Capítulo 14

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El día que el pueblo de Salem's Lot pasó a la historia, fue el día también de su libertad.
Debajo de aquella iglesia en la que el reverendo Frank decía ser «tierra santa» estaba el más oscuro secreto de todos. El secreto por el cual Samuel había asesinado a varias personas, por el cual se había hecho pasar por dos personas distintas. Y todo esto se lo explicó.
Samuel estaba frente a Luzu, Lana, Guille y Rubén, y empezó a hablar.
—Supongo que quieren explicaciones —empezó Samuel—. Así que las tendrás.
Frank y Mangel (que parecían por arte de magia haber renacido al tercer día) se acercaron más hacia donde estaban Guille y Rubén.
—Descubrí que Jerusalem's Lot era el mejor lugar para alimentarme: población pequeña, pueblo algo aislado de las grandes ciudades y para variar, una casa antigua, ¡vaya coincidencia! Luego supe que tenía que ponerme un nombre, parecer normal, así que decidí Samuel de Luque, para las personas conocidas como "El señor" de Luque. Y esa noche que tú entraste, Guille, esa noche cuando te vi por primera vez, me cautivaste. Me cautivó tu olor
—Entonces, ¿por qué me dejaste escapar? —preguntó Guille de golpe.
—¡Porque vi que te irías de la ciudad! Y también vi que regresarías, y que tu sangre estaría más fortalecida, más sabrosa. Tu sangre es esencial para mi ritual de iniciación
—¿Cual ritual? —preguntó Lana.
—Todos son unos incrédulos —dijo Samuel—. Todos ustedes van a morir...
»He vivido más décadas que tu civilización entera, y nunca había visto una ironía tan deliciosa. Cuando me entere de que Guille estaba en la ciudad, supe que podía engañar a Frank para tener lo que más quería yo. Me acabó traicionando en la iglesia, y por ello, lo maté yo mismo. Ninguno de ustedes sospechó que eran simples marionetas de mi obra; que termina aquí.
Frank y Mangel se encimaron a Luzu y Lana, de las manos de ellos brotaron unas garras, y de sus espaldas unas alas negras, de los dientes, los dos primeros se convirtieron como colmillos. Lana logró quitarse de encima a Frank antes de que le mordiera o le hiciera un golpe desangrándola, pero Luzu no logró quitarse a Mangel. Le incrustó los colmillos en los ojos, y con las garras le arranco los brazos, el cabello y el pene, no hubo remordimiento.
Guillermo y Rubén se echaron a correr hacia afuera de la iglesia, esperando llegar a la Main Streer donde había mucha gentes, pero vaya sorpresa. Ni un alma. Había ocurrido algo en el pueblo porque no había absolutamente nada. Todos habían desparecido igual que los Mayas, de un instante a otro.
—¡¿Qué vamos a hacer?! —dijo Rubén desesperado.
—¡No lo sé, ya nada tiene sentido!
Pero claro que lo tenía, era simple: Samuel necesitaba la sangre de Guille, y no había más opción que esconderse para evitarlo.
Mientras ellos corrían, Lana hizo una buena acción, y tal vez por eso valga la pena nombrarla aquí. Cuando se quitó a Frank de encima y Guille y Rubén salieron corriendo, ella empezó a tirar las maderas que estaban por la cueva , y como la cueva estaba debajo de la iglesia, y la iglesia era hecha con madera, se le ocurrió una idea brillante
Tal vez pueda incendiarlos, pensó, si no se mueren de otro modo, tal vez incendiándolos pueda hacerlo.
Así que empezó con las tablas de la cueva, esquivando los garrazos de Frank, mientras Mangel se entretenía con el cuerpo de Luzu. Cuando acabó de tirar el último, Frank la tomó del cabello y ella casi cae, pero salió del asunto. Tomó dos rocas -a lo antiguo, y las chocó de una manera que sacara chispa, empezó con una pequeña llama, pero empezó a expandirse más. La cueva se derrumbó, y la iglesia cayó en el hueco. De pronto, toda la madera destruida empezó a prender fuego, y aquellas cosas que ya no eran ni Frank ni Mangel se consumieron en el. Lana tampoco logró salir.
Samuel fue el único que logró salir. Persiguiendo a Guille, Rubén no le importaba, sino Guille. Corrían a través del bosque que parecía ser interminable.
—Rubén, tienes que dejarme.
—¡No! —gritó.
—Me quiere a mí, no a ti. Salvate.
A Rubén se le escapó una lágrima, asintió y luego besó a Guille.
—Cuidate.
—Lo distraeré mientras pueda —dijo Guille, y se echó a correr haci el bosque que parecía no tener fin.
Esta historia no acaba en un «y corrió hasta el amanecer de un nuevo día» ni en un «Samuel los mató a todos y reinó el mal» ni en el clásico y horrible «todo fue un sueño», esta historia más bien, acaba a lo que mi padre solía llamar un final a lo Athur Machen, donde el lector puede decidir abiertamente el final de esta historia. Pero Guille no se daba por vencido, y si hubiera aplicado aquellas dos palabras que vio en la cueva, esas dos palabras que tal vez podrían matar a Samuel. Aquellas palabras, si fuesen ciertas.
La una era «Plata»
La otra era «Corazón».

El misterio de Samuel  «Wigetta»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora