Shot 7

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Pero en ese preciso instante, la cara sonriente de Aomine se le vinó a la mente, no sabe porque, pero le recordó sosteniendo su vaso de cerveza y esperando con ansias unos bocadillos para acompañar. Los dedos de Kagami se relajaron y solamente golpeó al sujeto con la parte trasera de su arma; sentía que una vez más Aomine trataba de enderezar su vida, en realidad era todo un policía, aún fuera de rutina.

Sin mucha más demora huyeron lo antes posible, los ayudantes le preguntaron a Taiga si en la casa quedaban cosas de valor, él recordó que la parte superior de la cómoda parecía intacta y que quizá aún si ellos lo deseaban podrían volver para revisar, sin embargo que él no les acompañaría. Al parecer el ojo de Kagami estaba completamente morado, tenía mucho sueño, le tomó casi dos semanas para poder contactar a los sujetos y una más para que pudieran reunir los preparativos necesarios para el asalto, no sabía bien cuanto había pasado pero calculaba que era más de un mes de no ver a Daiki.

Tenía mucha preocupación ¿Estará comiendo bien? ¿Habría empezado a salir con otra persona? ¿Se habrá olvidado de todo? Sin embargo, ante todas esas preguntas, su mayor duda era, si él le recibiría de nuevo, de verdad le daría una nueva oportunidad, sentía que no tenía derecho, pero esta vez estaba dispuesto a devolverle de cualquier forma todo lo que él había dado.

En realidad Taiga no tenía a donde ir, no había una familia, amante, amigos, nadie le esperaba, su única opción era intentar buscar un trabajo por su cuenta o simplemente acudir por la ayuda de Aomine; no podía depender más de sus camaradas para el asalto, solo era gente avariciosa y que pretendía obtener dinero. Se dio cuenta absoluta y rotundamente que la única persona en su vida era Daiki, no había nadie más allí, pero él estaba decidido a devolverle todo eso y mucho más, porque siempre creyó que era alguien de palabra.

Kagami merodeaba por los alrededores del caserío en donde vive Daiki, daba vueltas tratando de decidirse, su estomago empezaba a crujir del hambre, fue a un parque cercano a tomar agua, parecía todo un paria, como él mismo se autodenominaba. Estaba a punto de anochecer, cuando se decidió, subió una a una las gradas de las escaleras que conducían al apartamento en donde pasó los mejores tres meses de su vida, y fueron tres por que Aomine le rogaba con el pasar de cada día que se quedará a su lado.

Se recostó contra la pared al lado de la entrada del piso, lentamente se deslizó hasta quedar sentado en el suelo, sosteniendo sus piernas con ambas manos;  parecía un cachorrito esperando a su amo, en este caso una cría de tigre abandonada. La escasa luz que se filtraba por la ventana del caserío, daba la idea de un ambiente completamente onírico a aquel corto zaguán en donde Kagami esperaba a la persona más importante en su vida.

Lentamente oyó los pasos que subían las gradillas de madera y vio al apuesto policía por el que aguardaba sentado en silencio; aquel hombre de su misma edad, pero con piel morena y cabello azulado; este le miró primero asombrado, luego parecía sosegarse. Kagami le veía con atención, mientras una lágrima se asomaba, quería decirle algo, cualquier cosa, sin embargo, su garganta estaba hecha un nudo...

-¡Ya regrese!

-Bienvenido a casa.

El policía y el yakuza se enamoran[AoKaga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora