Acto 2 - Segunda Parte Se acercan, Sobre el abismo, Dar el salto

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Los Ganchos no tienen motivo para apresurarse. Ya no. Saben que nos tienen atrapados. Detrás de ellos, parece que todos los asesinos y sabandijas despiadados en Aguasturbias estuvieran diciendo presente. No hay vuelta atrás.

En el extremo más lejano del puente, bloqueando mi ruta de escape hasta el laberinto de las barriadas de Aguasturbias, aparece ni más ni menos que toda la banda de los Sombreros Rojos. Ellos dominan el lado este de la ribera. Sirven a Gangplank, al igual que los Ganchos Dentados y casi toda la maldita ciudad.

Graves está a mis espaldas, acercándose más con cada pisada. Al obstinado hijo de perra no le interesa el desastre en el que nos vinimos a meter. Realmente me cuesta creerlo. Aquí estamos otra vez, como hace tantos años. Hasta las rodillas de problemas y no logro que me escuche.

Me gustaría poder contarle qué fue lo que ocurrió realmente aquel día, pero no tendría sentido. No me creería ni por un segundo. Una vez que se le aloja un pensamiento en el cráneo, extirpárselo toma su tiempo. Claramente, el tiempo es algo que no nos sobra.

Me retiro hacia un costado del puente. Cerca del riel veo malacates y poleas suspendidos debajo de mí, a muchos metros sobre el océano. Mi cabeza da vueltas y mi estómago se me cae hasta las botas. Cuando vuelvo al centro del puente, me doy cuenta de la encrucijada en la que me he metido.

A la distancia puedo ver el barco de velas negras de Gangplank. Desde ahí se nos aproxima ni más ni menos que una armada de botes a toda marcha. Al parecer todos sus hombres vienen en camino.

No puedo escapar ni de los Ganchos, ni de los Sombreros, ni del cabeza dura de Graves.

Solo me queda una salida.

Pongo un pie sobre la verja del puente. No me había percatado de la altura. El viento azota mi abrigo y hace que se agite como vela al viento. Jamás debí volver a Aguasturbias.

-Sal de ahí ahora mismo -dice Graves. Estoy seguro de haber notado una cuota de desesperación en su voz. Quedaría destrozado si muriera antes de obtener la confesión que tanto ha buscado.

Respiro profundo. La caída sí que es larga.

-Tobías -dice Malcolm-. Retrocede.

Me detengo. Hacía mucho que no escuchaba ese nombre.

Un momento después, doy el salto.

Aguas turbias mareas del fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora