Capítulo seis

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El roce que Armin me provocaba en el cuerpo era, sin duda, algo que no había sentido antes.

Una chispa que conseguía perturbar mi mente de forma incómoda, molesta y extrañamente, agradable. Sus pequeños dedos sujetándome el brazo con su cara enrojecida me hacían temblar de pura ansiedad. No se podía ser así de tierno como lo era él.

Me volteé con suavidad. Sus labios estaban apretados y sus ojos cerrados con fuerza, como si temiese enfrentarme, pero, al mismo tiempo, su rostro reflejaba una determinación propia de él.

—Armin... —parecía contrariado, no sabía cómo ayudarlo, y mucho menos podía adivinar en qué pensaba. Yo no estaba en condiciones de dar una contestación asertiva.

—¿¡Quieres saber o no!? —no pude hacer más que abrir mis ojos con sorpresa. Aquéllas palabras las soltó como un bramido de histeria ante mi silencio. Armin no es violento, pero es necio e impaciente— digo... —bajó el tono de su voz, claramente avergonzado.

¿Quería saber lo que había soñado Armin? ¿me interesaba? Los segundos pasaban y yo era incapaz de formular una respuesta tan simple como un sí o un no.

—Comprendo... —sus dedos, los cuales no habían dejado de agarrarme el brazo, me soltaron— no te importa.

Agachó la cabeza ocultando su rostro en el flequillo y salió del jardín. Lento. Esperando mi cambio de opción. Un cambio que, lamentablemente, no iba a llegar, ya que ni siquiera sabía qué responder.

Estaba confundido, no sólo con su confesión. Me había besado aquí con Armin... yo lo había hecho, y lo peor, no me había molestado ni un poco.

***

[Armin]

¡Lo sabía, lo sabía, lo sabía! No debía decírselo, debí haberme detenido a pensar medio segundo antes de soltar eso.

Me agarré la cabeza con una horrible sensación de excitación nerviosa.

¡Todo es culpa de ese estúpido test! ¡sabía que no debía hacerlo!

¡Todo es culpa de mi gran boca! ¡sabía que no debía decirlo!

¡Todo es culpa de él por ser él!

Mierda, me va a odiar. Pero me besó, y mi mente colapsó, yo... ¡Joder, no entiendo nada!

¿En qué se supone que estaba pensando? "¿Sabes Lysandro? Me gustas" y después qué, ¿qué sacaba con decirle? ¿qué esperaba conseguir?

Nada. Absolutamente nada.

Sus palabras... ¡¿qué rayos quería decir con que yo estaba confundido?! Si le digo que me gusta, ¡es por justamente eso!, porque me gusta. No me gusta poco, me gusta mucho, y me arruina el humor que no comprenda la gravedad de mis sentimientos.

Corrí sintiendo mis piernas temblar de lo exaltado que me encontraba. Claro, corrí después de darme cuenta de que no importaba lo lento que caminara, Lysandro no iba detenerme.

Siempre me ha molestado que la gente me siga cuando estoy enojado, y siempre me están asfixiando, sin embargo, cuando quiero que UNA persona en especial me siga, éste no lo hace. Pasé rápido por los pasillos, estoy de los nervios.

Idiota Armin, idiota. A la próxima te guardas tus confesiones y todos felices, ¿de acuerdo? Idiota, idiota.

Llegué al sótano con la respiración agitada, no había corrido demasiado, pero si agregamos que soy sedentario.... resta varios puntos a mis habilidades físicas. Me senté y allí me quedé. Oculto detrás de varias cajas con diferentes tamaños, sucias y llenas de polvo que había por el lugar. No me escondía de nadie en particular, ya que no había nadie que me estuviese siguiendo, aunque... NO ARMIN, SUPÉRALO, NO TE SIGUE Y YA. Suspiré. Necesitaba un poco de tiempo para calmar la ansiedad de mis sentimientos, y requería hacerlo en completa soledad.

Lysandro&Armin [Corazón De Melón/Yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora