Misterios sin resolver

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Emmett

Las primeras cuatro horas transcurrieron sin grandes novedades. Charlie había regresado a casa aproximadamente a las cinco y media; luego de eso no había sucedido nada más.  Jasper y yo estábamos considerando alejarnos un poco para cazar, pero no podíamos descuidar la casa.

Pasaron dos horas más de una calma frustrante. Jasper me había retado a subir a las montañas por la mañana e intentar vencerlo en una lucha con los ojos vendados. Pan comido. Lo haría morder el polvo.

Aún estábamos discutiendo detalles, como quién sería el juez,  cuando oímos crujidos a nuestras espaldas.  Giramos automáticamente y vimos una sombra pasar rápidamente a unos diez metros de nosotros. Corrimos hacia allí sin pensar, pero ya no estaba. Nos paramos en seco. Miré a Jasper y supe que estaba pensando lo mismo que yo: no podíamos perseguirla. Podía ser una trampa para alejarnos de la casa y atacar a Charlie.

En lugar de eso, volvimos al claro. No sabía quién era nuestro visitante, pero estaba seguro de que era uno de los nuestros.  El olor de nuestra especie era fácilmente reconocible.

A mi lado, Jasper soltó un gruñido. Estaba claramente frustrado.

—Esto me está volviendo loco. Detesto sentirme confundido. No sé quién demonios está provocando todo esto, ni porqué. Y Alice no consigue ver nada que sea realmente de utilidad. Es como si supieran de su don y estuvieran evitando tomar una decisión a propósito. Si no hubiera visto a Victoria y a todo su ejército arder frente a mí, creería que esto es cosa suya. Es demasiado parecido a lo que hizo antes —.

Se pasó la mano por la cabeza. Tenía el ceño fruncido, tanto que sus gruesas cejas parecían una sola. Me habría reído de su expresión si yo mismo no me sintiera como él.  No saber qué estaba pasando nos colocaba en una posición de desventaja. Y a los vampiros no nos gusta sentirnos vulnerables.

Nos quedamos un buen rato en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Jasper trepó a un roble bastante alto, y se sentó en una rama gruesa.  Yo me quedé de pie al lado del mismo árbol.

Ya estaba bien entrada la noche. Apenas si se veía la luna, pues el cielo estaba cubierto de gruesos nubarrones. Se escuchaban algunos truenos lejanos de vez en cuando. Sólo era cuestión de tiempo hasta que se desatara la tormenta. El olor a tierra mojada saturaba el aire.

Estaba muy entretenido olfateando el aire, cuando capté un aroma distinto. Era fuerte, dulzón, y con un toque de... ¿perfume de mujer?

—Hola Emmett—. Alice salió de entre las sombras y se acercó a mí. Demonios, era tan sigilosa aun para ser un vampiro.

—Hola, pequeño duende.

—¡Jasper, baja de ese árbol! Alice está aquí.

No había terminado de hablar, cuando mi hermano aterrizó al lado de Alice.

—Lo sé. La vi venir antes que tú.

Levanté las manos, como disculpándome.

—De acuerdo.

Alice nos miró a los dos y puso los ojos en blanco. 

—Muy maduros. Oigan, he visto que alguien iba a pasar por aquí. Hicieron bien en no seguirlo. Era una trampa. Habían dos más esperando a unos kilómetros. En cuanto vieran que ustedes estaba lejos de la casa, iban a entrar. Son los mismos de mi visión anterior. La mujer y los dos hombres. Por eso he venido a echarles un vistazo. quería asegurarme de que estuvieran bien.

Lo dijo en plural, pero al mirar a Jasper sus ojos delataron todo el alivio que sentía de verlo principalmente a él sano y salvo.

Me aclaré la garganta, solo para fastidiar.

—Sí, Alice, yo también estoy bien. Me alegra ver que te preocupas tanto por mí, hermana.

Ella me sacó la lengua.

—Vine a relevarte, Emmett. Rosalie está histérica porque le conté lo que vi, y casi me ha arrancado la cabeza cuando no la dejé venir a verte. Quise hacerlo yo, porque no le he contado nada a Bella de esta última visión que tuve. Nos costó bastante calmarla la primera vez. Pero ya no podía seguir evitándola a ella ni escabulléndome de Edward, así que inventé una excusa y vine aquí.  Al amanecer vendrán Tanya y Esme a tomar el lugar de Jasper. Yo me quedaré con ellas. Así que, ya puedes irte.

—Sin problemas. Llámenme si hay que matar a alguien. ¡Adiós! —les grité, echando a correr.

Antes de perderme entre los árboles, alcancé a escuchar a Jasper decir:

¡Mañana te haré morder el polvo, Emmett!

Solté una carcajada.



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