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El día siguiente transcurrió demasiado rápido. Me desperté con una agradable sensación de viernes por la mañana, y una abominable sensación de "hoy no tengo práctica" combinadas. Acostumbrado a mis contradicciones internas, me preparé para ir al instituto.

Sentí que la tarde anterior no había ocurrido. Me dije por un momento que tal vez había sido un sueño muy lúcido, nada más. Una expresión de mis deseos internos en forma de un sueño elaborado y pintado en tonos vivos y reales. El número de Ray en mi móvil me devolvía a la dulce realidad.

Como todos los días, no vi a mi madre al salir de mi habitación. Ya estaba camino al trabajo, seguramente. Mi hermana Lana no regresaría hasta esa noche para cambiarse, y luego saldría de nuevo, seguramente. Yo llegaría del instituto a realizar una breve limpieza y ver televisión en la sala, solo, seguramente.

Ray saldría con sus amigos, seguramente.

Esa fue la espina que no pude sacar de mi mente durante el resto del viernes.

Una vez llegué al instituto, me percaté por primera vez de la cantidad de estudiantes que atendían a clases en el lugar. No había reparado antes en la multitud que se formaba cerca de las puertas principales, en la infinidad de rostros que iban y venían y en cuán poca gente me era familiar. Mi equipo de fútbol se sentía pequeño en comparación a la muchedumbre del completo cuerpo estudiantil. Con un suspiro, llegué a mi clase.

Lance, que parecía haber estado esperándome, me saludó animadamente. —Se te nota en el rostro que la ducha de ayer te hizo maravillas—comentó. Reí por dentro. Maravillas... Lance estaba en lo correcto.

—Ten—dije, dándole las llaves del vestidor y agradeciendo su gesto del día anterior. Nos despedimos rápido antes de entrar a clases y di inicio a mi jornada usual.

Fue un día que me abrió los ojos a muchas cosas. Uno: en mi instituto había muchos estudiantes. Dos: aunque lo intentara adrede, encontrarme con Ray entre una clase y otra era muy difícil. Confieso que pasé buscándolo en todo momento, filtrando los demás rostros y tratando de ubicar solo el suyo. No lo encontré. Vi fuera de todas las ventanas, buscándolo afuera. Tampoco lo encontré.

Hacia la hora del almuerzo, me encontraba bastante frustrado. Durante la clase anterior, literatura, había dibujado una especie de mapa mental con todas las razones por las cuales él podría estarme evitando, o las razones por las cuáles podría no estar transitando los mismos pasillos que yo. Las posibilidades iban desde "la verdad es que me odia y lo de ayer fue una actuación verdaderamente admirable," hasta "ahora es él el que no sabe cómo enfrentarse a mí y por eso me evita".

Me sentí como un acechador profesional. Desde que había entrado al comedor, miré hacia todas partes, en todas direcciones, como si estuviera paranoico. Vi parejas, peleas, charlas serias, charlas sobre tareas, charlas que obviamente eran sobre vulgaridades, gente enferma, gente con sueño, gente prestándole más atención a los videojuegos o al móvil que a su comida... Pero no vi a Ray.

Decepcionado, me senté solo en una mesa aparentemente abandonada cerca de la salida al fondo del salón. Usualmente, me sentaría con Lance o con otros miembros del equipo, pero ese día Lance no estaba. Probablemente andaría en una reunión con el vice-director. Había estado cubriendo las funciones de entrenador de fútbol desde hacía un tiempo, así que estábamos acostumbrados a que lo llamaran para darle instrucciones sobre las actividades escolares, algo así como un miembro especial de la sala de profesores.

El resto de mi equipo estaba en una mesa a la par de las ventanas. Charlaban enérgicamente, como era usual en ellos. Consideré ir hacia allá, pero me rendí ante la idea. Yo no era una persona enérgica. Mucho menos cuando había soñado con un cambio de rutina que no vino. Repasé una vez más el mapa de posibles explicaciones que había pensado durante clases. Agobiado, me enfoqué en mi comida, que para ese momento ya estaba tibia.

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