──★ ˙ ̟ one-shots!!
'⎚⩊⎚' -✧
¡Escritos con mucho amor y cariño por mi! Todo hecho por diversión, no lo tomen en serio...
• ────── ✾ ────── •
- No acepto pedidos.
- Actualizaciones, probablemente, lentas.
- Contenido explicito, sugerente y cuestionab...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¡¡NO QUIERO TRABAJAR CONTIGO!! —
— ¡¿Y CREES QUE YO QUIERO?! —
— TE ODIO, SHINAZUGAWA. ¡NO PIENSO HACER NADA CONTIGO! —
— ¡¡¡Y YO MENOS, MALDITA PIOJOSA!!! —
— ¡YO NO TENGO PIOJOS! —
Ah, si, hace un rato se estaban gritando. ¿Entonces cómo acabaron así?
— Mhmm… ah.. ah... —
Contra un árbol, en medio de algún monte con un nombre raro, Sanemi te tenía atrapada. Con su pecho pegada a tu espalda desnuda, sujetando tus caderas con una fuerza que seguro te dejaría marcas, te embestía sin piedad.
¿Sus uniformes? Ahora son solo prendas tiradas por el piso, sucias de tierra y sudor.
— Ah… — Gemiste cuando te dio una nalgada, obligandote a arquear aún más la espalda. Doblada a la mitad, te sujetabas al árbol como si tu vida dependiera de ello.
Su ritmo era violento, rápido y duro. Tal vez si tenía las intenciones de matarte.
Pero bueno, así es como te gusta, ¿o no? Shinazugawa lo aprendió luego de varios encuentros similares a este.
— No te caigas, tonta… — Murmuro con la voz entrecortada, jadeando, mientras mueve una mano para tomar una de tus tetas y elevarte hasta que tu espalda toque su pecho otra vez.
— ¡Entonces no me tires! — Te quejaste, soltando otro gemido cuando su mano en tu cadera volvió a nalguearte.
Se detuvo por un momento, posando su mentón en el espacio de tu hombro.
— ¿Qué pasa, ya te cansaste? — Se burló, tomando uno de tus pezones entre su dedo índice y medio, estimulándote. Sentiste un cosquilleo ante su toque, tratando de alejarte, pero él te lo impidió.
— Idiota… — Te quejaste, suspirando al sentir como movió sus caderas hacia atrás, casi saliendo de ti por completo.
Su cabeza se mantuvo en tu entrada, volviendo a entrar por completo segundos después. Mientras él te tocaba, se movía lento y duro.
— Sigues insultándome incluso cuando te tengo así. Que hipocrita. — Se rió, abrazándote de la cintura para mantenerte firme en tu lugar.
— Hipocrita vos… siempre hablas mal de mi… — Sentiste como jadeo divertido, su aliento caliente contra tu oreja te da escalofríos.
— Porque vos lo haces. — Respondió, dando una embestida particularmente dura cuando terminó de hablar. Su mano bajó por tu abdomen, quedándose en la parte baja donde apretó sobre tu pelvis con suavidad.