El inicio

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La oscuridad se centraba en él. La muerte se alimentaba de sus pensamientos. El rojo, de la sangre derramada de sus muchas víctimas, le regalaba una sonrisa mientras soñaba. Mardröm estaba seguro de que si existía la felicidad, era lo que estaba sintiendo ahora.

—Buenos días —saludó una voz femenina arrancándole de golpe de aquel placentero lugar—. ¿Has descansado algo?

Matarla. Iba matarla. Se había olvidado, pero ahora que volvía a ser consciente de que aún seguía en el mundo humano todas las buenas sensaciones que le había proporcionado el descanso desaparecieron.

Había optado por tumbarse en el suelo, en lugar de la cómoda cama que la chica le había ofrecido, para dormir algo. Él no lo necesitaba, pero así por lo menos no tenía que estar en vela pensando en lo estúpido que había sido. Se quitó toda la ropa y cerró los ojos intentando dejar su mente libre para sembrar la destrucción. Habían sido unas horas preciosas pero la realidad se imponía con aquella voz dulce que sacaba lo peor de sus instintos asesinos.

Mardröm echó de pronto la cabeza hacia atrás intentando esquivar un ataque sorpresa cuando Tiffany, interrumpiendo sus pensamientos, le puso frente la cara un plato lleno de comida.

—¿Qué es esto? —preguntó arrugando la nariz de manera desagradable—. ¿Intentas matarme con veneno?

Si la molestaba algo que el demonio estuviese desnudo por completo frente a ella no se la notó.

—Me pareció buena idea hacerte el desayuno. —La sonrisa tímida que lanzó habría enamorado a cualquier persona, por desgracia él no era una persona—. Es mi forma de disculparme por las molestias de nuestro acuerdo.

—Yo no necesito comer.

—Lo sé, pero es bacon, huevos revueltos y tortitas. El desayuno que se toman los campeones. No puedes decir que no.

—Lee mis labios. ¡No!

El grito furioso consiguió que la chica diese un paso hacia atrás.

—Sólo quería disculparme.

—Puedes meterte sus disculpas por…

—Te ordeno que te comas el desayuno. —Si las miradas fuesen instrumentos de tortura, Tiffany estaría ahora mismo chillando—. No entiendo porque tienes que hacerlo todo de la manera difícil. Quería hacer las paces.

Todas las amenazas que vinieron a la mente de Mardröm se quedaron atascadas entre los trozos de tortita que engullía a toda velocidad.

—¡Morirás! —chilló en cuanto tragó el último trozo de bacón—. ¡Haré sufrir a toda tu familia, a tus amigos, a todo el que te conozca! Hasta tu cartero sufrirá por lo que has hecho.

La sonrisa burlona de la chica se mostrabá con descaro en su cara.

—¿Qué le pasa la gente con los trabajadores de correos? Los pobres se esfuerzan muchísimo en cumplir con su obligación.

—Que te ha conocido. Eso será sinónimo de muerte entre los tuyos.

Con un encogimiento de hombros Tiffany le restó importancia al asunto.

—Te ordeno que no hagas daño a nadie.

Ahora fue Mardröm el que sonrió de manera burlona.

—Se lo van a hacer ellos solos.

—No voy a entrar a este juego contigo —gruñó la chica apretando los dientes con fuerza.

—Perderías.

Era lo más seguro, pero Tiffany debía arriesgarse.

—¿Has desayunado bien?

—Que te den.

—Interpretaré eso como sí. —Ignoró a propósito la mueca de disgusto que puso el demonio—. Perfecto porque tenemos mucho trabajo por delante.

—Y ¿se puede saber en qué quieres trabajar conmigo? —Al preguntárselo, movió sus caderas de manera obscena.

Un calor abrasador subió por la espina dorsal de la muchacha cuando imaginó como sería sentir aquel cuerpo de Adonis contra el de ella.

—Si crees que me impresionas estás muy equivocado. Así que deja de hacer el tonto y vístete. Te espero fuera en diez minutos.

Salió del cuarto sin darse la vuelta. Tan pronto cerró la puerta notó como podía volver a respirar con tranquilidad. Se llevó la mano al pecho para sentir como su corazón danzaba acelerado en su interior con el recuerdo de la desnudez de aquel demonio. Para ser sincera consigo misma no sabía si había salido para proporcionarle algo de intimidad o para evitar lanzarse sobre él y devorar aquel cuerpo fibroso y hermoso como no había hecho con el de ningún otro chico.

Debía concentrarse en su misión. No había recurrido a la invocación para satisfacer unas fantasías que podía alimentar con cualquier chico al que sonriese. Tenía que tener bien claro que la persona—el demonio mejor dicho— que había en la habitación no era un juguete. Aquel ser no dudaría en hacerla pedazos en cuanto tuviese la oportunidad y más le valía a ella que el riesgo mereciese la pena.

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Incluso con fiebre, no pude evitar venir aquí a regalaros mi capítulo semanal. Me encanta Mardröm y, aunque solo es un secundario de "La flor del infierno" (mi libro que podéis encontrar en amazon), enseguida noté su potencial. Sobre todo como pareja de mi amiga Tiffany a la que la mando un saludo muy fuerte y le deseo suerte en los exámenes ja ja ja ja. También quiero dedicar este capítulo a Andreavno por esos pedazos comentarios que siempre me arrancan una sonrisa. Un abrazo gigantesco guapísima y nunca dejes de leer. Y ahora sí, me despido esperando que disfrutéis sus aventuras tanto como yo.

Como siempre, aprovecho la oportunidad de este espacio para agradecer a todos los que siempre tenéis un segundo para votar después de leer y a los que os tomáis la iniciativa de comentar. Me hace mucha ilusión saber lo que pensáis y me ayuda a la hora de seguir adelante.

Recordad que ya tenéis mis libros en amazon.com/author/gaelsolano

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Hasta la próxima.

Mardröm, el guardián del infierno:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora