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⋆˚🫐｡ Los días comenzaron a pasar con una cadencia distinta. Lo que en un principio había sido una salida ocasional al campo de entrenamiento de Neji, se transformó en una rutina constante. Asami se levantaba temprano, antes de que el sol despuntara del todo, y apenas terminaba con sus deberes básicos dentro del complejo Hyūga, encontraba la forma de escabullirse hacia la explanada sur.
Allí, casi siempre la recibían los ecos de las voces de Gai y Lee resonando como tambores, mezclados con el metálico silbido de las armas de Tenten cortando el aire. Asami, tímida al inicio, fue encontrando su lugar. Al principio observaba más de lo que intervenía, pero con los días empezó a integrarse, a repetir las rutinas que Lee realizaba con un entusiasmo inquebrantable y a escuchar los consejos puntuales que Neji le ofrecía en voz baja, casi como si fuesen secretos.
El cuerpo le dolía cada noche. Los ejercicios de resistencia, las flexiones interminables, las caídas y levantadas una y otra vez parecían no tener fin. Pero en ese dolor encontró algo parecido a una satisfacción: la certeza de que estaba avanzando, aunque fuera a pasos pequeños.
De algún modo, logró convencer a su padre. Hiashi notaba, claro, sus ausencias prolongadas, sus salidas cada mañana y su regreso tardío al complejo. Pero cuando Asami le habló de "estudios independientes", de un entrenamiento que la ayudaría a ser más fuerte y a complementar lo que aprendía con su propio equipo, él no profundizó demasiado. Se limitó a asentir en silencio. Tal vez porque en el fondo sabía que esa libertad era necesaria, o quizá porque estaba demasiado ocupado en sus propios deberes como líder del clan.
