Era un día bullicioso en la ciudad, de esos días calurosos en donde desearías no tener que toparte con una multitud, sin embargo esto no es posible para Aomine Daiki, ya que él es un policía y como tal no puede negarse a sumergirse día a día entre las sudorosas, ruidosas y poco amistosas personas que deambulan sin son ni ton de un lugar a otro en las aceras; como si de un río multidireccional se tratase.
De repente, algo anormal ocurría, a lo lejos, una persona parecía correr como si su vida dependiera de ello, Aomine acomodo su cinturón, se percato de que su arma estuviera en su lugar y luego de levantar levemente su gorra pudo divisar con claridad lo que se avecinaba. En realidad estaba algo asustado, si era parte de su imaginación aquellos hombres de negro que perseguían a la víctima, entonces no había problema, sin embargo estos tipos parecían cada vez ser más reales.
Daiki se había alistado a la policía hace menos de un mes, en realidad su turbulento pasado le obligo a ello, un tiempo su familia tuvo que preocuparse por su repentina adicción a las drogas, a duras penas logró finalizar el colegio y ahora entendía lo peligrosa que era su recién adquirida profesión. Era la primera vez que Aomine pondría a prueba sus conocimientos del entrenamiento para lanzarse al patrullaje; solo rogaba por no estropearlo, aunque quizá la puntería no sería su problema ya que era todo un as cuando jugaba al baloncesto en la secundaría.
La víctima era un joven pelirrojo, al parecer de la misma estatura de Daiki, su cuerpo aún con ropas holgadas parecía estar muy bien tonificado, por eso los tipos que le seguían no podían alcanzarlo, sin embargo algo iba mal, la multitud estaba ahora conmocionada, los tipos de negro parecían portar armas. Daiki tragó hondo, hasta que logró divisar las palabras del joven que corría a la delantera:
-¡Dispárame! ¡No me importa perder mi vida ahora, solo tira a mi pecho!
Daiki se paralizó, era la primera vez que alguien le pedía que le matará, el joven le hacía señas extrañas que él no lograba entender, por supuesto no podía dispararle a alguien mientras que ese alguien no infringiera la ley, estaba confundido, pero si no acababa con esto los tipos que seguían al pelirrojo acabarían por destruir la paz; en realidad ya lo habían hecho, la multitud parecía un enjambre de abejas, que revoloteaba gritando por doquier, era la oportunidad de Aomine, entre tal bullicio podría acercarse...
En ese instante el chico logró acortar la distancia con Aomine primero, le susurró algo al oído, tras de eso se oyó un disparo, aquel hombre que era perseguido, cayó súbitamente al suelo, seguido de que Aomine temblando dejará caer su arma, la multitud empeoró, el pánico parecía apoderarse del sitio, los hombres de traje negro, al ver lo ocurrido parecían satisfechos, rápidamente despejaron el lugar, Aomine estaba consternado, tenía que huir de allí o probablemente le darían cadena perpetua, su futuro antes seguro parecía un torbellino negro que pronto lo engulliría por completo.
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El policía y el yakuza se enamoran[AoKaga]
FanfictionUn día como otro Aomine salió a hacer su rutina, solo que esta vez se encontraría con un joven que le pide algo no habitual para un policía.