3. Incógnita

177 14 5
                                    

Permanecimos sentados en el auto durante unos minutos más, en silencio, únicamente con la música sonando en el fondo; me gustaba esa canción y no quería salir del auto, me sucedía cada mañana, no era el colegio mi lugar favorito en el mundo.

Cuando This Fire de Franz Ferdinand terminó miré de reojo en su dirección. Sólo estaba allí sentado con la espalda recargada tranquilamente contra el asiento manteniendo una expresión pensativa y despreocupada en el rostro. Le presté un poco más de atención, me gustaba estudiar a las personas y Jackocbsob era una criatura extraña y enigmática, él no parecía ser como la mayoría chicos del colegio o cualquier otro adolescente aunque no sabía si se debía a que aún estaba en proceso de adaptación al nuevo ambiente que le rodeaba o era su cotidiana forma de ser. Es cierto que las apariencias engañan, pero había cosas que no se podían ocultar o que eran muy evidentes en la mirada de una persona, su forma de hablar o incluso de moverse.

Entonces, se volvió hacia mí descubriéndome observándolo, abrí la boca para decir algo que me justificara pero él se adelantó; sonrió ligeramente, pareciendo repentinamente amable.

—Gracias por traerme.

—De nada —mascullé buscando en su voz algo que me dijera que no hablaba en serio, pero parecía sincero.

—Yo te hubiera dejado allí —añadió con seriedad renovada. Se llevó el dedo índice a la barbilla y miró hacia arriba—, tal vez me habría detenido para arrollarte mientras me reía, sólo para pasar el rato.

Se encogió de hombros y me eché a reír aunque él pareciera hablar en serio. Él siempre parecía hablar en serio a pesar de que las cosas que decía sonaban descabelladas o como esa clase de cosas que entran en la lista de imposibles.

—Es bueno saberlo, supongo —le devolví la sonrisa ocultando mi risa.

Su ocurrencia seguía pareciéndome graciosa.

Algo era diferente a como había sido el día anterior. Engel Jackocbsob no parecía tan desagradable visto desde otro ángulo, encontré su agrio y negro humor similar al mío; descubrí que tal vez por eso me molestaba tanto, no acostumbraba a que usaran mis juegos contra mí, solía ser yo quien llevaba la batuta y no mi interlocutor, pero aquí, era él quien parecía ir ganando, lo cual me incomodaba porque no me gustaba perder.

Pero había algo más en el asunto Jackocbsob – Crawforth, no podría decir qué. ¿Me atraía? Probablemente, en realidad físicamente sí me atraía y mucho porque aunque me consideraba una chica diferente a la mayoría de las chicas de mi edad, seguía siendo una adolescente y tenía hormonas de adolescente. Pero, a pesar de descartar la idea inmediatamente, en el fondo estaba casi segura de que lo que sentía no se relacionaba con la atracción por el sexo opuesto. No, era algo más, era como un sentimiento dual en el cual quería acercarme y saber todo de él, realmente parecía que él podía ver el mundo de una manera diferente y yo quería aprender cómo lo hacía. Por el otro lado, debía alejarme porque tenía el presentimiento de que me haría daño, no emocionalmente, sino como el monstruo asesino de mi pesadilla.

Sacudí un poco la cabeza intentando borrar eso de mis pensamientos. Lo comprendí, todavía estaba traumada con ese estúpido sueño.

No podía olvidarlo porque a eso se sumaba un dibujo absurdo sin explicación.

Nunca fui claustrofóbica, pero estar encerrada con él en un espacio tan pequeño me provocó una sensación desagradable, sofocante; su presencia me causaba nerviosismo, irritación, incluso algo de miedo.

—Deberíamos empezar de nuevo —dijo Engel de pronto con voz despreocupada, rompiendo mis cavilaciones.

Le miré interrogante.

Sueños Rotos: PecadoWhere stories live. Discover now