10.Lo más bonito de la vida.

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Pasados cuatro meses...

Narra Ruth.

Me despierto con hambre, desbloqueo el móvil y veo que son las diez de la mañana, así que me levanto con algo de pereza y me dirijo a la cocina para comer algo. Estoy ya de nueve meses, sé que lo que viene es una niña y estoy dudando entre dos nombres y si no fallan mis cálculos, salgo de cuentas en esta semana y la verdad, estoy aterrada.

Mientras pensaba, me preparé un café y cogí un par de galletas y me dirigí al salón a desayunar. Mojé dos galletas en el café, cuando de repente noto un líquido viscoso caer por mis piernas. Automáticamente, se me cayeron las galletas al café, ya que me había dado cuenta de que había roto aguas, la pequeña, ya venía de camino. Me levanté como pude y me dirigí a la puerta del salón que daba al pasillo y empece a gritar a la vez que lloraba.

-¡Mamá, estoy de parto! ¡Socorro!-empecé a gritar con mucha energía, pero en cuanto ví a mi madre y a mi tía me caí al suelo, estaba teniendo mi primera contracción.

-Respira cariño, respira, como has hecho en las preparaciones al parto, venga, ¡que tú puedes!

-No puedo mamá-dije haciendo fuerza-, ¡me duele mucho! Lleva...Llévame al hospital, ¡no puedo más! -dije muerta de dolor.

-Si venga, vamos, que hago, cojo el coche, llamo a un taxi, llamo al samur...¿Qué hago Carmen? ¡Ayúdame!

-Llama al samur, ¡ya!-dijo mi tía nerviosa.

-Hola, si miré-empezó a decir mi madre muy nerviosa, a penas la salía la voz-, ¡mi hija está de parto y necesitamos un samur ya!

Les dió la dirección de casa y en diez eternos minutos, el samur, estaba tocando el timbre de casa, me cogieron dos hombres de ambos lados y como pudieron me sacaron de casa para llevarme abajo, donde me esperaba una camilla.

-Vete tú con la niña, que Carmelo y yo nos cogemos un taxi y vamos al hospital.

-Vale, allí nos vemos.

Mis tíos se subieron otra vez a casa y nosotras nos fuimos en el samur al hospital en el que me recibió un médico con experiencia.

-Muy bien, te llamas Ruth-asentí- y estas de parto-volví a asentir-, muy bien, de acuerdo, llévenla a la habitación 7058.

-Joder-susurré-, ¿y no puede ser otra?

-Hmmm no...Esa habitación es la única que tenemos libre en la zona de maternidad. ¿Ocurre algo?

-Que estoy-me paro por el fuerte dolor el cual indica que estoy sufriendo otra contracción-, ¡estoy de parto!-grité como una loca a causa de la contracción.

La pedí a mi madre que entrara conmigo en el quirófano, porque quería que fuese ella la que estuviera en un momento tan especial como ese, y como el padre no parece que quiera saberlo, quien mejor que mi madre para estar el día más importante de mi vida.

Después de cinco horas...

-Ya estas dilatando lo suficiente para sacar al bebé, y te vamos a bajar ya a quirófano, ¿vale Ruth?

-Vale.

Bajamos por un ascensor rojo grande y me metieron en una sala de quirófano.

-¿Quieres que te ponga la pidural?-preguntó una enfermera.

-Sí, pongasela para que no la duela-respondió mi madre ya que yo no podía a penas hablar a causa del dolor.

Noté la aguja y la enfermera rápido la sacó y volvió a meterla en otro lugar de la espalda y la volvió a pasar lo mismo. Al rato, noté que se me había dormido desde la cadera hasta los pies y me empecé a asustar. El médico, se percató y sacó a mi madre del quirófano según él, se había complicado el parto y empecé a tener miedo.

Vidas separadas(Álvaro Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora