¿Qué joven no desearía tener a la mujer más deseada del instituto? Creo que todos lo deseamos, pero yo fui el único afortunado. Amber, la joven más hermosa del instituto. Era la reina del baile de otoño junto a mí y era la chica más hermosa que he visto en toda mi vida. Puedo afirmar que vivo enamorado de ella y al fin puedo estar con ella.
El curso escolar estaba a mitad de curso. El primer semestre había comenzado y en dos semanas era el baile de otoño. Las chicas andaban de tienda en tienda en busca de su traje y zapatos, y la mía no era la excepción. Como era la reina del baile tenía que ir más hermosa de lo que ya era.
Soy afortunado de tener esta vida. Soy un chico excelente, tengo buenos estudios, una familia que me quiere, un buen cuerpo y a la mujer más hermosa, después de mi madre. No podía pedir nada más. Era la envidia del instituto y eso me encantaba.
—¡Dylan! —exclamo mi mejor amigo—. ¿Cómo has estado?
—Mas que bien —le respondí con una breve sonrisa.
El trayecto al salón fue divertido. Zac, mi mejor amigo, me contaba la caída que se dio este fin de semana en unas cascadas. Era gracioso verle poner todas esas muecas las cuales reflejaban su dolor. Me daba pena, pero a la vez era muy gracioso.
—No da risa —dijo haciéndose el ofendido.
—Sí lo es —conteste mientras trataba de suprimir mi risa.
Entramos al aula y nos sentamos en nuestros respectivos lugares. Podría ser el más popular de la escuela, pero mis estudios eran importantes si quería tener mi propia familia en un futuro. He discutido este tema con Amber, lo cual es fastidioso ya que ella no quiere formar una familia ya que se pondría gorda y no podría seguir con su carrera de modelo.
Estaba pensando mientras miraba la mesa del profesor, el cual aun no ha llegado, que no note la presencia de alguien a mi lado. Sentí unas suaves manos en mi pecho las cuales me brindaban pequeñas caricias. Sin duda eran las suaves manos de mi novia.
—Hola amor —dijo mientras depositaba un cálido beso en mis labios—. Te extrañe este fin de semana.
—Igual yo mi reina —comente empalagosamente.
Odiaba ser cursi, era algo que siempre criticaba, pero a ella le encantaba. Lo más cursi que he podido hacer en esta vida es llevarle serenata a la hora de recreo cuando cumplidos 2 años de noviazgo. Para mí fue pura vergüenza, pero para ella fue lo mejor así que no me quejo.
El timbre sonó y el maestro no dio señales de vida, lo cual era raro. Pasaron unos 15 minutos hasta que apareció la directora. Nos informo que el maestro no podría darnos clase hoy ya que se encontraba en una reunión. Lástima por él, pero mejor para nosotros. No pasaron ni 5 minutos y ya el aula se encontraba vacía. Solo quedábamos Amber y yo. Esperaba pacientemente a que ella terminara de guardar sus cosas. No entendía el porqué tenía que estar todo perfectamente ordenado. Era patético, pero para ella era primordial.
Cerro su bolso y me tomo de la mano. Cinco minutos demorados, pero no importa. Cuando una está enamorado se convierte en necio, un necio enamorado. Antes pensaba que el amor no lo era nada, pero cuando descubres ese gran sentimiento, te das cuenta que todo cambia. Hay veces que es para bien y otras para mal, pero como dice Friedrich Nietzsche: "Lo que se hace por amor va mas allá del bien y del mar".
Las personas admiran a famosos cantantes y demás, pero no admiran a una persona enamora. Pienso que son, somos, de admirar ya que uno se enfrenta a un gran reto el cual puede terminar acabando con tigo.
—¿En qué tanto piensas? —pregunto mi amada con el seño fruncido.
—En ti y en nuestra cita que será el viernes —mentí, pero era algo pequeñito.
Una pequeña mentirita no mata a nadie, además, fui todo un buen novio y cursi. ¿A qué chica no le gusta? Y más cuando se trata de esa persona que te mueve el cielo y las estrellas. Amber lo es todo para mi, al igual que mi familia, ella me enseño ese sentimiento tan grande que todos anhelan y hablan.
—Estoy ansiosa —comento mientras una pequeña sonrisa se posaba en sus labios֫—. ¿A dónde me llevaras?
—Lo sabrás el viernes —comente mientras reía por sus expresiones—. Si te digo deja de ser sorpresa.
Mientras caminábamos ella jugaba con nuestras manos, las cuales estaban entrelazadas. Hablábamos de cosas tontas, cosas que nos hacían sentir a gusto. Antes de que entrara a su salón correspondiente me dio un pequeño beso y un te amo.
—Te amo, Amber.
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Regalo
RomantizmLa vida trae regalos buenos como malos, pero para este hombre, la vida le dio el mejor regalo que cualquier hombre pudo tener. Nada de lo que estaba por venir sería fácil, pero el lucharía. El no se rendiría. Ahora tenía por quien velar y proteger...