Capítulo 9

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En colaboración con Gustavo Torres


Las cosas en Hogwarts estaban en una inusitada calma, después del incidente donde Kissy Weasley y Lesma Rookwood se libraron de tanto pelo, o más bien, Madame Pomfrey encontró una solución a ese problema, las bromas pesadas dejaron de ser diario; Andrea y Alexander no se sentían tranquilos, tampoco Mena, aunque esperaba que lo ocurrido fuera suficiente para que se mantuvieran en paz. Keisi era más optimista y pensaba que eso sólo era el fin de un año de pleitos estúpidos entre los leones y las serpientes.

—No es por las casas. —Andy miraba a la pelinegra con un gesto indefinido—. Es esa cara de papa que me odia por lo de... —Evitó deliberadamente decir el por qué, aún le costaba trabajo externar ese hecho en voz alta—, por lo de Ron Weasley. Ya sabes, su tonto ego inflado y por ser familiar de un héroe de guerra y el hecho de que su prima se haya casado con el elegido, lo que la hace emparentar con otro héroe de guerra, y eso la vuelve insufrible.

Keisi Anders torció la boca, pero no dijo nada más, al parecer, sus amigos seguían en esa línea de odio Slytherin-Gryffindor, no entendía las llamadas cicatrices de guerra y los prejuicios, incluso encontraba simpática a la pelirroja. A veces la oía en los pasillos con la chica del cabello multicolor cantando canciones bobas, que más de una vez le habían arrancado una sonrisa.

"Transformar, transmutar un objeto o ser vivo en uno inanimado requiere de práctica y el movimiento de varita adecuada, según los estudios de Abherey Cohen-Fo, la anatomía del objeto a transmutar influye en el resultado del hechizo en cuestión"

—Estuviste a punto de hablar —mencionó Amshel.

—Lo sé, me sigue costando todavía no poder hablar de ello —susurró Andy, en un extremo de la mesa trabajan sus amigos.

—¿Qué tanto susurran? —Interrumpió Mena.

—De nada importante.

—Deberías hablar con ella, te fastidiara hasta que se lo digas.

—Deja de leer su mente.

—No lo hago, pero eso intuyo. —Dejó escapar un suspiro, al final tenía razón.

Mientras eso pasaba en la mente de Andy, en la de Mena estaban las vacaciones. Todavía no sabía por qué su abuela iría a Durmstrang, sin embargo, no se negaría en acompañarlas, realmente tenía muchas ganas de ver a Vladimir, aunque también estaba el asunto de Cristián y lo que le había prometido.

—Hola, Cris.

—Hola, Mena. ¿Qué tal te va?

—Excelente, por cierto, debo preguntarte algo.

—¿Qué pasa?

—Sobre mi propuesta...

—Por supuesto que quiero ir.

—Eso no lo dudo, pero necesito saber si tus padres te dieron autorización.

—Apenas les voy a enviar una lechuza —respondió con una sonrisa inocente y mostrándole la carta.

¡¡¡Papá!!!

¿Adivina qué? Mena McGonagall me invitó a pasar las navidades en su casa, ya sabes que su mamá es diseñadora de escobas y podré ver el nuevo prototipo del último modelo en el que está trabajando. ¿Verdad que es genial? Por favor, di que me dejan ir. Sería estupendo, después de que no pude entrar al equipo, Harrison se pierde de mi talento, pero quizás sea para el próximo año.

Los quiero.

Cris.

—Será mejor que la envíes de inmediato. —No tan convencida de las palabras del chico.

Plumas de FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora