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-Muy bien, no hagamos esperar al Hokage. Entren.
Naruto, Sakura y Sasuke avanzaron sin dudar y cruzaron el umbral de la puerta. Asami se quedó estática de pie mientras los veía alejarse. Era la primera vez que la Hyuga vería en persona al Tercer Hokage. Gracias a este hombre, logró ser admitida en la Academia ninja, -De una manera cuestionable, su edad no se comparaba a la de sus compañeros que apenas llegó a conocer. Desde muy pequeña estudió en casa, con el motivo de no perjudicar la presencia de Hinata en la Academia, su padre le contrato educadores personales. Por lo cual fue una sorpresa que su padre fuera sido convencido por el Tercer Hokage y la considerará poner entre los demás estudiantes que estuvieron a punto de culminar sus estudios.
Los profesores que contrato su padre siempre alegaron que tenía una inteligencia avanzada para una niña de su edad, pero no creía que era lo suficientemente inteligente -oh, profesional en el arte ninja. Después de todo, no poseía un chakra fuerte, ella no poseía el Byakugan cómo su hermana mayor, Hinata. O, cómo su primo Neji.
Los nervios la invadieron por un instante. Asami entrelazó sus manos con fuerza. ¿Estaba bien sí entraba? Ahora era el momento...Podía dar la media vuelta y volver a casa, nadie la juzgaría. Estaba seguro de eso, Hinata no estaría molesta con ella y volvería a ser entrenada para convertirse en su escudo personal, la mujer del Clan Hyuga quien sacrificaría por el heredero de la Familia.
Pero...Asami no quería volverse un escudo, deseaba tener una vida propia, hablar con otras chicas. Tener nuevos amigos...Tener...La amistad de Uzumaki Naruto.
-¿Asami-Sama? -Asami despertó de su ensueño, volteó la cabeza y vio a Kakashi alado suyo, estaba junto a ella, su mano apretó su hombro con ligereza, procurando ser sutil.
-Kakashi-Sensei...-Murmuró, con el corazón acelerado.
El pasillo se volvió silencioso, pero hubo una tensión sobre ellos que se colgaba cómo una amenaza invisible. Asami seguía sin moverse, sus dedos temblaron levemente, Kakashi lo había notado, la mirada en Asami era un reflejo claro de inseguridad. El peliblanco soltó un leve suspiro, no era un afán de darle consuelo a unos niños recién graduados de la Academia ninja. Pero, al parecer, Asami necesitaba unas palabras de aliento que le espanten el miedo en su rostro.
