9- Compitamos

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Capítulo 9:

Compitamos/Apódame.

-¡Ya es hora! –gritó Nina, ella y Carlo habían planeado que esa noche no dejarían dormir a Edin y Halinor, ambos habitantes del Room B-16 habían apostado a hacer que Halinor o Edin confesaran gustar del otro. Y esa misma noche jugarían a algo: verdad o reto, y le agregarían una categoría, confesión.

-Nina, ¿Realmente tienes planeado no dejarme dormir? –Se quejó Halinor, había llegado esa misma tarde a la Academia, luego de un viaje a París junto a Edin, y aún siendo jueves, al otro día no tendrían clase.

-Exactamente. Tú y Edin jugaran junto a Carlo y a mí, también podemos ver películas... El sábado en Lausana compré algunas... Y tengo otras en el Room. También le pregunté a la directora si puedo hacer palomitas en la cocina... Me dijo que sí, pero que claramente, si se rompe algo, los gastos van por mi cuenta. Compré maíz para prepararlos, y lo demás es fácil. Tienes que acompañarme a la cocina a prepararlos.

-Pero... soy muy mala en la cocina. –Protestó Halinor, recordando todos los manjares que había intentado preparar. Y claramente no le salieron.

-Cierto, Halinor es un peligro en la cocina... Con suerte puede preparar café, y solo porque es casi fundamental para su vida diaria.

-Cállate Edin, no pedí tu opinión, además, si no recuerdo mal, tú eres el que rompió una taza solo para hacer un té, o el que preparó salsa con menos sabor que el agua... Oh, espera... La carne carbonizada del mes pasado, fue la mejor de todas.

Al fin, Nina tuvo que hacer las palomitas ella sola, luego de escuchar acerca de las malas cualidades culinarias de sus amigos. Y Carlo, aunque cocinaba bien, estaba ayudando a otros con el equipo de fotografía. Al volver, Nina tenía un gran tarro sobrecargado de palomitas, y algunas bebidas sacadas de la nevera de la cocina. Cuando ingresó en el room, Halinor y Edin estaba jugando a piedra, papel o tijera.

-¿Qué diablos hacen? –Preguntó sorprendida Nina, los dos chicos no había notado su presencia.

-Apostamos por quien limpiará la sala compartida mañana. Ninguno de los dos quiere hacerlo. –Contestó Edin. –Siempre hemos resuelto todo a los gritos, o con apuestas... Y por última opción, piedra, papel o tijeras.

-Ambos, son los seres humanos más ridículos, que he conocido. –Nina sacó de su bolsillo su celular, un gran rectángulo probablemente muy caro, táctil y nuevo. Y tecleó rápidamente las opciones para llamar a Carlo. Unos segundos después cortó. –Carlo está viniendo. Los de artes Escénicas pidieron una de las cámaras de video y ni siquiera saben dónde quedó... Pero ya la encontraron.

-¡Hola, llegué! –Gritó Carlo al ingresar por la puerta abierta del room, y la cerró tras él. -¿Empezamos?

-No, ni siquiera sabemos que es lo que vamos a hacer... Solo ustedes dos lo saben. –Se quejó Halinor, Edin asintió vagamente.

-Está bien, ¿prefieren un juego o una película? Yo prefiero primero la película. –Comentó Nina, todos asintieron, y ella tomó la pila de DVDs que había sobre el escritorio de Halinor, ahí lo había dejado antes de ir a la cocina. ¿Terror, fantasía, amor? Hay bastantes géneros, pueden elegir ustedes...

-¡Terror! –gritaron al unísono. Nina suspiró pesadamente, pero les alcanzó las tres opciones del género elegido. Eligieron una, que al final no los aterrorizó, era bastante tonta, pero al final de la película, decidieron aceptar el juego de Nina.

-Bueno, cuéntanos tu juego.

-¡Sí! –Exclamó feliz la pelinegra. –No hay mucho que explicar, si es que jugaron verdad o desafío, pero ahora también le agregamos confesión, es muy parecido a Verdad, pero hay que responder más que o no, es bastante feo si te hacen una pregunta muy personal... Pero esa es la gracia. Además, es una oportunidad perfecta para conocernos realmente, ya que no sabemos casi nada el uno del otro. ¿Quién quiere empezar? –Carlo levantó la mano, Nina les señaló a todos que se sentaran, Edin y Halinor estaban en los sillones individuales, y Carlo, junto a Nina, estaban en el sillón doble. Se encontraban en una posición de círculo, con la mitad de las palomitas y algunas bebidas.

Los ojos del ArtistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora