Capítulo 12: Final

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(Kendall)

Crucé la pequeña cerca que dividía la casa de Jany con la de _______ y entré en ésta última. Greta estaba recargada en la mesa frente al refrigerador, distraída con su iPhone.

-Hola, Greta. He venido por la maleta de tu hermana.

-Sí, Schmidt.-me saludó.-Aquí está.

Me tendió una bolsa simple color azul, un poco abultada. Me disponía a ir a entregar la mochila,  cuando ella recibió una llamada y por inercia me quedé.

-Jany.-saludó con alegría.-Bien, entiendo. Cambiaré las cosas y te llamo, ¿vale?-dijo antes de colgar.-Sí, Kendall. Me equivoqué de maleta, ésta es de mi madre. Ahora bajo con las cosas de _______.

-De acuerdo. Por favor no tardes, que ella ha de estar desesperada.

-No lo haré. Mientras, siéntate.-gritó mientras subía la escalera, no sin antes arrebatar de mis mano la bolsa azul.

Después de cinco minutos, apareció con una bolsa pequeña y redonda color violeta, un ganchillo de ropa cubierto con una funda de alguna boutique italiana (lo sé por el nombre) y una caja negra del tamaño de un iPad.

-Entregalo todo a Lyn, la hermana de Jany. Ella ayudará a cambiarse a _______. Yo iría, pero me debo adelantar con la novia rumbo a casa de su suegra. Ya sabes, traiciones familiares.-sonrió.

-¿Segura que ésto es lo que _______ quería?-pregunté inseguro.

-Sí, Kendall. Sólo que es más cómodo que su vestido de dama. Ya sabes como es de rara mi hermanita.

-Confiaré en ti, Greta. Espero que _______ no me asesine por ésto.

-Ella está totalmente de acuerdo. Pero tú, pedazo de idiotez andante, tienes prohibido chismosear estas cosas, ¿entendido?

-Bien, cuñada. Te veré en la boda.

-Así será, así será.

(...)

-Lyn, ¿puedo pasar a ver a mi hermosa novia?-supliqué ya ahora con un tonto más dulce. La pelirroja sonrió y negó con la cabeza.

-No, Kendall. Ya te dije que está apenas arreglándose y si tú la distraes, no llegará a tiempo con Jany y Gale.

-¡Por Dios!-grité.-No tardaré más de cinco minutos.

-Cinco minutos en los que Jany perderá la cabeza y comenzará a gritar con histeria. No dejaré que se retrase con mi hermana, Schmidt. Así que mejor ve a terminar de arreglarte.

-Lyn, por favor.-la zarandeé de los hombros. Tan sólo con mirarla, físicamente hablando,  sabías que ella era casi invencible. Su cabello era corto y rojo, los ojos verdes al igual que su vestido. Ah, y unos cuantos aretillos en la nariz.

-Nunca te dejaré pasar. Así que vete, Schmidt.

La miré mal, con los ojos entrecerrados y bufé con frustración. Zapateé unas cuantas veces y con los brazos cruzados, salí de la casa.

Aún logré escuchar una risa triunfal de Lyn. Miré con recelo la puerta tras la que estaba mi _______ y en tanto desactivé la alarma de mi auto. Sin dejar de mirarla, entré al vehículo y partí rumbo a la iglesia. Di varias vueltas por la ciudad hasta dar con la famosa capilla.

Estaba, al igual que la casa donde se celebraría la fiesta, totalmente repleta de orquídeas y farolillos chinos. Gale estaba en la entrada junto al cura, tronándose los dedos con muchísimo nerviosismo. Lo saludé como típicamente lo hace un hombre y me paré junto a él.

Estuvimos allí hasta que una apurada Greta, seguida de una Lyn llegaron corriendo y con grandes sonrisas.

-¡Ya llega la novia!-gritaron. Me acerqué a Greta y le pregunté dónde estaba _______. Ella sonrió y contestó.-Ahora lo verás. Entra con los chicos al atrio de la iglesia y prepárense.

Hice lo que ella me dijo, aunque seguía mirando hacia afuera de la capilla. De repente, se estacionó una especie de carruaje blanco tirada por unos caballos Pura Sangre (igualmente blancos). Tenía montonales de flores blancas a su alrededor. De ahí salió una guapa novia, obviamente no tanto como debería estar _______, con una gran sonrisa. Su padre se acercó y besó su mejilla y la tomó del brazo para comenzar así la marcha nupcial.

Me senté en la primera banca del lado izquierdo, del lado donde estaba Gale, a esperar la llegada de mi novia.

Entró Jany junto al señor Connell. Todos nos pusimos de pie para recibirlos, y entonces fue cuando la vi.

Estaba atrás de su mejor amiga, y su mirada se alzó justo en el momento en que mus ojos chocaron con su rostro.

Iba preciosamente arreglada con un vestido blanco, corto por el frente y largo por atrás. Un escote, aunque decente, sensual y delicado. Lucía unos tacones altos color blanco, así como un maquillaje sencillo. Y linda joyería, y unas cuantas azucenas entre las manos junto a una rosa blanca.

Caminaba con la mirada alta, con gracia y elegancia. Sonreía tímidamente y al verme, sus labios se curvaron aún más, con ilusión y amor.

Se detuvo justo frente a mí y sonrió. Separó sus flores y sacó la rosa, cortó el tallo y me lo colocó en el ojal de mi saco. Sonrió como nunca la había visto, y en ese momento el mundo a nuestro alrededor dejó de existir. Solamente estábamos ella y yo. Subió sus brazos a mi cuello y me besó con eterna dulzura. Yo tomé de su cintura y la abracé con toda mi fuerza y amor hacia ella.

-¿Por qué te amo tanto, Kendall?-susurró.

-Por la misma razón que estoy perdidamente enamorado de ti. Tú eres mía, tanto como yo soy tuyo.

-Puede sonar loco e idiota, y si me rechazas me voy a tirar de un puente.-rió levemente, después se detuvo con seriedad y habló.-No, no es loco, es real.

-¿Qué ocurre?

-¿Te casarías conmigo?-preguntó risueña. Me sorprendió inimaginablemente, así que sólo pude besarla.-Soy extraña, lo sé, pero...-la interrumpí.

-Pero éso es lo que te hace mía.

FIN.

"Mía" con Kendall Schmidt♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora