𝟏𝟐𝟓. 𝐏𝐮𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐯𝐢𝐬𝐭𝐚 ✔

246 33 12
                                        

Con las bebés llorando como lo hacían, Qingqing y yo no pudimos ponernos al día en ese momento. Shuu, el mejor anfitrión, ayudó a los "invitados" a elegir habitaciones. Después, por supuesto, de un honorable intento por calmar a su hija.

Ni siquiera pude preguntarles dónde estaba Rowan.

Shuu, con una expresión firme y aparentemente inquebrantable, llevó a la mujer tritón y a Qingqing a dos habitaciones que podían usar. Como este castillo también era técnicamente el hogar de Shuu, no podía recibir a los machos de la misma manera.

"Qin me necesita"- dijo Bard con firmeza.

El cuello de Shuu se tensó con el más mínimo impulso de permitirlo. Pero era solo un pequeño impulso. Quizás había pasado demasiado tiempo, o tal vez era simplemente que ahora tenía una familia que también necesitaba proteger, pero desafiar a su antiguo rey no fue tan difícil como podría haber sido.

"Hablemos de esto abajo", dijo Shuu con frialdad. Mirar a la tritón de ojos vacíos, que pronto perecería, le tiró de las fibras del corazón. 'Qué triste'. No solo ella, sino toda su raza. Si la vida de su compañera estuviera en peligro de esa manera, él renunciaría por completo a tener hijos. No podía entender por qué el clan tritón de Qin se arriesgaba tanto.

El rey simio siguió a Shuu escaleras abajo. Muir no se quedó atrás, arrastrando a la joven y resistente serpiente.

Los guardias permanecieron dentro de las paredes del castillo en espera. Muchos observaban con curiosidad al pequeño grupo, pero no se acercaron ni intervinieron. Winston le había dado a Shuu permiso para liderar en su ausencia, y ellos obedecerían, aunque algunos con más reticencia que otros.

Con una mirada, Bard evaluó la situación. A pesar de sus ojos apagados y su corazón atribulado, su mente trabajaba en las palabras que debía decir. "¿Deberíamos esperar a que Winston regrese?".

"Sí", concordó Shuu. Su papel era el de un suplente. No podía tomar decisiones de gran importancia sin Winston allí.

Esas palabras no sorprendieron a Muir. Winston debía estar cazando o ocupado en alguna otra tarea. No habría problema, al menos con él, si esperaban el regreso de Winston, pero Qingqing necesitaba atención.

"Necesitaré cazar para Qingqing", dijo Muir.

Shuu lo entendió fácilmente, pero no era necesario que saliera ahora. Si Qingqing era ahora una mujer de su aldea, no había problema en que compartiera parte de la caza almacenada.

Shuu se volvió hacia los guardias y seleccionó a uno que sabía que tenía compañera. "Proporciónenles a los invitados lo que necesiten". El guardia asintió con brusquedad antes de alejarse para cumplir la orden. Le pidió a un segundo guardia, un halcón, que informara a Winston y Dale. "Dígales a Winston y Dale que el rey simio está aquí".

El halcón aceptó la orden después de otro vistazo curioso al grupo. "Sí".

Shuu se enfrentó al grupo y los invitó a sentarse en la única mesa circular de la habitación. Su compañera la llamaba "la mesa redonda", que obviamente lo era. No entendía por qué le resultaba gracioso llamarla así, ni por qué eran los "caballeros de la mesa redonda", pero nunca arruinaría su diversión.

Bard tomó un momento para admirar más que solo la artesanía de la mesa de mármol mientras sacaba un taburete a juego. El joven cachorro que vio crecer ya había asumido un papel similar al de su padre. Aunque Shuu no era un rey actualmente, parecía estar preparándose para tal posición. Bard no pudo evitar sentir que eso era el destino.

La joven serpiente los miró con cautela, eligiendo no sentarse. "Yo cazaré". Sin esperar una respuesta, se fue y nadie lo detuvo.

Después de que la joven serpiente se fuera, Hiro entró. Un rápido gesto de saludo fue todo lo que dio antes de subir las escaleras.

𝐀 𝐍𝐨𝐯𝐞𝐥'𝐬 𝐁𝐞𝐚𝐬𝐭 𝐖𝐨𝐫𝐥𝐝 | 𝐄𝐒𝐏𝐀Ñ𝐎𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora