Capitulo 15

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--"Había un momento divino cuando ponía mis manos alrededor del cuello de las niñas y observaba cómo se iba apagando la luz de sus ojos. Solo aquellos que matan saben a qué me refiero." -Pedro Alonso López. 

--"Terminar con una vida humana no era nada, lo había hecho tantas veces... No era nada. Era como sacar a pasear al perro." -Keith Jesperson.

--"No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas."- Jack el Destripador 

***

--A sí que te crees vampiro, Robert, como para pedir beber de mi sangre.

--Necesito alimentar a mi demonio, doctora--hizo una pausa tras dar un tamborileo en sus rodillas--. No me satisface nada la idea de tener que asesinar a esas mujeres, solo para apaciguar al demonio, aunque admitió que es una experiencia única y  entretenida--tomando a puntes, pude observar a Robert, que se ponía de pie para dirigirse a la puerta, y gritarle a Sarah con voz brusca, que le trajera una soda.

--Pero resulta odioso en varias ocasiones, señorita Winters--dijo, con cierta repulsión--. Es odioso que tu demonio solo se alimente de sangre, resulta fastidioso, a tal grado que ahora la sangre me sabe a agua. 

Su mirada perdida, sus cuerpo erguido y su sonrisa ancha, su rostro despreocupado.

IAIN.

Esta bien Iain, nos vemos donde siempre, Andrew.

Ese día le llame por tercera vez a la señora Loudwizky, pero no atendió a la llamada telefónica.

--¿Cómo estas, Evan?--pregunte al más frío de mis pacientes. Su cabellera roja reclama atención, pero más, aquellos ojos negros, tan opacos y vacíos. Él no respondió--. ¿Cómo esta tu demonio, Evan--levanto la mirada directamente hacia donde me encontraba, sonrió tan deliberadamente, que aquello me tomo desprevenida.

--Más fuerte que nunca Doctora--movió su cabeza de un lado para otro, sonriendo y negando con movimientos lentos-- Y sobre todo... decidido. 

Eran las 3:17 de la tarde, Sarah abrió la puerta para permitir que Luke entrara a la pequeña oficina, su cabello rebelde y despeinado, su rostro colorado y su respiración agitada, su camisa desarreglada, y su bragueta a medio subir. 

--¿Cómo estas, Luke?--pregunte. Aquel chico que tenia sexo con su propia hermana estaba tan absorto en sus pensamientos, que ni siquiera se percato de que le había preguntado algo--. Luke--dije con un dejó, su rostro lleno de un extraño sentimiento. Sus ojos llenos de lujuria. --¿Cómo estas?--dije tras, tener su atención.

--Excitado, doctora Winters.

Repasaba los expedientes de cada unos de mis pacientes, sus respuestas y pensamientos. La débil fragancia de Yahel, lleno la habitación, que esta, se dirigió al diván, en el cual se recostó. Deje a un lado, todas las carpetas, tome de la tabilla, y camine a mi sitio habitual de siempre.

--¿Cómo estas, Yahel?--pregunte a mi única paciente mujer. Estaba más delgada y con nuevos cortes en su cuerpo, y con vendajes en cada una de sus muñecas, que me recordó a mi sueño. Su cabello en marañado y sin brillo, su piel blanca, y sus ojeras purpureas. 

--Bien, señorita Winters--su voz, no mostraba ninguna emoción. 

El rostro afligido de Daniel, era insoportable de mirar, te invadía una repentina sensación de lastima, que era preferible no sentir.

--¿Cómo estas, Daniel?-- mi joven paciente, tamborileaba rápidamente sus dedos en los vaqueros--.¿Daniel?-- no contesto, y nunca me miro--.¿Cómo esta Valeri, Daniel?--ahora, poso sus ojos sobre mi, sonriendo abrió la boca para hablar, pero la cerro de golpe--- ¿Daniel?--volví a preguntar.

--Anoche, fue la mejor noche que he tenido doctora--evito mi pregunta.

Gerard traía en mano, un ramo de flores violetas, sus ojos azules y su cabello negro, su piel pálida, resaltaban su tristeza. 

--¿Cómo estas, Gerard?--pregunte al más pasible, educado y cariñoso de mis pacientes.

--Estoy bien, Rosalie. Con una paz en mi interior. La voces, pararon de gritarme y darme ordenes. Estoy decidido y contento.

--Supongo que está es tu forma de decir adiós, Gerard--me entristecí al comprender aquella paz, que emanaba de su interior. 

--Si, señorita Winters, hoy por fin estaré con Gin. 

Y al escuchar aquellas palabras, una lagrima resbalo por mi mejilla, no pude hacer nada más, que sonreirle. Sus ojos azules se cristalizaron, su sonrisa cálida me acogió por un segundo, y recordé que cada uno llevamos un demonio dentro de nosotros, y que de una u otra forma, el demonios había matado a Gerard, y el que estaba frente a mi, era simplemente su demonio, que había tomado control sobre su vida. 

El rostro marcado y duro de Robert, poseía unos ojos grandes y penetrantes. 

--¿Cómo te encuentras Robert?-- el paciente más incumplido, callado, reservado y un poco raro, hablo para sí mismo, ya que su voz apenas era un audible susurro.

--Sediento, excitado, emocionado, triste, feliz, hablador, mejor que nunca--hizo una pausa larga--. Amor y paz--rompió en una estruendosa risa llena de ironía al escucharse hablar de tal forma.

Todos mis pacientes, todos mis chicos, sabían que yo trataba de descubrir algo o que buscaba algo. Y ellos parecían saber qué. Pero ellos hablaban para sí mismos.  Es el día 13 de septiembre, y a las 11 con 22 minutos, me han informado que seis de mis catorce pacientes, acaban de fallecer.Todos se habían suicidado, para ya no escuchar más a sus demonios. Ellos, habían muerto este día, unas horas después de su consulta. Había fallado.

IAINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora