XVI

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Las pruebas finales llegaron rápidamente, quizá demasiado rápido para el gusto de los de tercer año. Desde el principio de nuestra penúltima semana en el instituto, el ambiente se había tornado melancólico, como si lo que antes había sido emoción y celebración fuera ahora negación.

Tomé un descanso de la lectura que estaba haciendo y me acomodé sobre la silla, irguiendo mi espalda luego de un buen tiempo, sintiendo los músculos tensos y el cuello adolorido. Directamente después de clases había decidido ir a la biblioteca para estudiar química lejos de cualquier distracción, incluyendo a Ray.

Saqué mi móvil de mi bolsillo. Apreté varias teclas hasta encontrar la bandeja de mensajes, donde el último recibido había sido de él. Habíamos acordado desde el pasado fin de semana que estudiaríamos en lugares separados para todas las asignaturas, exceptuando matemáticas y física, para las cuales nos reuniríamos en la biblioteca. Cerré el móvil, pensando que sería más conveniente llamarlo cuando estuviera en casa.

Pensé que quizá sería buena idea visitarlo, pero instantáneamente eliminé la posibilidad al considerar cuán importantes eran las pruebas finales. Para cumplir con el plan que nos habíamos trazado necesitábamos graduarnos sin ningún problema.

Sentí una mano posarse sobre mi hombro. Volteé, todavía un poco adormitado luego de la lectura, para encontrarme con la mirada cansada de un Lance sonriente.

—¿Listo?

Le devolví la sonrisa y froté mis ojos con el dorso de mi mano. —Casi. Me faltan un par de páginas y luego de eso, podré relajarme. ¿Y tú?

Lance acomodó el bolso que tenía sobre su hombro. —Me voy de aquí. Quiero descansar un poco antes de mañana. La química en verdad no es lo mío.

Asentí. —Y que lo digas.

Nos mantuvimos en silencio. Miré alrededor y me di cuenta de la atmósfera de letargo que nos rodeaba. Casi todas las personas que estaban en la biblioteca eran estudiantes de tercer año con oscuras ojeras, estudiando para el día siguiente. De alguna manera, ver que no eras el único en la lucha era reconfortante.

Escuché a Lance gruñir a mi lado. —Joder—murmuró, dándose una pequeña bofetada a sí mismo—, debo irme ahora o me desplomaré mientras conduzco a casa. Nos vemos, Mat.

Moví mi mano en el aire en señal de despedida pero Lance no se movió de su posición. Volteé a verlo, extrañado, y luego sorprendido por la mueca irritada en su rostro.

—Por cierto—empezó, pretendiendo que veía distraídamente alguna otra mesa—, la prueba es temprano, así que desde ya, buena suerte. A ti y a Pratt.

No pude más que sonreír y pensar en la cara que haría Ray cuando le dijera eso. —Gracias—contesté, e inmediatamente Lance se dio media vuelta y caminó hacia la salida de la biblioteca.

Vi el camino que había tomado por unos segundos y luego me concentré en terminar el último capítulo que necesitaba estudiar. Decidí que llamaría a Ray antes de la cena para comunicarle los buenos deseos de su némesis.

Una vez sobre el sendero que llevaba a la puerta principal del instituto, me di cuenta de cuán tarde era en realidad. Me crucé con un par de profesores que ya se encontraban realizando sus rondas y estaban a punto de sacar a la gente de la biblioteca para poder cerrar el lugar.

Ya sobre la calle principal miré la hora en mi móvil. Eran las 6:13 p.m. Hice una mueca y guardé el aparato de nuevo, deseando con todo mi ser que Lana estuviera en casa para preparar cualquier cosa de comer, pues voluntad de cocinar era lo menos que había en mi organismo en ese momento.

ConcordanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora