Capítulo 1

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Guillermo Diaz se encontraba en su habitación, estaba jugando, como de costumbre solo, porque sus amigos de la vecindad no salían hasta dentro de las cinco y apenas eran las tres. Tenía ya diez años y apenas y lo dejaban salir a la esquina solo. Eso le molestaba, le molestaba mucho y por eso él deseaba ser grande e independiente. Tampoco podía pasar (incluso aveces no podía ni verla) por la casa de los de Luque. Su madre le había contado que el Señor de Luque era un violador. Y que los violadores no heredarían el reino de los cielos. Estaba en la biblia.
Aveces su madre lo privaba de muchas cosas porque eran pecado. Pero a Guillermo jamás se le había pasado por la mente la idea de que él fuera un pecador; sus higos, sí. Pero él no.
Una vez, a principios de Junio de aquellas vacaciones veraniegas, había visto a Rubén, su amigo de la escuela con Mangel. Ellos estaban debajo del puente de Castle Rock, a unas cuantas calles de llegar a Jerusalem's Lot, el lugar donde vivía Guille. Mantel tenia agarrado de los hombros a Rubén y Rubén tenía sus manos pegadas a la cintura de Mangel, Guille se había detenido para saludarlos, y justo antes de que si boca emitiera algún sonido, vio que Mangel le plantaba un beso en la boca a su amigo. Entonces, Guille no dijo nada, tomó de nuevo su bicicleta y echó a pedalear más rápido hacia Jerusalem's Lot. Esa noche Guille le contó a su madre lo que había visto, y su madre le había dicho que los homosexuales tampoco heredaban el reino de los cielos, y que en vez de eso, se ganaban un lugar en el aro de fuego. Le había dicho que en la biblia decía que Dios había borrado a toda esa gente cuando destruyó Sodoma y Gomorra, pero que aún quedan unos que otros por borrar.
Pero a Guillermo eso no le importaba, porque él no se consideraba homosexual. Le gustaba uno que otro chico, sí, pero eso no lo convertía en homosexual.
Cuando el relog dio las cinco de la tarde, Guillermo bajó las escaleras lo más de prisa que pudo, aunque en el umbral de la puerta lo detuvo su madre.
-Cuídate mucho mi niño -dijo con una sonrisa inexpresiva.
-Sí, mamá.
-Recuerda lo que es bueno y malo.
-Sí, mamá -volvió a repetir con el mismo tono.
-Y no te juntes con tus amigos los homosexuales, eso se contagia -su madre le dio la bendición y Guillermo echó a correr por la calle.
Sus amigos y él llegaron al mismo tiempo. Frank Garnes llegaba como de costumbre con su bicicleta verde y sus guantes de fútbol puestos. Rubén y Mangel llegaban juntos -ya llegaban así incluso antes del beso- y Lana llegaba acomodándose la falda por el viento.
-¿Fútbol de nuevo? -dijo Lana-. Creí que haríamos otra cosa.
Rubén y Mangel rieron como locos ante la expresión de Lana.
-Bueno, ¿qué propones? -dijo Frank quitándose los guantes.
-Yo tengo una idea -dijo Mangel-. Entremos a la casa de los de Luque.
Guille, quien había escuchado la platica atento, se echó para atrás, sorprendido.
-Mi madre dice que es un violador -dijo Guille.
-Que raro. La mía dice que él mató a su esposa y por eso no sale nunca -dijo Rubén.
-¿Entonces como saben que sigue ahí? -Frank puso cara de retador y miró a Guillermo.
-Yo que sé, no creo que siga ahí.
Entonces comprendió buque estaba más que claro. Iban a enviarlo a él a la casa de los de Luque, le enviarían porque él era un hijo de Dios.
-¿Por qué no va Guille? -dijo Rubén-. ¿Qué puede pasarle?
-Sí, que vaya él.
-No creo que sea una buena idea... mi mamá dice...
-¿Acaso no dice la biblia que los cobardes no heredaran el reino de los cielos? -le hecho Frank.
Y era cierto. Así que, de todas formas si lo hacia o no lo hacia, estaba condenado.
-Bien, voy a entrar -dijo arrastrando las palabras de su boca.
Caminaron hasta la Gayle Street y se detuvieron justo enfrente de la verja de la casa. Guillermo dio un suspiro y entró por uno de los agujeros de la verja.
-Buena suerte, pringao -bufó Frank.
Guille entró lentamente por el jardín. Toda planta estaba seca y no se veían que alguien hubiera estado en la casa hace años. Por un momento Guille pensó que no había por qué temer, él se había marchado.
La puerta principal era de madera y estaba tan comida por las termitas que podía haberla abierto de un golpe, pero si el Señor de Luque se encontraba aún viviendo ahí y lo veía en el patio, seguro que lo violaba; o peor aún, lo asesinaba.
Abrió la puerta lentamente y esta hizo un chirrido irritante que se coló por las inmensas paredes de la casa.
El pánico lo rodeó una vez que se encontró el la sala de la casa. En la pared que Estaña frente a él, había colgada una cabeza de perro como adorno, Guille, al ver esto, estuvo a punto de vomitar.
-Solo es un adorno, no es real -susurró para sí mismo.
Subió por las escaleras mientras abría los ojos y se mantenía alerta por si aparecía el Señor de Luque, o un monstruo que quisiera comérselo.
Pero ninguna de las dos cosas sucedieron. Guillermo llegó hasta la puerta de la habitación del Señor de Luque y pensó, ya he cumplido, no tengo por qué abrir la puerta. Nadie va a enterarse si lo hice o no. Luego recordó lo que Frank le había dicho, que «los cobardes no heredarían el reino de los cielos», y abrió la puerta.
Y luego de haberlo hecho, quiso arrepentirse, quiso haber borrado de su cabeza el día, la hora y el año que decidió abrir la puerta. Quiso hasta no haber nacido, o haber sido ciego.
Guillermo soltó un grito desesperado y hecho a correr hacia el lugar de donde provino. Para su suerte aquella cosa no lo alcanzó, y gracias a Dios que no lo hizo. Aunque pudo haberlo hecho, aquello pudo haberlo matado en ese mismo momento, pero no lo hizo, ya tenía un futuro para eso.
Y hasta el sol de hoy Guillermo jamás ha podido olvidar ese día, el día que entró a la casa de los de Luque.

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Hola mis lectores♥ aquí les traigo un nuevo fanfic wigetta, espero que le guste y los mantenga intrigados xdd

El misterio de Samuel  «Wigetta»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora