Aquella cínica sonrisa no salía de su rostro. Sentí que la sangre me hervía ¿Qué diablos hacia él aquí?
—¿Qué quieres? —le pregunté de mala manera. Él volvió a mirar a _______.
—¿No me vas a invitar a pasar? —me preguntó.
Me quedé quieto en el lugar... no iba a dejarlo pasar. Sentí unas pequeñas manos apoyarse en mi espalda. Giré mi cabeza y la miré. Ella asintió levemente.
—Pasa —le dije a mi padre y me corrí de la puerta. Él entró y miró a su alrededor.
—Buenos días, _______ —le dijo a ella.
—Buenos días señor Padilla —le respondió.
—Espero no haber llegado en un mal momento.
—No, para nada —dijo _______ y sonrió de manera falsa. Reí por lo bajo —Estábamos por desayunar ¿Quiere desayunar con nosotros?
—No gracias —dijo él y se sentó en una de las sillas. _______ me miró y sonrió de manera dulce.
—¿Qué lo trae por aquí señor Padilla? —le preguntó.
—Necesito hablar unos asuntos con Manuel —le dijo de manera tajante.
—Bueno... yo ya me estaba por ir, y...
—No, tú no te vas a ningún lado —la detuve. Ella me miró —Cualquier cosa de la que me quieras hablar puedes hacerlo delante de _______, padre.
Él me miró fijo, y luego miró a _______. Ella se veía algo sorprendida.
—Es un asunto delicado —prosiguió él.
—No interesa... yo no tengo secretos con mi novia. Si no se entera ahora, se va a enterar después.
—¿Novia? —preguntó confundido.
—Oh, como fui tan tonto de no decirte papi —dije irónico y me acerqué a ______ para abrazarla de costado —Te presento a tu nuera... ¿no es encantadora?
Juan nos miró algo atónitos. Giré mi cabeza para mirar a _______ y sus mejillas estaban totalmente enrojecidas. Levantó la cabeza y me miró. Le guiñé un ojo y negó divertida con la cabeza.
—Así que son... novios.
—Si —dijo ella asintiendo —Espero que le agrade la idea de tenerme en su familia. A mí me encanta que usted sea mi suegro —noté aquel particular tono de sarcasmo.
—Claro que estoy contento... no te imaginas cuanto pequeña —le dijo él.
Noté algo muy extraño en aquella afirmación. La miré fijo, tratando de saber que pretendía.
—¿Y bien? ¿Qué has venido? —le pregunté de manera cortante.
—Cariño, no seas tan grosero. ¿Por qué no le ofreces una taza de café a tu padre? —me preguntó _______. La miré y ella alzó ambas cejas.
—Oh si, tienes razón amor —le dije y me acerqué a donde estaba ella —Papi, ¿quieres café?
—Un poco estaría bien —me dijo él. Agarré una taza y serví el café. Me acerqué al oído de ________.
—¿Puedo escupir un poco en él? —le pregunté.
Ella soltó una leve risita y ambos miramos a mi padre.
—Un poco no estaría mal... creo que ha arruinado algo —susurró ella.
—Ha arruinado todo —le aseguré. Tomé la taza y se la alcancé a mi padre —Aquí tienes...
—Gracias —susurró él.
—Bueno, ¿A qué has venido exactamente? —le pregunté mientras me sentaba frente a él.
________ tomó un vaso de jugo y se sentó a mi lado, mirando fijamente a mi padre. Él la miró y luego volvió su vista a mí.
—Quiero que trabajes conmigo de nuevo —me dijo.
—¿Para qué? —le pregunté.
—Porque lo necesito... ya te dije una vez que hay veces que yo no puedo firmar los papeles y como tú eres mi hijo necesito tu ayuda.
—¿Qué clase de ayuda señor Padilla? —preguntó _______ apoyando el vaso en la mesa.
Él la miró con recelo. Estoy completamente seguro que no le agrada para nada que _______ este sentada frente a él escuchando todo. Principalmente porque no puede hablar como quiere.
—Tengo muchos negocios señorita Leblanc y no puedo atenderlos todos.
—Que lastima señor Padilla. Pero ¿no le contó Manuel que esta semana que viene tenemos parciales en la Universidad? —Preguntó y me miró —¿No le contaste, cielo?
La miré extrañado. Nosotros no teníamos ningún examen o algo parecido esta semana. Entonces entendí aquello. Miré a mi padre.
—¿No te conté papá? —le pregunté. Él me miró serio —Lo lamento otra vez... no sé qué pasa conmigo últimamente que me estoy olvidando de contarte tantas cosas importantes.
—Bueno, eso no es nada —dijo _______ y sonrió.
—Entonces señor Padilla... no creo que Manuel pueda ayudarlo esta semana. Y tampoco la otra.
—¿Por qué? —preguntó él de mala gana.
—Manuel y yo... estamos trabajando juntos en la oficina de mi madre y... le prometimos que en las próximas dos semanas íbamos a ayudarla en un proyecto muy importante que tiene. ¿O no amor?
—Si... también me olvidé de aquello. ¡Qué cabeza de novio la mía! —dije divertido y con _______ nos echamos a reír. Juan estaba más serio de lo que la situación ameritaba. Simplemente me encanta verlo así. Molesto, sin saber que decir, ni que hacer.
El timbre de mi casa volvió a sonar. _______ me miró y yo la miré. Ambos fruncimos el ceño.
—Que solicitados que estamos hoy, Manuel —dijo ella poniéndose de pie —Yo iré a abrir.
_______ se alejó de mí y miré a mi padre.
—No me gusta para nada las atribuciones de esta jovencita —me dijo por lo bajo.
Sonreí levemente.
—Me importa un comino si te agrada o no. Yo la amo y eso es lo importante —le dije sin dejar de mirarlo.
—¿Acaso tengo que venir yo hasta aquí para que mi hijo me dé la hora? —escuché su voz y me paralicé.
Rápidamente me puse de pie. Ella entró al departamento. Mi padre giró la cabeza y la miró. De sus ojos destelló algo que hacía mucho no le veía... Obsesión.
Ella dejó de caminar al verlo allí parado. _______ se quedó quieta a su lado y miró preocupada la escena. ¿Qué diablos hace ella aquí?
—Adela —habló mi padre.
Vi que los ojos de mi madre se humedecían y entendí que el pasado y todo el dolor volvieron a ella como si nunca se hubieran ido.
Una sonrisa estúpida se curvó en el rostro de mi padre. Volví la vista a mamá y sus ojos cada vez estaban más cristalinos.
—Adela, mi amor, has vuelto —dijo Juan. Mi madre dejó de mirarlo.
—Creo que no... que no he venido en un buen momento... vuelvo más tarde hijo —dijo ella con voz temblorosa.
En un instante que no percibí mi padre se acercó a ella.
—No, no, no te vayas —dijo y la tomó de un brazo.
Mi madre comenzó a forcejear para salirse de su agarre.
—Suéltame —le dijo sin mirarlo.
—¿Por qué Adela? Si has vuelvo a mí... sabía que un día ibas a volver.
—Juan... ya suéltame —dijo ella en tono nervioso.
Me acerqué rápidamente a Juan y lo alejé de ella.
—Vete —le dije. Él me miró. Su mandíbula se tensó.
—Otra vez tú —susurró. Miré a _______.
—Lleva a mi madre al cuarto, _______. Espérenme ahí —les dije.
_______ asintió y tomó a mi madre del brazo para dirigirla al cuarto. Cuando ellas dos estuvieron alejadas de la sala miré de nuevo a Kent.
—¿Qué te sucede? ¿Acaso estas mal de la cabeza? —le pregunté.
—Otra vez tú —volvió a susurrar. Lo miré extrañado.
—¿Qué quieres decir con eso? —dije.
—Tu madre ha vuelto y tú otra vez la alejas de mí.
—¿Qué?
—Tú eres el culpable de todo —dijo elevando un poco su voz.
—Ya no tenemos más nada que hablar Juan... voy a pedirte que amablemente te vayas de mi casa. Ahora.
Me miró con odio. Un odio que no veía hace mucho en su mirada. Mi padre esta enfermo. Está completamente loco.
—Está bien, está bien —dijo y se acercó a buscar sus cosas —Como siempre tú ganas en esto... pero no me voy a quedar con los brazos cruzados hijo. Vas a pagar haberte metido en medio de tu madre y yo.
—Como digas —le dije y le hice el gesto de que ya se podía ir.
Él salió del departamento y se giró a verme.
—Ya lo veraz —dijo con una leve sonrisa.
Cerré la puerta con fuerza y sin pensarlo me dirigí a la habitación.
—Respiremos juntas Adela... tranquila —_______ estaba arrodillada frente a mi madre y le sostenía las manos con las de ella. Me miró —Ve por un vaso de agua, Manuel. Tu madre esta teniendo un ataque de nervios.
Asentí y volví a salir para buscar el vaso con agua. Volví al cuarto y pude ver la angustia de mi madre. Le entregué el vaso y ella temblorosa lo tomó.
—Lo siento —se disculpó cuando terminó de tomar.
—Tranquila, ya se fue —le dije.
—Tuve que haber llamado antes de venir —habló mientras unas cuantas lágrimas caían por sus mejillas —Solo quería darte una sorpresa, hijo. No pensé que tu padre iba... iba a estar aquí.
—Yo tampoco lo sabia, mamá —dije y me acerqué para sentarme a su lado —Pero ya se fue... él no va a hacerte nada.
—Yo no tengo miedo por mí, Manuel —dijo y me miró a los ojos —Tengo miedo por ti. Tú padre está mal... muy mal.
—Eso no es noticia —le dije. Ella negó con la cabeza.
—Juan está enfermo, hijo... él está loco.
—Tranquila —dije y la abracé —Él no va a hacerte daño ni a ti, ni a nadie.
Miré a _______ y pude ver la preocupación en su rostro. Eso me partió el alma. Un día que debió comenzar hermoso, terminó volviéndose una reverenda mierda.
Luego de calmar a mi madre. La acompañamos a que se tomara un taxi. Antes llamamos a Ben para que la esperara y contarle lo que había pasado. Volvimos a entrar al departamento después de despedir a mamá.
Solté un cansado suspiro y me tiré en el sillón. Tapé mi rostro con ambas manos. Sentí como ________ se sentaba a mi lado.
Me tomó del brazo y me jaló hacia ella. Me apoyé sobre su pecho sin quitarme las manos de la cara. Juro que tengo unas terribles ganas de gritar.
—Tranquilo mi amor, todo va a estar bien —susurró mientras acariciaba mis cabellos.
—Lo siento amor, no quería que pasaras por esto —me disculpé. Ella me alejó para poder mirarme a la cara.
—No seas tonto, no tienes porque pedirme perdón. Lo que pasó, no fue tu culpa.
—Maldito hijo de perra... lo odio —aseguré. Ella acarició mis mejillas.
—Odiando a tu padre no ganas nada, Manuel... Como dijo tu madre él está enfermo. Necesita ayuda, solo eso.
—Solo eso —susurré y acaricié su rostro —Ojala fuera tan fácil amor. Pero no sé si viste el rostro de él cuando vio a mamá. Se transformó completamente... él parecía un lunático. Miró a mi madre como si fuera una obsesión para él.
—Por eso mismo mi amor... él necesita ayuda —dijo.
La acerqué a mí y la abracé. Escondí mi rostro en su cuello y respiré su aroma.
—Tú también eres una obsesión para mí, _______ —le susurré. Ella se alejó para mirarme a los ojos —Pero jamás... escucha esto, jamás te haría daño.
Ella sonrió levemente y se acercó a mí para besar mis labios.
—Lo sé mi amor. Y tú también eres mi obsesión —susurró sobre mi boca. Me volví a acercar para poder besarla completamente.
—Te amo —le dije sin dejar de besarla.
—Te amo más —musitó. Se alejó despacio —Voy a llamar a mis padres para decirles que mejor dejamos el almuerzo para otro día.
Se quiso poner de pie pero la detuve. Me miró extrañada.
—¿Y quién te dijo que lo íbamos a dejar para otro día? —le pregunté.
—Manuel, no creo que sea un buen momento —me dijo. Sonreí y negué con la cabeza.
—Claro que si es un buen momento, mi amor. Tus padres y nosotros vamos a ir a almorzar juntos. Algo me dice que al final vamos a sacar algo muy bueno de este día. Eso te lo puedo asegurar.