Caminé entre la gente tratando de pensar un poco en todo lo que aquel maldito infeliz acababa de decirme.
—Dentro de un rato yo voy a subirme al escenario y voy a presentarte a ti y tu adorada novia a la sociedad... la señorita Giselle Sampayo. La conocí hace unas semanas a través de su padre y creo que es perfecta para ti. Y vas a hacer esto, quieras o no. Si no lo haces voy a hundir al padre de tu adorada _______ y junto a ello a ella a también.
Cerré los ojos fuertemente sin dejar de caminar y entonces choqué con alguien.
—Manuel —me dijo. La miré. Ella frunció el ceño —¿Estás bien?
—_______ —susurré y tuve la intención de decirle todo.
Pero me detuve. ¿Qué pasa si mi padre cumple su palabra? Yo no puedo permitir que él hunda a Greg, no sería justo. Miré los ojos de _______. Yo no puedo hacer esto... yo no puedo hacerle esto a ella. Pero... otra vez él y otra vez arruinando mi vida.
—Hey —dijo ella y apoyó su suave mano en mi mejilla. Me alejé levemente.
—Estoy bien —le dije. Me miró más extrañada aun.
—Me acabo de cruzar a Giselle —me dijo y miró hacia atrás —Me dijo con una enorme sonrisa de que en unos instantes me iba a enterar de algo...
Tragué saliva. ¡Maldita perra! ¿Cuál era su maldito problema?
—Ajá —fue lo único que salió de mi boca. Ella me miró de nuevo y volvió a acariciar mi mejilla.
—¿Enserio estas bien, mi amor? —Preguntó —Yo solo quería decirte que ya no estoy enojada y que a pesar de que eres un machista horrible, te amo.
Un enorme nudo se instaló en medio de mi pecho. Yo voy a odiarme inmensamente por todo lo que va a pasar. Pero yo no puedo dar el lujo de que él se salga con la suya.
—Nos vamos —le dije. Me miró.
—¿Qué? —dijo.
—________, mi padre esta loco. Nos tenemos que ir y necesito hablar urgentemente con tu padre. Pero nos vamos ya —tomé su mano y comencé a caminar casi desesperado en medio de la gente. Logre salir y _______ se soltó de mi mano. Me giré a verla.
—Necesito saber que pasa —dijo nerviosa.
—Mi padre me quiere separar de ti —le dije apresuradamente.
—¿Qué? —me preguntó.
—Para eso nos hizo venir hacia aquí ________. Pero yo no puedo dejarte, mi amor —me acerqué y tomé su rostro con mis manos —Por eso mismo llama a tu padre ahora y dame las llaves del auto.
—No entiendo nada, Manuel—dijo confundida mientras buscaba las cosas que yo le pedía.
—Ya te diré bien que fue lo que me dijo, pero nos vamos ya —la besé cortamente y tomé las llaves para subirme al auto.
Ella se subió y arranqué rápidamente. Tomó su celular y comenzó a marcar el número de la casa de su madre. Me olvidé completamente de decirles. Pero Isabella y Greg comenzaron a vivir juntos de nuevo. _______ aun cree que ellos solo están bromeando.
—Hola mami —la escuché decir y la miré de reojo —¿Papá está por ahí? Pásamelo un segundo que Manuel quiere hablar con él...
—Pon el alta voz —le dije. Ella lo hizo.
—¿Hola? —escuchamos la voz de Greg.
—Greg, soy Manuel —dije sin dejar de mirar el camino por donde íbamos.
—¿Qué tal Manuel? —preguntó.
—Necesito que me digas si ya has hecho algún negocio con mi padre.
—Mañana tengo que reunirme con él para firmar todo los papeles —comentó.
Solté un suspiro aliviado. Llegamos justo a tiempo.
—No firmes nada, es más no vayas —le dije.
—¿Qué? Pero ¿Por qué? —dijo confundido.
—Estoy seguro de que mi padre anda en algo malo, Greg. He estado alejado últimamente de sus negocios pero he notado que una extraña cantidad de dinero ha entrado en su cuenta bancaria. Y estoy completamente seguro de que está implicado con el lavado de dinero —dije.
_______ me miró bien.
—Hijo, ¿estás seguro? Eso es grave —me dijo él.
—Muy seguro Greg, sino no te llamaría. Por favor no vayas mañana, no le contestes las llamadas. Hazme caso, mi padre está loco.
—Está bien, quédate tranquilo. Voy a hacerte caso —dijo él —_______, ¿estás ahí?
—Aquí estoy papá —dijo ella con voz preocupada. La miré y tomé su mano.
—¿Estás bien, hija? —le preguntó.
—Si papi —dijo ella.
—Bueno, me quedare más tranquilo si se que estas con Manuel. Tu madre me ha dicho que tiene un mal presentimiento, pero no le hagamos caso —dijo divertido.
—Todo está bien —aseguró ella.
—Bueno, cuídense —nos dijo —Y cualquier cosa me llaman.
—Claro —dijo. Greg colgó y _______ guardó el teléfono —Mi amor —la llamé.
—¿Si? —dijo ella.
—Perdóname —le dije. Ella me miró.
—¿Perdonarte? ¿Por qué? —dijo algo confundida.
—Soy un egoísta y solo pensé en mí. Solo pensé en mi sufrimiento si hacía lo que Juan quiere. Solo pensé en mi corazón y no en ti, ni en tu padre.
Ella sonrió y estiró su mano para acariciar mi mejilla.
—Claro que pensaste en mí, y también en mi padre —dijo dulce.
—No lo sé, solo sé que te vi y no pude hacerlo. Él está completamente loco —gruñí.
—¿Qué fue lo que te dijo que hicieras? —me preguntó.
—Giselle estaba ahí ¿viste? Bueno él iba a presentarla como mi novia delante de todo el mundo y yo tenía que decir que si era cierto —le dije.
—Por eso la muy perra me dijo aquello —dijo ella pensativa y una sonrisa iluminó su rostro.
—Exacto —susurré.
—Pagaría por ver su rostro ahora.
—Y yo por ver el de mi padre cuando se dé cuenta de que nos fuimos —dije divertido.
—¿Por qué tu padre quiere separarte de mí? —preguntó.
—No lo sé... simplemente no puede verme feliz. Esa es la razón.
Golpeé con mi mano el volante y maldije por lo bajo. Odio a ese hombre, lo odio completamente. No puedo creer que tenga su misma sangre. Y me odio por eso.
—Tranquilo —susurró _______.
La miré y las luces de la calle jugaban con sus bellos ojos. Haciendo que sus largas pestañas se proyectaran sobre sus parpados.
Me detuve justo frente a su casa. Ella sonrió al ver que yo no dejaba de mirarla. Mordiendo sus labios se bajó rápidamente del auto. Imité su acción y corrí detrás de ella cuando me aseguré de que el coche no quedara abierto.
—_______ —la llamé.
Ella se detuvo soltando una risita tonta.
—El vestido me está molestando, Padilla —dijo y volvió a caminar para abrir la puerta del edificio.
Sonreí y la seguí. Llegamos al departamento y la puerta se cerró fuerte detrás de nosotros. _______ se giró a verme y chocó levemente contra mi pecho.
—¿Cómo crees que yo podría dejarte? —pregunté en voz baja mientras comenzaba a acariciar el costado de sus brazos —¿Cómo? Si estas metida debajo de mi piel —ella subió sus manos por mi pecho - ¿Puedes explicarme qué clase de hechizo me has lanzado encima?
—¿El del amor? —dijo con duda.
Sus ojos se clavaron en mis labios y sonreí.
—Mírame a los ojos —le dije.
—No puedo —susurró.
—¿Por qué? —le pregunté.
—Porque estoy mirando la parte que más me gusta de ti...
—¿A sí?
—Ajá —asintió sin quitar su mirada de allí —¿Puedes hacerme un favor?
—El que quieras.
—Apaga tu celular.
Sin dejar de mirarla tomé el teléfono de mi bolsillo y lo apagué para luego arrojarlo, creo que, sobre el sillón. Me incliné hacia ella y tomé sus labios con cuidado. Para luego comenzar a caminar a ciegas para buscar un lugar cómodo. Ustedes ya saben.