-Ellen, oh Dios. ¿Dónde demonios estás?-
-Madre, estoy en el juzgado. No creerás... -
-¿Está tu novio? - se calmó.
-Sí, Hannah también.-
Le explique lo que sucedió, no lo podía creer. También creía que Crawford era inocente. Todo ésto me ponía mal. Ay, cielos.
Hannah y yo nos despedimos de Crawford, muy, muy tristes. Caminamos hasta el hogar de Hannah, y nos despedimos.
-Aurevoir, cuídate. - hablé suave.
Ella me miró y asintió. Sonrió y entró a su casa. Rompí a llorar, Trevor me habló :-Hermosa, ¿sucede alg...
Y lo abracé. Estaba muy nerviosa, débil, cansada.
-Todo bien, no te preocupes.- susurré entre sus brazos.
-Bueno... ¿vamos a tu casa?- él elevó mi rostro, tomándolo desde el mentón hasta quedar frente a él. Y me besó.
Continué moviendo mis labios, a su ritmo, los besos tan cálidos cómo los de Trevor calman a cualquiera.
Me separé de sus labios.
-No, no. No estoy de humor para esto...
-Oh, claro. Lo entiendo princesa. ¿Vamos o...
-Por supuesto, mi madre nos espera.
Tomé su mano y lo empujé hacia adelante, caminamos unos minutos.
-¿Qué hora es?- hablé.
-Casi media noche.
-Oh... Es muy tarde. - tomé mi teléfono y llamé a mi madre.
-¿Aló?- se escuchó del otro lado. Su voz sonaba cansada, y era por mi culpa.
-Madre, estamos por llegar.
-¿Dónde estás?
-Cerca.
-¿Qué tan cerca?
-En la esquina.
-Okay.- y cortó. Ritah estaba... No sé... Extraña.
Dimos pasos lentos, pero largos. A llegar a la esquina, dimos vuelta, y desde lejos vi mi casa... ¿con la puerta abierta?
Corrí. Trevor iba detrás de mí, algo confundido:-¿Por qué corres?-
-Mi madre.
Me adelanté. Corrí cómo jamás lo había echo, hasta llegar a casa.
-¡Ritah!- exhalé con fuerza, dando un fuerte portazo.
-Ellen, ¿Qué suce... -
Él se detuvo. Y sus ojos se abrieron enormemente.
Ri... Ritah... Estaba...herida.
-¡MADRE, POR DIOS! - y rompí a llorar.
-¡Ellen, ya, calma. Solo está herida!- gritó Trevor, corriendo hacia Ritah, ayudándome a ponerla de pie.
Tenía una herida en la pierna, y... ¡mierda! Un retazo de terciopelo. Ya no era novedad. Sentí cómo mi corazón palpitaba, rápido, con miedo y rabia.
Conchetumadre*, era imposible que Crawford hubiese sido. Mierda. Mañana mismo iré a la comisaría.
-Madre, madre. Aquí estoy, contigo ; no te dejaré.- susurré apoyándo su cabeza sobre mis piernas. Ritah elevó su mirada, encontrándose con mis ojos, totalmente mojados; solían ser tan vivos, tan... alegres, ahora solo... Se apagaron.
-Hija, estoy bien, deja ponerme de pie...
-Madame, no. No haga eso.- Trevor la tomó en los brazos y la sentó en el sofá.
-Gracias cariño, ahora, Ellen, tráeme algo para curarme- mi madre señaló encima de la mesa, dónde había un pequeño botiquín de emergencias.
-Sí.- y corrí.
Lo tomé; tenía las manos sudorosas, temblaban y estaban frías. Caminé hacia Ritah y Trevor, le dí el botiquín.
-¿Quién te hizo esto, madre?- me senté a su lado, mientras ella y Trevor curaban su pierna.
-Fue... Fue un chico. Bastante guapo, por cierto.
-Crawford...
-¿De qué mierda hablas, Trevor? ¡Crawford está en prisión, es imposible! ... - elevé mis brazos, cómo siempre, alborotada.
-¡Ellen, basta!- la voz de Ritah me calmó. Miré de reojo a Trevor, tenía el ceño fruncido. Solté con ira lo que tenía en mis manos y subí a mi habitación. Di un portazo.
-¡Ellen, qué...!
Mi madre no terminó la frase.
-No, no hay problema, sé cómo es ella, no se preocupe. Es más, yo ya me iba- sonrió a Ritah y caminó hacia la puerta.- Adiós, madame.- se despidió con un gesto amable.
-Buenas noches, querido.
Por otro lado, yo estaba tras la puerta, llorando ; furiosa, enrabiada.
Me recosté bocabajo sobre mi almohada, recordando éste pesado día. Lloré.
Lloré.
Lloré.
Y lloré.
Hasta que me dormí.Conchetumadre: blasfemia utilizada en Chile, palabra que puede ser cómo un insulto usado en momentos de ira. Idioma vulgar.
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Terciopelo.
TerrorEsta es la extraña historia de Ellen O'connor, una joven de 16 años que vive demasiadas aventuras. La normalidad no durará para siempre, ya que aparece un psicópata...algo extraño. El asesino es más cercano a ellos de lo que parece. La historia se a...