El sonido de lo pasos corriendo provocan el eco por toda la gran habitación, las gotas de sudor bajan por el rostro sereno del hombre, la piel morena clara de su rostro se tiñe de rojo por el ejercicio que esta realizando, el cabello azabache se mantiene en su lugar. Las facciones de su rostro son iluminadas de vez en cundo por la luz de la luna cuando pasa frente a una ventana, sus ojos negros miran a todos lados, percatándose de cada pequeño detalle. Escucha su respiración acelerada, los jadeos vienen de vez en cuando cuando abre la boca, su pulso va en aumento.
Se escucha una bala, como contra un objeto de manera, como este cae al piso.
-¡Mierda!- dice el hombre.
Continua corriendo, abre la puerta frente a él y esta se cierra cuando él pasa. Mira atrás, no ve a nadie pero puede escuchar los pasos corriendo detrás de él, las ordenes que le da una persona a las otras, escucha puertas abrirse y cerrarse de tras de él. Aumenta el paso lo más que puede, después de todo no quiere terminar así. Observa otra puerta frente a él, se detiene por el cansancio frente a esta, sucumbe ante al desgaste de su cuerpo y apoya sus manos en sus rodillas, los jadeos se escapan de su boca sin que él pueda hacer algo para detenerlo, traga saliva, cierra los ojos con fuerza y frunce el ceño, su cabeza comienza a doler y siente toda su sangre dirigiéndose hacía ese punto.
-¡Vamos, vamos, vamos! ¡No se detengan! - grita un hombre, lo más probable es que sea el jefe del escuadrón que lo persigue.
-Mierda, mierda, mierda...- susurra en un intento de calmarse. Lo repite una y otra vez.
Abre la puerta y sigue corriendo.
El sonido de las olas chocandose unas con otras en el acantilado de escucha como si fueran los tic tacs del reloj. Una y otra y otra vez, sin detenerse ni un solo segundo. El viento azota las palmeras de lo que parecía ser una isla convertida en paraíso. Las hojas se van en contra de las largas ventanas de la gran hacienda, esto hace que el hombre se comience a desesperar aún más. El frío se impregna en los huesos cunado se supone que el lugar es uno con los climas más caribeños que se pueda imaginar. Y ese hombre lo siente, en el fondo, todo esto, de todas maneras, no va a terminar en algo bueno.
Un disparo se escucha, los pasos cesan, unos gemidos pequeños y lastimeros se escuchan en el vacío del patio, cual perro herido que se arrastra para buscar ayuda, otro disparo se oye, esta vez, por piedad. El hombre baja su arma, con tranquilidad saca su celular y escribe algo, sus hombres ni se mueven, y parecen apenas respirar. Una movida de cabeza y están en marcha. Salen de la habitación sin el más mínimo ruido y con toda la discreción que pueden tener.
Listo.
-Bueno Charles, gracias por el reporte del clima! En otras noticias acabamos de recibir información sobre, lo que parece ser, el asesinato del señor Aaron Lecter.
Ella casi se ahoga en el té.
Sus ojos se abren de manera casi sobrenatural y tose, según ella, disimuladamente. No puede creer lo que la reportera dice, simplemente no.
Sherlock la mira, con intriga, después de algunos meses (la verdad fueron sólo dos, pero para él eso es mucho) aún no ha descubierto casi nada de su compañera (a excepción que le gustan las galletas de canela), ladea su cabeza un poco y sus ojos se entrecierran como si le ayudarán ver más allá. Pero no sucede. Solo ve a la mujer mirando a la televisión como si hubiera visto un fantasma, pronto, la mujer despega la mirada y comienza a perderse en la profundidad de su mente viendo al piso. Sin embargo esto dura poco ya que un tiempo después Sherlock la ve irse a paso apresurado a su habitación.
Se queda en silencio excepto por el sonido de la televisión. Tic tac tic tac. Y así de repente el detective se para y sus piernas se mueven en la misma dirección por la cual desapareció su compañera. Ya en el pasillo casi llegando a la puerta su compañera sale del cuarto, de repente ese pasillo se hizo más pequeño y apretado.
-Holmes...¿vas a algún lado? - pregunta ella, con una sonrisa ladeada acercándose y deteniéndose frente a él.
Entonces es la pared, Sherlock y ella, y la otra pared. Wow, el pasillo sí que se siente pequeño.
-El baño, no te emociones. - habla el barítono, por invención. Ladeando la sonrisa. - ¿Te puedo preguntar lo mismo?
Ella lo mira, burlesca, se acerca un poco más (si eso fuera posible), lo reta con la mirada y le dice.
-¿En serio te importa a dónde voy?
El detective se ríe, desafiante.
-No, en lo más mínimo. - le responde.
La mujer procede a posicionar su mano en el hombre del detective, delicadamente tocando la tela bajo ella, la sonrisa no se desparece, por parte de ambos, esa cazadora y desafiante sonrisa. Sacude con suavidad, un toque casi indetectable, un pelusa del traje del azabache. Lo vuelve a mirar a los ojos por un momento.
-Mantengamoslo así, entonces. - dice.
Antes de que el detective pueda decir otra palabra la de ojos oscuros ya se ha movido de su lugar y pasado ese corredor, a paso seguro, aunque Sherlock puede notar el apuro, se va al perchero y agarra su abrigo, en un pestañar se escucha la puerta cerrarse y los tacones bajando las escaleras. Y al detective no le importa a donde va, no, en lo absoluto, no es como si estuviera pensando en seguirla, no en lo absoluto.
Se dirige a las ventanas y ve a la mujer un poco más lejos, para lo que él cree es tomar el taxi. Bien por ella. Pues no es como si Sherlcok pasaría su tiempo en ella, incluso si no tuviera un caso que resolver (el cual, para su desgracia, no tiene). Suspira y se va a su asiente, agarra un libro que esta tirado en la mesa "Alfiler de conexiones" esta escrito en la portada, lo abre, ve las palabras por unos segundos...suspira, levanta la vista, cierra el libro y lo vuelve a botar.
En 5 segundos agarra su abrigo y se dirije a bajar las escaleras.
-¡Señorita, por favor! No está autoriza-
Las puertas de madera se abren rebelando la figura de la mujer frente a ellos, el intento de Charlotte para que no entre se ve interrumpido, y ya no puede hacer nada más que mirar de manera culpable a William y Timothy Black. Ellos miran a las dos mujeres que tienen enfrente, la de cabellos azabaches esta usando un pantalón jean simple, un suéter (al parecer delgado) color negro y botas con tacos, encima de todo un saco negro, tiene sus manos en las dos puertas para mantenerlas abiertas, mirándolos fijamente, de ahí miran a Charlotte y que diferencia tienen, la rubia esta vestida con un vestido ceñido a su cuerpo, el cabello acomodado y su cabello ordenando (obviamente porque es lo que su trabajo requiere), aún así, no pueden evitar notar la diferencia.
-No te preocupes, Charlotte, puedes retirarte. - Habla William.
La mujer de suave voz y aterciopelado cabello rubio asiente y se retira.
-¡Querida! - exclama Timothy - ¿A qué se debe el honor esta vez? - espeta sarcástico.
A ella no le da gracia. Entra en el salón, su postura recta y segura, mentón subido y vista fulminante. Saca su teléfono móvil de su saco y se lo pone en frente de estos hombres. Ellos se acercan y miran el título.
-¿Qué le pasó a Lucas?
Adivinen quién regresó :v
Uno, lamento la ausencia.
Dos, espero estar más activa (hay que pedirle al señor Jesucristo que así sea, je)
Tres, perdón por el capítulo corto! Pero creo que los capítulos serán así desde ahora.
Cuatro, estoy pensando en hacer otra historia, con Sherlock también ¿Qué opinas?
Cinco, gracias por leer y comentar! Las adoro!Siempre suya, Miss Lolita
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Somebody to die for © (Sherlock bbc fan fic)
Fanfiction"Si caigo me lastimo, si me siento mal lloro, si me golpeo me duele, si me corto sangro, si me enamoro pierdo, si me lastiman me duele, si me desespero grito, me estrello y me rompo, aunque se que no lo voy a admitir...¿pero que puedo hacer? Después...