O

378 61 2
                                    

Orlando.
25 años.
Hombre.

Vio a Richard cubrir su cara antes de entrar,

él siempre se encontraba mirando a los demás.

En sus brazos intentaba anotar todo lo que veía,

desde que su libreta fueron a quitar.

La manía de meterse en la vida de los demás,

sólo una le fue a realmente importar.

Elenia siempre fue especial,

cuando la vio caminar por el pasillo

directo a la sala de castigo.

Su vida era dependiente de un alma sin ánimos.

Sus ojos lloraban todos los domingos.

Buscaba encontrar ramas de hierro,

para armar un fuerte en el invierno,

aquella temporada que tanto le hacía sufrir,

que lo hundía en depresiones sobre laberintos y miedos.

Pasaba siempre por aquella puerta.

"Sala de castigo"

La contempraba sentada,

cómo soportaba ese martirio.

Siempre hablaba con los asistentes,

lea pedía ser su amigo.

Temía que el invierno le consumiera el alma,

quedarse solo y sin abrigo.

Toda su vida fue un importante comerciante,

hasta que vio esa tarde de múltiples gotas aislantes,

enfriar la carne de su hijo.

Su esposa nunca lo cobijó.

Entonces la observaba para no guardarle rencor.

Su amor se secó,

una tarde le pegó.

Sus ojos se desorbitaron.

Sus miedos lo capturaron,

Su trastorno afectivo estacional, lo hacía tiritar hasta llorar.

Todo el mundo temía cuando su mirada les podía clavar,

él sólo quería estudiar,

el alma humana poder comprar.

Era un psicópata más.

Otra tarde pasaba por la sala, siempre soñaba con que lo viera Elenia,

aquella chica tan rota en su antifaz,

una historia que más tarde se puede contar.

Ridículo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora