Capitulo 36:
______ se puso de pie y me miró fijamente. Ella parecía estar bastante enojada.
—Fue la película más horrorosa que vi en mi vida... y no quiero volver a verla nunca más —me dijo hablando rápido.
—No me pareció eso, cuando me pediste que volviera a ponerla —le dije sonriente.
Su boca y sus ojos se abrieron indignados.
—No puedo creer que hayas dicho eso —me acusó.
—¡Ya basta! —dijo Arely mientras se ponía de pie también. Yo también lo hice —¡No entiendo nada de lo que dicen! ¡Ya me cansaron! ¡Arréglense, peléense! ¡Vayan a tener sexo por ahí, a ver si se les quita lo insoportable!
Se fue dejándonos solos. Apreté los dientes ante lo último que había dicho mi prima. Si ella supiera que ese es el problema.
—Quiero que te mantengas alejado de mí, porque o sino vas a arrepentirte, ¿escuchaste?
—Solo dime una cosa...
—¿Quieres saber si lo disfruté? ¿Si lo gocé? Si, si lo gocé, lo disfruté, eres toda una maquina lujuriosa... Pero no quiero volver a repetirlo —me dijo y comenzó a caminar para salir de la cafetería. Mis piernas tardaron un poco en responder a la orden de mi cerebro, para seguirla. Pero lo hicieron y corrí hasta alcanzarla.
—Solo quiero saber que demonios te pasa —le dije, mientras la tomaba con cuidado del brazo para que dejara de caminar —No entiendo porque actúas de esta manera...
—¿Qué? ¿Acaso quieres que siga alimentando tu ego? —me preguntó y soltó una leve risa irónica —Ya está Padilla, lograste lo que querías conmigo. ¡Me acosté contigo! ¡Un aplauso para el señor, por favor! —dijo elevando su voz y aplaudiendo un poco —¿Y ahora que quieres?
—Yo... yo no lo se —le dije perturbado por sus palabras.
—Ahora, que venga la siguiente ¿verdad? —me dijo. La miré fijo a los ojos – Así es como funcionas y yo no pretendo poder cambiar eso.
—Quiero estar bien contigo ______ —le dije soltando un suspiro.
—Está bien, está bien, aquí no pasó nada... ya no quiero peleas, ni vueltas, ni enredos. Solo que ya no sigas... olvídalo, yo ya lo olvidé —me dijo.
—Pero si pasó... y yo no quiero olvidarlo... no puedo —dije bajando un poco más el tono de mi voz en las últimas dos palabras.
—¿Y que quieres que haga? —me preguntó y vi como sus ojos se humedecían. Sentí una presión en medio de mi pecho —¿Qué me acueste contigo cada vez que tengas ganas?
Apartó su mirada de mí y miró hacia el suelo. Un nudo se había formado en mi garganta, haciendo que me costara un poco hablar y hasta tragar mi saliva.
Con un poco de duda me acerque a ella. Tomé su rostro con mi mano e hice que me mirara a los ojos. Sus ojos estaban poblados de lágrimas. Cristalinos y vidriosos.
—Para ser honesto eso... me haría muy feliz —le dije. Una lágrima no pudo quedarse en su lugar y resbaló fría por su mejilla. Aquella imagen me destrozó por dentro. Con uno de mis dedos la sequé suavemente —Pero jamás te lo pediría.
—Ya no sigas más Manuel... aunque no parezca me haces daño.
—Yo no quiero hacerte daño.
—Entonces... ya déjame, por favor —me pidió y comenzó a salirse de mi agarre.
Lentamente comenzó a alejarse más y más. Hasta que estuvo lo suficientemente alejada de mí, se dio vuelta y comenzó a caminar por el largo pasillo. Yo solo me quedé ahí mirando como ella se perdía por el camino.
Pero ya intente dejarte centenares de veces, ______. Y cada vez encuentro una manera más espectacular para fallar. Soy un maldito cerdo egoísta.
El resto del día en la Universidad se me pasó lento y pesado. No había vuelto a ver a ______ por ningún lado.
Pero lo raro también fue que tampoco volví a ver a mi prima, ni a Jazmin.
Ruso me dijo que Jazmin se había ido porque tenía que realizar unos trabajos con su madre, y de Arely... bueno de ella no supe nada.
Llegué a mi departamento y tiré las llaves sobre la mesa, para luego entrar al baño. Me duché y salí para acostarme un rato a descansar.
Tomé el control y prendí la tele. Sentí unas voces provenientes de afuera y el sonido de una llave. Apagué la tele y me escondí detrás del sillón. De seguro esa era Arely y venía en compañía de alguien.
—Que cansada estoy —escuché la voz de mi prima.
—Si, hoy fue un día bastante largo —dijo Arely.
Me acomodé mejor detrás del sillón para que ellas no me vieran.
—¿Quieres algo para tomar? —le preguntó Arely.
—Un poco de agua —dijo ella.
Escuché como se sentaban en las sillas de alrededor de la mesada de la cocina.
—Ya se porque hoy estaba tan tensa _______ —dijo mi prima.
—¿Por qué? —le preguntó Jazmin.
—Ayer Manuel fue a su casa a buscarla... y ya sabes ellos...
—¿Qué?
—Tú sabes que entre ellos hay mucha química.
Asentí con la cabeza.
—Si, lo se.
—Bueno, ellos terminaron haciéndolo —dijo Arely.
—No puedo creerlo.
—Tarde o temprano iba a pasar, yo lo sabía. Pero no sabía que iba a afectarla tanto.
Fruncí el ceño al escuchar eso de mi prima.
—¿Afectarla? —dijo la chica de ojos verdes.
—Si, a _____ le pasa algo con Manuel... Es así aunque quiera negármelo rotundamente, yo se que le pasa algo con él. Y esta asustada la pobre... imagínate se enamoró de Nick, era un idiota en potencia, aunque no lo parecía. ¿Y ahora Manuel? Está bien, es mi primo, lo adoro. Pero es tan cínicamente idiota y mujeriego. No hay que ser un genio ni nada para saber que en algún momento, la terminaría engañando —dijo ella.
Eso no es así, a ______ no le afectó. Comencé a pensar en las cosas que mi prima acaba de decir. ¿A _____ le afectó?
¡Demonios soy un completo imbécil! La única chica a la que si bien no... bueno tal vez... no, no, definitivamente NO AMO pero si me importa lo que piense de mí no quiere saber nada conmigo antes de siquiera intentarlo.
—Yo la conozco bien, ______ se deja ver como una chica fuerte, y decidida, tiene un carácter especial y amo sus convicciones inamovibles... es lo que más admiro de ella. Pero cuando logras entrar a su mundo, ves lo sensible y frágil que es —agregó Arely.
—Pobre, ella es tan buena —dijo Jazmin —Debemos hacer algo por ella.
—Si, lo se —dijo mi prima.
—¿Acaso estas pensando lo mismo que yo? —dijo la pequeña genio.
—¿Qué estas pensando tú?
—Es hora de buscarle un candidato a ______ —dijo contenta.
—Creo que me leíste la mente genio, es hora de buscarle el candidato ideal para ella y creo que ya se quien es —dijo mi prima.
—¿Quién? —dijo Emma con tono intrigado.
—Kendall Schmidt – sentenció.
¡Diablos! Ella no podía estar hablando enserio.
—¿Kendall Schmidt? ¿El presidente del centro de estudiantes de la Universidad? ¿El que estudia psociología y letras? —preguntó.
—Ese mismo —afirmó Dinora.
—¿Lo conoces? —le preguntó.
—Sin querer el otro día me choqué con el yendo a clases y se me cayeron todos los libros. Me ayudó a recogerlos y fue muy amable y para nada se comporto como un baboso —dijo ella.
Tal vez porque el bobo sea medio rarito, primita mía. Pensé entre una extraña sensación de molestia ya que ella estaba alardeando de un extraño, al cual le quería entregar a MI ______.
—¿Tú crees que le gustará a ______? —preguntó la de anteojitos.
—Conociéndola... podría ser —dijo mí prima.
¡Genial! Ahora ni en la familia se puede confiar.
Gracias por esas ideas Arely Tellez, primita adorada de mi alma, eres un amor. Ya veremos quien dormirá hoy por la noche en la cama, querida mía. Ya lo veremos...
—No creo que MANUEL te lo agradezca —dijo Jazmin, pronunciando mí nombre un poco más fuerte de lo que se amerita.
—Esto lo hago por el bien de MI mejor amiga. ¿Verdad que lo entiendes Manuel? —me preguntó.
Entonces me quedé quieto esperando a que esto no estuviera pasando. Ellas sabían que yo estaba aquí, escondido como una rata. Lentamente me incorporé.
—¿Desde cuando saben que estoy aquí? – les pregunte.
—Desde que gruñiste cuando nombré a Kendall Schmidt —me dijo Arely.
—Que lindo lo tuyo primita, entregarle a _______ en bandeja a ese tipejo —le dije con tono molesto.
—¿Qué quieres? ¿Qué te la deje a ti para que la lastimes? Olvídalo —me dijo ella.
—No te atrevas a meterte en esto Manuel —me dijo Jazmin amenazadoramente —Si todo sale bien, mejor para todos —¿Acaso no estás pensando en mí pequeña diabólica? —Y no, no estoy pensando en ti, pequeño mujeriego...
Me quedé congelado. ¿Cómo sabía que yo había pensado aquello?
—¿Qué como lo sabía? —preguntó Arely y rió —Fácil primito, te estamos leyendo la mente. Buuuuu —hizo un tono de fantasma. Miró a Jazmin —No hay que ser psíquico, el pobre es tan predecible.
—Hubiese preferido que dijeras que estabas leyendo mi mente —le dije entrecerrando los ojos y mirándola mal.
—Bueno volviendo al tema importante —dijo Arely y sonrió —Tenemos que hacer que _______ y Kendall se encuentren.
—¿Cómo? —preguntó Emma.
—Si, eso ¿Cómo? —dije molesto.
—¿Sabes si acaso él va seguido a la biblioteca? —le dijo.
—Mmm, si, si. Él va bastante seguido a buscar los libros de braile, ¿sabías que le enseña a leer a niños ciegos?
—¿De verdad? Oooh, es tan tierno. ¿Y como podemos hacer para que se encuentren?
—Ustedes dos son unas malditas traidoras —las acusé. Ambas se giraron a verme con una despectiva mirada.
—Si no quieres oír, vete —me dijo mi prima.
—Si, molestas —me dijo Jazmin.
—¿Sabes que pequeña diabólica? Calladita te ves más bonita —le dije.
Ella me sacó la lengua como nena de 5 años y volvió su vista a mi prima. Comenzaron a hablar en voz más baja, impidiendo que yo pudiera escucharlas.
¿Quién las necesita? Yo no voy a dejar que anden armando ninguna clase de salida ni nada con Schmidt y ______.
Me dejé caer en el sillón y prendí la tele para tratar de concentrar mi atención en otra cosa, mientras que aquellas dos traidoras planeaban como clavarme una daga por la espalda. Ellas reían y hablaban muy animadamente. Las ganas de saber que era lo que estaban tramando comenzaron a carcomerme la conciencia.
¿Qué pasa si a ______ le gusta Schmidt?
¿Qué pasa si acepta salir con él?
¿Qué pasa si a él le comienza a gustar?
¿Qué pasa si me meto en el medio?
Sonreí maliciosamente al cruzarse por mi mente la idea de frustrar cualquier plan que incluya hacer que ______ salga con algún tipejo.
—¿De que sonríes? —me preguntó Arely haciendo que saliera de mis pensamientos.
Me giré a verla y me senté cómodamente en el sillón.
—De nada, ¿Por qué? —le dije sin dejar de sonreír.
—Porque yo conozco esa sonrisa. Esa es una sonrisa de que tu cabeza está maquinando alguna idea macabra para arruinar alguna cosa.
—¿Por qué crees eso de mí? —dije haciéndome el inocente.
—¿Será por qué te conozco?
—¿O por qué es predecible? —dijo Jazmin.
—No chicas, están equivocadas —me puse de pie y caminé hasta ellas. Coloqué una de mis manos sobre el hombro de Jazmin —¿Y saben que? tienen razón en todo lo que dijeron, así que si necesitan mi ayuda para hacer que ______ salga con Schmidt, no duden en avisarme que haré lo que sea.