VI

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Al día siguiente me levanté algo más temprano de lo habitual y decidí salir a correr. Recogí mi pelo en una coleta y me deslicé en unas mayas deportivas negras, una camiseta rosa fucsia básica de tirantas y mis zapatillas deportivas New Balance que fusionaba ambos colores.

Bajé a la cocina y me encontré con mi madre terminando su desayuno mientras miraba fija la pantalla de su MacBook con su ceño fruncido. Parecía poner bastante atención en aquello que estuviera viendo.

—Buenos días —Caminé sonriente hacia la nevera y saqué la botella de zumo de naranja

—Buenos días cariño —Apartó su mirada del ordenador y miró mi atuendo de arriba abajo—. Vaya, alguien vuelve a retomar sus mañanas deportivas.

—Sí, desde que llegamos aquí no he salido a correr y echo de menos el despejarme y liberar estrés así —Bebí un sorbo de mi vaso de zumo—. ¿Te apuntas? —Cogí uno de los bollos que había en la mesa, junto al desayuno casi acabado de mi madre.

—No puedo, quiero arreglar un par de cosas en el jardín con la ayuda de Taylor —Tal vez olvidé mencionar que mi madre era una amante de las flores—. Quizás otro día. Ten cuidado y no te exijas mucho —Besó mi mejilla y desapareció de la cocina.

Terminé mi vaso de zumo y le di el último mordisco a mi bollo. Caminé hasta la entrada de mi casa y antes de salir conecté mis auriculares a mi iPhone y la voz de los chicos de 5 Seconds Of Summer en Don't Stop me inundó por completo.

Comencé a correr dando una vuelta por todo mi vecindario. Aunque llevaba allí varias semanas, nunca me había parado a conocerlo por completo. Me dirigí hacia la calle justo de detrás de mi casa, observando la fila de casas lujosas que había. Aunque esta no fuera la mejor zona de Stratford, era una de las mejores.

Llevaba ya un rato corriendo notando como mis gemelos estaban sobrecargados debido al esfuerzo que estaba haciendo. Paré en medio de la acera y me agaché colocando mis manos en mis rodillas con la respiración bastante agitada. Se notaba que llevaba semanas sin salir a correr.

Me incorporé de nuevo, ya algo recuperada y dispuesta retomar mi carrera; pero mi mala suerte nunca me abandona, y cuando comencé a correr de nuevo tropecé con una grieta que había en la acera doblándome el tobillo izquierdo. Sentí una punzada recorrer mi pie acompañado de un crujido. Cerré mis ojos maldiciendo en mi interior y antes de caer al suelo, noté unas manos agarrarme por la cintura evitando que cayera contra el duro asfalto.

—¿Te encuentras bien? —Una voz masculina me sobresaltó haciendo que abriera mis ojos y buscara al dueño de aquella voz desconocida.

—Sí, no ha sido nada —Levanté mi vista hasta dar con la suya y mi boca se abrió irremediablemente.

Era un chico de más o menos mi edad, moreno con el pelo corto. Sus ojos eran de un celeste indescriptible, desprendían felicidad, su nariz era fina y tenía una perfecta sonrisa dibujada en su rostro. Lo miré de arriba abajo y deseé ser su ropa por un día.

Oh Dios, Lena para.

—¿Seguro? —preguntó y cerré mi boca asintiendo, no notaba dolor— Me llamo Fernando Gómez, puedes llamarme Fer —Se presentó ampliando aún más su sonrisa.

—Encantada, yo soy Lena McCann —dije de igual manera

—¿Vives cerca de aquí? —Se acercó a mí y me puse nerviosa.

—M-mi casa es-está justo en la o-otra calle —Intenté que mi voz sonara lo más segura posible.

—¡Genial! —Exclamó— Acabo de mudarme aquí y no conozco a nadie aún.

Change • jb [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora