertido y placentero, pero en extremo agotador.

Abrí la puerta y dije un "hola" quedo. Subí hasta mi cuarto y me tiré en la litera de abajo, demasiado cansado como para subir. Mi hermana me mira extrañada y se sienta  a mi lado.

-Noha te dio duro- rié, pero hasta ella se avergüenza un poco de lo que dice. La rodeo con mis brazos y la acuesto junto a mí, abrazándome a ella.

-Él solo estaba deprimido. Vicente lo rechazó.- ya comenzaba a quedarme dormido, estaba muy somnoliento. Me acomodé un poco más con ella entre mis brazos. 

-¿Noha y Vicente?- chilló sorprendida y me dio risa- nunca me lo espere.

-Bueno yo vi algo, pero tampoco lo creí mucho. Vicente es especial, me alegro que no haya caído con Noha.

-Yo creo que una experiencia con Noha debe ser genial.

-Ni te imaginas- reí, recordando todo lo que habíamos hecho- pero si no sabes que es un juego, te puedes enamorar. Y un corazón roto tarda en sanar.

-¿Desde cuando tan sensible?- se burló, la bote de la cama.

-Tengo sueño ¡ya!- exclamé. Me moví hacía una orilla y como pude dentro de mi flojera saqué la tapa de la cama y me metí entre las sábanas. Invité a mi hermana a acostarse junto a mí y después de un berrinche, apagó las luces y se recostó junto a mí. 

-Hueles a Noha.-susurró.

-¿Y cómo huele Noha?-sonreí.

-No lo sé, como Noha-rió.- ¿Qué pasó con el chico de la otra vez? Ese con el que te encontré.

-¿Cuál de todos?- me burlé.

-No seas tonto. Al único en toda tu vida que has traído a mí pieza.

-Daniel- suspiré, aunque no entendía bien porqué.

-Daniel- sonrió.- Sigue suspirando así y se te va a escapar la vida.

-Cállate y duérmete.

-Quiero que sea el uke, ¿Vale?- me abrazó, apretándose contra mí- solo Noha te puede volver su uke, ya sabes, él es el seme entre los semes.

No pude evitar reír y acariciar su cabello. Sus brazos me apretaron más fuerte y yo dejé mi cabeza caer sobre la suya, olía a shampoo. Pronto mis ojos se cerraron y no supe de nada más.

....

El estruendoso tono del celular me despertó en la mañana y me precipite a responder antes de que despertara a mi hermana. La oi quejarse dormida junto a mi cuando apreté "contestar".
-Nacho ¿puedo pasar por tu casa?- preguntó Noha al otro lado del teléfono, su grave voz me despertó y y provocó una corriente de placer por mi cuerpo.
-¿qué hora es?- pregunté aún adormilado.
-diez y media.- contestó un poco dudoso.
- ¿te parece que llegues a las doce? Tengo que bañarme y vestirme.
-no me hagas imaginarte desnudo-rio. Pude imaginar la sonrisa coqueta que cubría sus labios.
-Ya quisiera verte desnudo- reí.- entonces te espero.
-vale. Necesitó que me ayudes con algo importante.

Espere que dijera algo más, pero sólo respondió el tono de colgado. Deje el celular bajo la almohada y volví a acomodarme para dormir un rato más.
-¿Viene Noha?- escuche la voz adormilada de mi hermana.
-En un rato.
-¿Me tengo que ir?- preguntó
-No.-sonreí- Sólo vamos a hablar. Duerme un rato más.
-Ya- ironizo- Noha y tu, sólo hablar.
Me dio la espalda y yo la abrace volviendo a cerrar mis ojos.

Cuando desperté de nuevo ya eran las once y media. Y lamentablemente estaba solo. No era que despertara siempre con alguien al lado, pero de todos siempre había alguien cerca, ahora estaba literalmente solo, no había nadie en la habitación.  Me di un par de vueltas en la cama, atrasando el levantarme, pero finalmente tuve que hacerlo. Saqué unas toallas del armario y me fui a bañar. Unos veinte minutos más tarde había terminado. No sé qué hice para demorarme tanto. Miré la ropa de la cómoda y de algún modo extraño nada de lo que había me llamaba la atención para vestir. Pensé en el pantalón mostaza que había usado hace unos días y fui a buscar en el cesto de la ropa limpia sin planchar, pero no estaba. Volví a la habitación y miré de nuevo. ¡Nada me convencía!. Mi celular sonó advirtiéndome que me había llegado un mensaje. Era Miguel. Me preguntaba si quería salir o algo. Le respondí que no podía y él contestó que era una lástima, comenzó a contarme algo muy extraño, según él, que le había sucedido el fin de semana. Me recosté en la cama y miré la pantalla luminosa del aparato, comentando de vez en cuando. Cuando miré el reloj eran las 11:55. Tenía apenas cinco minutos para vestirme antes de que Noha llegara y según sabía, a diferencia de su hermana, era muy puntual.  

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