*Narra Ellen*
Salí corriendo. Jamás dejaría que alguien me tocara, menos John. No.
Bajé las escaleras, intentando encontrar con desesperación a Trevor; las ganas de estallar, de llorar me consumían. Justo al final del pasillo, estaba él.
-¡Trevor!- grité entre lágrimas. El rápidamente me dirigió una mirada, sonriéndo; al verme llorar se le borró la sonrisa.
-Ellen, ¿Qué sucede?- dijo envolviéndome con un cálido abrazo.
-John, John...vámonos ahora- dije en voz baja. Las palabras eran pesadas, cuesta que salgan. La garganta se sentía extraña.
-John...maldito. Vámonos nena- dijo él, tomándome de la mano y buscándo a Crawford y Hannah.
Nos costó mucho encontrarlos, Hannah estaba sobre el sofá, dormida y con su rostro pintado con lapicera.
Crawford estaba en el baño:
-Hey, nos vamos.- dijo Trevor con seguridad.
-¿Qué?¿y eso por qué?- dijo Crawford entre pucheros, los cuales se veían muy sexys.
-John molestó a Ellen, tenía que cagarla- dijo Trevor, furioso.
-Pues vámonos.
Yo ya estaba afuera, con Hannah. Decidí no entrar, quizá John me molestaría de nuevo; la fiesta estaba aún muy prendida, pero cuándo llegaron los chicos: nos fuimos.
Hannah rió todo el camino, sí que estaba borracha. Al llegar a casa, eran las 23:05 PM, yo aliviada, golpeé la puerta:
-Madre, somos nosotros- hablé.
Ritah abrió la puerta, nos miró y dirigió esos ojos al reloj colgado en la pared detrás de ella:
-Es muy temprano. Qué buenos chicos son.
-Si, señora. La fiesta se tornó aburrida y...aquí estamos.- dijo Trevor.
-¿Dónde está mi cerveza?- gruñó Hannah.- Quiero mi cerveza.- habló.
Mi madre la miró extrañada, luego rió:
-Ella sí que tomó...y mucho.- dijo.
-Si madre, ¿podemos pasar?- hablé yo.
-Oh Dios, claro pasen.- tras eso, ella se adentró a la casa, mientras pasamos los demás.
-¡I kissed a girl!- gritó Hannah, quién se había recostado en el sofá.
Ritah me miró extrañada, creo que no sabía qué había dicho Hannah. Trevor y Crawford me miraron al mismo tiempo, ver dos pares de ojos hermosos: unos azules mar y los otros marrones.
Yo me puse nerviosa, Hannah no paraba de cantar y gritar:
-Ellen, ¡I kissed a girl!- gritaba cantando, sin parar.
- Basta Hannah, vamos a dormir- le dije con suavidad.
-Si nenas, les llevaré la cena a la cama- dijo Ritah.
-Madre, no. No tenemos hamb...
-Callate Ellen, madame, yo si. Muero de hambre. ¡Viva la comida!- gritó cómo cabra loca.
Mamá rió, y se fue a la cocina para preparar unos sándwiches; Trevor se levantaba para marcharse, y Crawford también. Ambos se pusieron sus abrigos y se despidieron de mi madre, pero Trevor me besó en la boca, ji.
-Aurevoir- se despidieron al unísono.
Hannah y yo elevamos nuestras manos e hicimos un gesto de despedida.
En otro momento, me di cuenta de algo que me sobresaltó: mi abrigo se quedó en la casa del idiota.
¡Shit!¡Diablos! Perdí el abrigo de papá. Obviamente, no volvería a ir a la casa de John, entonces decidí no contarle a mamá.
-Nenas, los sándwiches están sobre la mesa.
-Señora, usted es genial, ¡auch!- se quejaba Hannah, tomándose la cabeza con una mano.
-Gracias madre, sabes que amo el queso Cotage.
-Amor, te gusta tanto cómo el Gauda- rió, con una pequeña sonrisa.
Como perros callejeros ambrientos, devorámos los sándwiches. Hannah comía cómo loca, sí que le gustó.
-¿Vamos a tu habitación?
-Sí, ya casi es medianoche.
Rápidamente, nos levantamos de la mesa y nos despedimos de Ritah.
-Ellen, ¿se quedará a dormir?- habló ella.
-Si madame. Claro, si usted quiere- dijo Hannah.
Ritah hizo un gesto de ternura, de esos que hace cuándo se pone cursi conmigo.
-Oh linda, claro que sí. Oye, espera...¿esa es una camiseta de "Panic at the disco"?
Ay no, aquí viene mi madre del siglo 21.
-Si, ¿acaso le gusta?- dijo Hannah, sobresaltada.
-No, ¿No es ese grupo de música que te gusta Ellen?
¡Diablos! Ni Hannah sabía que me gusta esa música.
Ahora tendré que confesar.
-Oh...eh...sí. Pero madre, creí que no le contarías a nadie...- dije, sintiendo cómo mis mejillas se tornaban rojas.
-Creí que Hannah lo sabía...perdona hija- habló Ritah.
-Ellen, es genial que te guste, no lo sab...
-Vamos a mi cuarto, Hannah.
Luego de decir eso, subí. Hannah llegó al instante, detrás de mi.
Le dirigí una mirada nerviosa, ella de inmediato quizo saber qué pasaba.
-¿Sucede algo?.
-Me ha llegado un mensaje.
-¿De quién es?
-Número desconocido.
-¿Y qué dice?
-Deja de preguntar y léelo.
Hannah tomó mi teléfono y lo leyó:
"Hola hermosa, gracias por lo de hoy"
-¿Gracias por lo de hoy?- Hannah citó lo del texto.
-Debe ser de John. Él me besó en la fiesta- dije con un susurro.
-¡¿Te besó?!- gritó.
-Shhh, baja la voz. Mamá te puede oír.
-Oh, lo siento.
-¿Llamaste a tu casa?
-¿Para qué? A Derek no le importo- sentí cómo Hannah se incomodaba, bajó la cabeza y elevó los hombros. Ellen, metiste la pata.
-¿Derek?- me sorprendí.
-Mi padrastro, ese alcóholico bastardo que le grita a mi madre.
-Eso es terrible. Hannah, sé lo que es crecer sin un padre, quiero que sepas que tienes mi apoyo- le sonreí con ternura. Traté de arreglar lo que hice.
Según lo que me contó Hannah, su madre se llama Amelie, y su padrastro Derek. Él no trabaja, entonces eso lo debe hacer Amelie, él se enoja si no está lista la comida o cualquier otra estupidez: por eso le grita o llega ebrio. Lo bueno es que no la golpea, gracias a Dios.
Amelie es una mujer bastante curvilínea, de hermoso cuerpo y ojos verdes. Tenía pecas, se le veían tiernas; su cabello era negro, negro y onduladamente hermoso. Casi como la noche.
-Gracias Ellen. Por ahora, haces suficiente.- Hannah me abrazó, y creo que comenzó a llorar, pues su respiración se tornó acelerada. No me atreví a preguntarle.
Esa noche, Hannah durmió en mi cama y yo en un sofá-cama que estaba en el ático.
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Terciopelo.
HorreurEsta es la extraña historia de Ellen O'connor, una joven de 16 años que vive demasiadas aventuras. La normalidad no durará para siempre, ya que aparece un psicópata...algo extraño. El asesino es más cercano a ellos de lo que parece. La historia se a...