Protección

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Todo había vuelto a mi memoria, el momento en el que conocí a mi abuelo. Ahora lo tenía frente a mí, y él no parecía tener la intención de revelarme su identidad. Dude por un momento si hacerle partícipe de mi recuerdo, pero decidí que quizá lo mejor era dejarlo así. Me miraba de una forma extraña, con cariño y a la vez con cautela, como si temiera de mí. Aparté la mirada para que no sospechara.

- ¿Qué pasará ahora con ella? – pregunté. La verdad es que después de lo que había averiguado, la chica me daba pena.

- Sus padres están de camino, pero tranquila, se recuperará. Sólo necesita sustento. – dicho esto me guiñó el ojo, y ahí lo comprendí, él ya sabía que yo sabía que era mi abuelo, pero no se lo dije. Sonreí y me devolvió el gesto.

- ¿Puedo ir a ver a mi compañero? – inquirí. Su gesto se tornó dulce y asintió. Me dirigí por el largo pasillo mal iluminado, cuando llegué a las escaleras subí por éstas y todo volvió a la luz. Caminé por los pasillos del internado hasta llegar a la enfermería, donde supuse que seguirían todos. Llamé a la puerta con mis nudillos, pero antes de que nadie dijera nada entré. Ares estaba sentado en una silla y Chris durmiendo en una camilla. Me alegraba de ver en perfectas condiciones a mi hermano. Me acerqué a Rosa para preguntarle por el estado de mi compañero, me dijo que Damián había recitado un conjuro que había expulsado la posesión de su cuerpo. Él estaría bien y eso me relajó considerablemente. Me empecé a marear ya que el dolor del pecho no había cesado, aunque con todo lo ocurrido lo había olvidado, hasta este momento. La temperatura me aumentó considerablemente y Rosa se asustó, ya que no era normal en los vampiros tener cambios de temperatura. La verdad es que me encontraba demasiado mal y estaba empezando a perder la razón. Cuando me quise dar cuenta, estaba tumbada en la camilla de al lado de Chris, él tenía una aguja clavada en el brazo y un tubo del cual salía sangre, en mi brazo estaba lo mismo.

- Hola pequeña, te habías desmayado y pensamos que una transfusión de tu compañero te iría bien. – Rosa me dedicó una enorme sonrisa y yo se la devolví de vuelta. Miré a Chris y éste me miraba fijamente con adoración. Podríamos estar juntos por fin.

- ¿Cómo te encuentras? – le pregunté a mi compañero. Me sonrió.

- Bien, teniendo en cuenta que no recuerdo nada. – hizo una mueca. – pero por lo que me han contado... no fue nada agradable.

- No lo fue, pero lo importante es que ya están bien y ya está todo controlado. Podemos estar juntos. – dije sonriendo.

- ¿En serio? – abrió los ojos aún sin creérselo, la verdad era que yo tampoco lo hacía.

- Sí, ya ha habido derramamiento de sangre y las posesiones han sido eliminadas de vuestros cuerpos. – le dije.

- ¿Nuestros? ¿Posesiones? – me miraba incrédulo, parecía no creer lo que le decía.

- Sí, tú y Carolina estabais poseídos, pero ya no. – sonreí y él me sonrió, pero su sonrisa no parecía muy sincera. Después de eso, simplemente cerró los ojos y yo hice lo mismo, había sido un día largo y lleno de descubrimientos.

Me desperté y estaba en mi habitación, Chris estaba tumbado a mi lado, observándome mientras se recostaba solamente sobre su codo. Me giré para ponerme a su nivel y me perdí en ese mar azul, realmente sus ojos eran hermosos y nunca me cansaría de mirarlos. Realmente le adoraba por poco que le conociera.

- Te ves divina cuando duermes. – me acarició la mejilla con sus dedos y me estremecí ante su frío tacto, pero fue agradable sentirlo de nuevo.

Me acerqué a él y deposité un suave y dulce beso en sus labios. De repente una excitación recorrió mi cuerpo, ansiaba retomar lo de esa mañana.

Gen V & HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora