El amplio aspecto de colores que tenía el mundo pasó a ser solo algo en blanco y negro que se movía a cámara lenta mientras todo lo que era Mardröm luchaba por contenerse. El cúmulo de emociones que había sentido mientras era humano le envolvían y le engullían mientras hacía acopio de toda su voluntad para no abalanzarse allí mismo y matar a esa maldita humana.
Sentía que de un momento a otro iba a perder el control y entonces...
¿Entonces qué? ¿Volver a ser humano?
¿Merece la pena pasarse toda la vida siendo una persona para poder matar, mejor dicho, descuartizar, a Tiffany?
Casi se rió de sí mismo. Ese pensamiento no era típico de un demonio; él jamás se habría preocupado por alguien como Geisar sí...
¿Si no la hubieses necesitado?
¿Es eso lo que iba a decir?
Una y otra vez sus pensamientos volvieron al mismo punto sin poderlo evitar:
«—Si vas a estar más tranquila, te diré que haré lo posible por mantenerte a salvo.
—¿Lo prometes?
—Te prometo que pase lo que pase intentaré mantenerte viva.
—¿Lo intentarás? Eso sigue sin tranquilizarme; ¿Sabes? Me gustaría no morir a ser posible.
—No puedo ver el futuro.
—¿Entonces no puedes garantizarme nada?
—Intentarlo.»
Y Tiffany, lo primero que ordenó nada más despertarse, fue que la tirase por la ventana como si fuese una persona sin valor... a eso se reducían ahora sus propios deseos; a cumplir las órdenes de una niña, que encima resultó ser una asesina.
Aunque claro ¿eso importaba realmente? Él era un poderoso demonio y había servido a miles de homicidas a lo largo de su existencia. ¿Por qué ahora, sin embargo, era diferente?
No lo sabía. No podía respondérselo ahora mismo y esa sensación le hacía sentir que se le estaba abriendo un agujero en el pecho para un odio que temía dejar escapar. Por eso miró hacia esa mocosa suponiendo que una persona recién salida del coma no sería capaz de levantarse sola, creyendo que alguien así necesitaría la ayuda de médicos o de alguna enfermera para volver a caminar y entender el trauma por el que había pasado, sospechaba que los músculos de Tiffany deberían haber sufrido el castigo de haber estado inmóviles y, mientras la confusión y el odio destilaban a la par por sus pensamientos imaginándosela muerta, quedó claro que todas aquellas tonterías de la medicina las había imaginado porque hasta ese día no había conocido a alguien como ella.
Observó cómo la muchacha, con esfuerzo, consiguió levantarse de la cama. La vio tropezar y caerse sin inmutarse, sin gritar, sin pedirle su ayuda. Ella sabía que él la estaba mirando, evaluando cuanto dolor podría infligirla si dejaba escapar su ira y, en una actitud suicida, le ignoró. Fue como si a los ojos de esa humana Mardröm fuese inofensivo.
Cuando consiguió volver a ponerse en pie y se quitó la bata del hospital, mostró su desnudez con descaro. Segura que incluso con las heridas en su cuerpo seguía siendo deseable, miró al demonio como si intentase tentarle.
—Necesitaría algo de ropa —sugirió con esa dulce voz que poseía.
Por un momento, Mardröm pensó en negarse; desestimó la idea casi al instante y, acercándose a un armario, le tiró lo primero que encontró.
—¿En serio crees que me voy a poner esto? —preguntó al demonio levantando una vestido largo más viejo que ella misma.
—¿Qué más da? Póntelo y salgamos de aquí.
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Mardröm, el guardián del infierno:
FantasyNo todos los hombres en la tierra son iguales, ni todos los demonios en el infierno. Mardröm es un ser cruel, sin escrúpulos y capaz de lo imposible en su crueldad. Te concederá cualquier deseo a cambio de tu alma inmortal. Pero ¿Merece la pena el i...