Capitulo 25

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Andrea

Estaba en la sala de espera del hospital, eran las once en punto de la noche. Llevaba ahí más de siete horas.

Y ahí estaba yo, acurrucada en ambas sillas de la sala de espera, hecha bolita mientras abrazaba al morosho ya húmedo por mis lágrimas. Le oré a Dios para que Max estuviera bien, ya sólo faltaba esperar.

Estaba muy preocupada, y la madre de Max estaba a lado de mi dormida. Le avisé en cuanto internaron a Max lo que había pasado.

11:20

Me levanté y fui por un café a la tienda. La señorita que se encontraba dormida se sobresaltó cuando toqué la campana.

-un americano sin azucar- le dije a la señorita.

Ése era mi café favorito. Amargo, el sabor puro y original del café. Max me preguntaba porque me gustaba así, que sabía muy amargo para su gusto.

-así como a ti te gusta la nutella que está muy dulce, a mi me gusta el café muy amargo, porque, ése es su sabor natural... sin disfraces, sin secretos, sin mascaras... sin leche, sin azucar, sin crema... a la gente le gusta mentirse a si misma, por éso endulzan el café. En cambio yo, tomo el café como es en verdad. Amargo.

Recordaba que Max me había dicho que estaba loca, y que por éso me amaba... una lágrima corrió por mi mejilla mientras pagaba el café.

Volví a la silla, pero ésta vez, el morosho no estaba ahí, y me alarmé, pero me tranquilizé al ver que la madre de Max lo tenía. Me senté junto a ella.

-Max te ama demasiado- me dijo mientras acariciaba al morosho. Con sus ojos inchados por el llanto.

-lo sé...- le dije con la vista perdida.

-no quisiera que lo lastiamaras, ya sabes, cuando te vayas al instituto en Paris...- dijo con el ceño fruncido mientras seguía acariciandolo.

-¿qué? Yo nunca lo lastimaría.- le dije ésta vez mirandola.

-¿qué hay del instituto?- preguntó. Y yo no sabía cómo lo había descubierto.

-yo... yo... aún no me dan resultados- le dije nerviosa.

-si te vas... destrosarías a mi hijo, ¿sabes...? La forma en la que habla de ti... sus ojos se dilatan cada vez que le pregunto, y se le agrega una chispa de euforia al hablar...- dijo acariciando al morosho más rápido. me estaba empezando a sonrojar.

-yo...- quize explicarle sin encontrar las palabras.

-no me tienes que explicar, Andrea. Sólo, trata de decidir entre tu sueño, y tu verdadero amor, porque... no creo que encuentres a alguien que te ame de la misma forma que mi hijo. De ésa manera sincera y pura...- concluyó.

Ésas palabras, me destrozaban por dentro, ahora sabía de dónde había sacado Max lo poético.

Y nos quedamos en silencio, todavía esperando noticia alguna de Max.

Hasta que pareció que todas nuestras dudas se resolverían cuando el doctor salió de la sala de operaciones. Ambas nos habíamos levantado.

-¿qué le pasa a mi hijo?- preguntó la madre de Max.

-pues tiene varias heridas en la zona de la pierna izquierda y perdió mucha sangre, Pudo ser mortal, pero pareció un milagro, afortunadamente Maximiliano Vásquez sólo necesita una reconstrucción de la zona de la pantorilla, y necesitamos meterle injertos de músculo y llamar a un ortopedista profesional...- dijo revisando su tabla.

-¿y podemos verlo?- pregunté interrumpiendolo.

-sólo familiares...

-soy su novia...- interrumpí con ojos dilatados.

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