Capítulo 20.

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-¡Maestro, déjeme ayudarlo! - gritó Crawford. El maestro tironeaba, y pataleaba con debilidad.
-Quieto, pedazo de mierda- susurró Crawford.
-Hannah, pásale el alcohol de una maldita vez. - dijo Trevor. Hannah reaccionó y metió su mano en el bolsillo del chaleco de Crawford.
Si, le pasó su abrigo. Uy.
-Toma, ahí está el algodón y las vendas.- dijo Hannah con debilidad.
-¿Qué vendas, Hannah? - habló Crawford.
De pronto, un enorme trozo de terciopelo...blanco... Cayó del bolsillo.
-¡Es de mi abrigo! - grité.
Esto significa que...
No puede ser. Crawford es... El asesino. No, no. Calma Ellen. Debe haber una explicación.

El retazo estaba enganchado a una nota. Cayó al suelo, yo nerviosa la tomé y la leí :

Ellen, hermosa. Más te vale que hagas lo que pido, o yo mismo te mato. Piénsalo.
Te amo, preciosa.

-¡¿Qué diablos es esto, Crawford?! - tiré la nota al suelo, viendo cómo caía lentamente, sin hacer un ruido. Trevor la vio por encima, y apretando los puños, dijo:
-¡Mierda, Crawford ¿Qué mierda te pasa? - habló Trevor, en voz alta. -¿Tú eres el puto asesino? -
-¡¿Qué?! ¡Mierda, Trevor, mierda! ¿Qué coños te pasa? ¡no escribí eso! - gritó Crawford, mientras sostenía al maestro en sus brazos.
No creo que Crawford sea el asesino, todas las pruebas apuntan a John... ¿cómo es eso posible?
El ruido de las sirenas de los automóviles que venían de lejos me interrumpieron; me asuste. Venía la policía.
-Ojalá te pudras en la cárcel, maldito.- Dijo secamente Trevor, mirando fulminante a Crawford.
Se veía qué él no entendía ni mierda. Su mirada se notaba totalmente confundida. ¿Qué coño pasa?
-Crawford... Tú... ¿Tú mataste a Ross? - mi nudo en la garganta me hacía imposible hablar.
-Ellen, por Dios, no. Créeme...
-¡Alto, policía! -
La justicia había llegado.

(...)

Serían las 23:45 pm. Pasamos todo el puto día en el juzgado, tratando de explicar los hechos, para ver si la policía resolvía el caso.
Vimos a Crawford salir detrás de una gran puerta, acompañado de dos grandotes simios* guardias. Llevaba sus lindas y delicadas manos atadas a unas horribles esposas.
-¡Crawford! - corrí hacia él, lo abracé tan fuerte que soltó un quejido.
Enseguida llegó Hannah, la cual se abalanzó sobre Crawford, tomando las mejillas de él, besando sus bonitos labios carnosos.
Quedé en shock.
-Crawford, dime que te dejarán salir, dímelo. - musitó Hannah sobre sus labios. Con suavidad.
Crawford la miró con ternura, pero continuó con el beso.
-No, pasaré la noche en la cárcel. Lo lamento.
¿Qué? ¿cómo es posible? Crawford es muy bueno, desde siempre. Es imposible que... Que se atreva a hacer esto.
Sentí cómo mis lágrimas caían por mi rostro, haciéndome cosquillas, causando una gran pena.
Ver a Crawford, ahí, sufriendo, me partía el alma. Tenía miedo que lo dejaran en prisión el resto de la vida.
Rompí a llorar.

Terciopelo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora