capítulo 32

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Ale: convencí a mi mamá para que me dejara quedarme, eso sí le dije que me quedaría donde una amiga.

- Mili saltaba de la alegría.

Tomó de la mano alejandra y ambas subieron hasta llegar a la habitación de mili, ella gritaba si, jugaremos a las muñecas.
Las ignore y me fui a sentar al sillón para mirar televisión, pero en mis pensamientos no podía creer que alejandra dormiría en mi casa.

NARRA ALEJANDRA.

- llame a mi mamá insistiendo que sin me podía quedar donde una amiga, al final acepto. Mili se veía tan tierna y feliz porque me quedara con ella, no paso ni un minuto,me tomo de la mano y me llego a su pieza para que jugaremos, se veía tan tierna con su pillama, jugamos media hora Hasta que se quedó dormida, la acosté en su cama, deje las muñecas en su lugar y salí muy lento para que ella no despertará.
Salí victoriosa del sillón, bajé las escaleras hasta donde estaba martín, se había quedado dormido, lo mire por algunos minutos sin hacer ruido, mire hacia la mesa, seguía todo allí, camine buscando la él lavamanos para poder lavar la losa, llevé la losa hasta la cocina para poder lavar lo que habíamos ensuciado.
Cantaba super bajito para no meter tanto ruido, pero alguien me tomó de la cintura, voltie, era Martin que me miraba con carita de sueño, me pregunto por qué hacia eso, le respondí que alguien debía lavarlo.
Todavía no me soltaba, me sentía incómoda, estaba roja, hasta que me dice en los oídos, no te haré nada, no te pongas nerviosa.

Yo: no estoy nerviosa- voltie, lo mire fijamente a los ojos.

Martin: se te nota que lo estás.

- se acercó más a mi, no me iba a poner más nerviosa de lo que estaba, seguían sus manos en mi cintura.

Yo: no estaría nerviosa de un tonto y estúpido como tú.

Martin: sigues pensando que soy tonto y estúpido?

- cada vez se acercaba más a mi, nuestras respiraciones se cruzaban, solo miraba sus labios.

Yo: sí, eres un idiota.

- me intente alejar de él, pero fue inútil.

Martin: por qué te quieres escapar? Dijiste que no estabas nerviosa.

- me acerqué a él, puse mis manos detrás de su cuello, ahora él estaba nervioso, no sabia lo que hacía, pero igual lo ponía nervioso, me dije al oído, no me gustaría un idiota como tú y menos me pondría nerviosa.
En ese momento soltó sus manos de mi cintura, trate de salir de esa situación incómoda pero...

¿No me mientes verdad ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora