La miré fijo a los ojos y sentí una pequeña presión en mi pecho.
— Creo que sí — le dije.
— ¿Crees? — dijo confundida.
— Mamá, la verdad es que nunca me pasó algo así. Yo...
— Eres un don Juan – me acusó con indignación.
— Sí, puede ser...
— ¿Con cuantas mujeres has estado? — me preguntó.
—Mamá, ¿no crees que...?
— Contéstame, Manuel — sentenció con firmeza.
Sonreí ante su enojo. Siempre quise que mi madre me regañara.
— No lo sé – contesté.
— ¿Cómo que no lo sabes?
— No, no lo sé. Nunca me puse a contarlas.
— Oh, eres un desconsiderado, mujeriego. No puedo creerlo...
— Mami, ya no me regañes. Sabes que solo tú me interesas — le dije poniendo mi mejor cara de niño bueno. Ella me miró bien y sus ojos se humedecieron. Sonrió y volvió a abrazarme.
— Aún consigues comprarme — dijo sin soltarme. Se alejó y me miró – Pero creo que eso ahora no es así... porque he visto cómo la miras.
—Ella no solo es hermosa por fuera, también lo es por dentro — le conté.
— Sí, se nota y mucho.
— Te extrañe tanto – le dije.
— Y yo a ti, bebé — me dijo y se puso de pie entregándome su mano — Vamos a fuera.
Tomé su mano y caminamos hasta la parte trasera de la casa. Salimos y detuvimos nuestros pasos al ver cómo _______ y Alice reían y jugaban con las muñecas.
Sentí un cosquilleo en mi estómago. Ella era tan bella, y tan dulce. Ambas se giraron a vernos. Alice se puso de pie y corrió hasta nosotros.
— Tu novia es muy linda, hermanito – me dijo sonriente.
— ¿Qué es eso de 'hermanito', enana? Aquí la hermanita eres tú — le dije.
— No, yo soy toda una mujer. Sino pregúntale a mamá, ya me maquillo — dijo y colocó sus dos pequeñas manos sobre su cintura parándose coquetamente.
— ¿Y acaso tú permites que se maquille? – le dije a mi madre.
— Oh, no me digas que vas a ponerte igual de insoportable que Ben con ese tema. Ella es una niña y a todas las niñas les gusta maquillarse y jugar a ser grandes – me dijo mi madre.
________ se acercó a nosotros. La miré y tuve muchas ganas de besarla, pero no podía hacerlo delante de mi hermana y mi madre.
— Estábamos divirtiéndonos un poco — nos dijo la morena mientras le sonreía a Alice.
Mi madre se acercó a ella y la abrazó. Un tanto confundida, _______ le devolvió el gesto.
— Muchas gracias, _______... Manuel me contó que tú conseguiste el número. De verdad no sé cómo voy a hacer para agradecerte esto — le dijo y se alejó de ella.
— Primero que nada, Feliz cumpleaños, señora Cano – dijo ella.
— Ya no me digas señora. Dime Adela, linda. Nada de formalidades conmigo, al fin y al cabo eres la chica que me devolvió a mi hijo.
— ¡Oigan, vamos a comer! — nos llamó Ben.
Mi madre y mi hermana comenzaron a caminar hacia él, _______ estaba por caminar también pero la tomé del brazo y la jalé hacia mí para mirarla a los ojos.
— Gracias — le dije. Ella me miró bien.
— ¿Por qué? – preguntó.
— Por darme el segundo mejor día de mi vida.
— ¿El segundo? ¿Cuál fue el primero?
— El día en que te conocí — contesté y me acerqué a ella para besarla levemente en los labios.
La besé despacio, dulcemente, en cámara lenta. Me olvidé completamente en donde estábamos. Parecía que nada estaba a nuestro alrededor. Su nariz acariciaba la mía, con cada leve movimiento que hacían nuestras bocas.
No había nada más en el mundo que yo quisiera en este momento que estar besándola. Era una sensación hermosa. Su boca tenía un sabor único, dulce, adictivo... embriagante. Su pequeña mano se apoyó en mi rostro, mimándome dulcemente.
— Si ella no fuera tu novia, no la besarías en los labios — escuchamos la pequeña y suave voz de Alice. Ambos nos alejamos rápidamente para mirarla bien.
Mi pequeña hermana tenía una sonrisa pícara en los labios. Sus manitas estaban apoyadas sobre su cintura y se movía levemente para un lado y para otro.
— Lo que pasa, enana, es que aun eres muy pequeña como para entender ciertas cosas — le dije mientras me acercaba a ella y la alzaba en brazos.
Ella me miró y sonrió para luego mirar a ______.
— ¿Es un buen novio? — le preguntó. _______ sonrió levemente y comenzamos a caminar hacia donde estaban mi madre y Ben.
— Por ahora no lo llamo novio — le dijo la morena — Pero por ahora es un buen amigo.
— Pero si es tu amigo, ¿Por qué te besa?
— Porque me gusta besarla — le contesté yo.
— Manuel — me regañó _______.
— Entonces, si mi amigo Billy quiere besarme porque le gusta ¿lo dejo? — preguntó.
— ¿Qué? ¡No, claro que no! ¡Tú no debes dejar que ningún mocoso atrevido te bese! Y si eso sucede tendré que ponerme violento — le dije algo nervioso.
— Oh, Manuel, no puedes decirle eso a tu hermana — me dijo la morena y tomó en brazos a Alice. La pequeña rubia la miró fijo a los ojos mientras caminábamos — ¿Quién es ese tal Billy? — le preguntó.
— Vamos juntos al jardín — le contó ella — Y él es mi amigo... y siempre jugamos juntos a la familia y él siempre es mi esposo. Tenemos una hija que se llama Estrella y una mascota llamada Otto.
— ¿Te besó? — preguntó _______. Me tensé un poco.
— Solo cuando se despide de mí porque se va a trabajar, me da un beso en el cachete. ¿Eso es un beso de novios?
— Pero qué mocoso desubicado. Creo que tendré que hablar muy seriamente con tu padre, jovencita — le dije y caminé un poco más rápido.
— Manuel, ven aquí — me llamó _______, haciendo que mi paso se detuviera. Ellas me alcanzaron y me miraron — Tú no vas a decirle nada a Ben, porque tienes que ser un buen hermano y guardarle los secretos a tu hermana...
— ¿Los hermanos guardan secretos? – preguntó Alice.
— Es su deber – le contestó ______.
— Sí, pero no cuando un mocoso desubicado trata de propasarse con tu hermanita. ¡Tiene cinco años, por Dios! — solté exasperado.
Llegamos a la mesa y mi madre y Ben se giraron a vernos un poco extrañados.
— ¿Sucede algo? — preguntó Ben.
— Sí, sucede que...
— Sucede que estábamos hablando un poco de el jardín con Alice ¿no es así, Manuel? — me preguntó interrumpiéndome.
— Sí, es así – dije con tono bajo.
— Bueno, ya siéntense a comer... que, si no, se enfría — habló mamá.
Nos sentamos a la mesa y Ben se acercó a nosotros con una bandeja.
— Mamá, casi me olvido... _______ es vegetariana — le dije al mirar la bandeja que Ben traía, de seguro era carne. Mi madre miró a la morena.
— ¿En serio? — le preguntó.
— Bueno, en realidad es algo que hace poco que estoy implementando. Exactamente dos años. Estoy intentando limpiar mi organismo — le contó la morena.
— Es asombroso, porque yo también lo soy — le dijo ella.
Me sorprendí al recordar aquello. Juro que me había olvidado completamente de que mamá también era vegetariana.
— No puedo creerlo — dijo _______ y me miró – Nunca me dijiste que tu madre era vegetariana.
— Lo que pasa es que lo había olvidado – dije yo, un tanto sorprendido aún.
— Bueno, eso no es problema. Tenemos comida para las vegetarianas en esta casa — dijo Ben, y sonreí – Pero nosotros comeremos carne, ¿no es así, Manuel?
— Por supuesto que sí, Ben — le respondí.
— Carnívoros – dijeron mi madre y ______ al mismo tiempo.
Todos reímos divertidos y comenzamos a comer. Mi madre y _______ hablaban como si se conocieran de todo la vida. Ellas tenían tantas cosas en común. El amor por la naturaleza, por las fotografías. Esa manera de ver la vida como el mejor regalo del mundo, esas ganas de vivir.
Y sobre todo esa entereza y dedicación que las hacía verse indestructibles.
— Son hermosas, ¿verdad? – me habló Ben sentándose frente a mí, mientras dirigía su mirada a ellas, que aun seguían hablando con Alice junto a ellas.
— Tienen tantas cosas en común... juro que no me había dado cuenta de eso – le dije y lo miré.
— Son mujeres increíbles. No puedo creer que hayas encontrado a una chica así...
— Fue por casualidad... o el destino — dije asintiendo.
— ¿Dónde la conociste? – preguntó.
— En la Universidad... cuando volví de mi suspensión...
— ¿Te suspendieron? – me interrumpió. Reí por lo bajo.
— Sí – dije en un susurro — Me metí a los jardines del campus en mi moto, y destruí patrimonio del establecimiento.
— Oh, eres increíble — dijo divertido — ¿Y cómo le hiciste para enamorarla? Parece ser una chica muy aplicada, como tu madre...
— Debo decir que fue ella la que me enamoró a mí. Yo no tenía ninguna intención de enamorarme, y mucho menos de una mujer así. Te aseguro que me enloqueció — le conté.
— Pero ¿no estás contento de haberla conocido? — me dijo. Entonces volví mi vista a ellas, y la mirada de _______ se cruzó con la mía. Me sonrió levemente y sonrojándose un poco quitó su vista de la mía. Sonriendo volví mi mirada a Ben.
— Soy la persona más feliz del mundo, de eso puedes estar seguro, papá — le dije.
Él me miró bien. Se sentó erguidamente y me miró fijo, sonreí.
— Lo siento, pero ¿Qué has dicho? — me preguntó.
— Te dije papá, Ben... ¿acaso ya estas sordo? — le pregunté divertido. Él negó atónito con la cabeza, haciendo que yo riera — Eres como un padre para mí... no tendré tu sangre, pero te aseguro que eres más padre para mí que Juan.
— Manuel, yo...
— Sé todo lo que has hecho por mi madre. Sé cuánto la amas, cuánto la has cuidado. Y mira, por Dios — dije y miré hacia Alice — Me has dado una hermana que, de paso sea dicho, creo que tendrás que poner un poco más lo límites con esa enana.
— Yo también te quiero como a un hijo — me dijo y lo miré — Y recuerdo que así lo sentí aquel día que te ayudé a venir al mundo.
— Entonces ya no se hable más, padre, porque creo que nos estamos poniendo un poco sentimentales — dije y él rió.
— ¿De qué hablan? — preguntó mi madre mientras ella, _______y Alice se acercaban a nosotros. Las miré.
— Cosa de hombres — le contesté.
— Esa respuesta machista tuya — dijo _______ revoleando los ojos.
Entonces la tomé de la cintura y la senté sobre mi regazo. Me miró bien y me hizo un gesto de '¿Qué estás haciendo?'
— Estábamos poniéndonos sentimentales — le dije mirándola a los ojos.
— ¿Sentimentales? — preguntó mi madre.
— Le dije que lo quería como a un padre y él me dijo que me quería como a un hijo... ya sabes esas cosas que son cursis y que salen sin sentido — dije con desenfado.
— Aaaaaw, son tan tiernos — dijo mi madre y besó cortamente a Ben.
Miré a _______ y ella me sonrió divertida, le guiñé un ojo y quise besarla, pero se alejó discretamente poniéndose de pie.
— ¿A qué hora cortamos el pastel? — preguntó la morena.
— Un pastel que hizo Alice — habló Ben.
— Enana, ¿tú hiciste un pastel? — le pregunté. Ella me miró y asintió efusivamente.
— Sí, yo solita... bueno en realidad papá me ayudó, pero él es horrible cocinando, es como si yo lo hubiese hecho solita — dijo con una pequeña sonrisa autosuficiente.
¡Diablos, esta criatura es una exacta copia de mí, pero en miniatura!
Todos reímos y Ben alzó en brazos a Alice.
Mi celular comenzó a sonar, lo miré y me alejé de ellos para contestar. La llamada aparecía como privada.
— ¿Hola? — atendí.