La oscuridad se hizo presente lentamente. El único indicio de luz provenía de una pequeña lámpara que descansaba sobre una mesita alejada en un rincón. El silencio era tan denso que se podía escuchar el tic tac del reloj que adornaba una de las paredes de la habitación.
Estaba sentado en medio de todo, con una postura aparentemente relajada, el único signo de que estaba vivo era el pausado movimiento de su pecho al respirar. Estaba esperando, llevaba días esperando. Lejos de calmarse con el tiempo, su ira se había vuelto más y más grande, poderosa, capaz de destruir todo a su paso.
No había vuelto a salir de su casa, no atendió llamada alguna, solo atendía aquellas que le hacía Paolo, informándolo del proceso de su sórdido plan. Las botellas vacías de licor se esparcían por doquier, una voluntad casi sobrehumana lo mantenía en pie. Los celos, la esperanza de que muy pronto se vengaría. Esa rabia ciega que recorría su cuerpo como el torrente de su sangre. Envenenándolo.
Abrió los ojos cuando su celular sonó.
—Está hecho Franco, nuestro hombre permanecerá en Biofertiliti quince días más, hasta la próxima consulta.
Franco colgó la llamada sin decir nada. Se puso de pie y caminó por toda la casa encendiendo las luces. Se paró frente al enorme ventanal que abarcaba casi toda su sala y sonrió, una sonrisa vacía, una sonrisa que no presagiaba nada bueno.
—Estarás pronto en casa mi pequeño hipócrita...pronto.
Entre sus dedos bailaba una alianza, el bonito aro que iba a servir para sellar el amor que alguna vez se tuvieron y que esta vez sellaría el final de una venganza.
Franco lo observó, con la mirada fría, llena de resentimiento.
—Te daré aquello que deseaste y llorarás, llorarás sobre las cenizas de lo que tú destruiste.
******
—Lo voy a dejar esta noche en observación, no quiero correr riesgos, pero desde ya les puedo decir que todo salió perfectamente bien. Así que prepárense, pues tenemos nueve meses para esperar a ese pequeño milagro y Dominic va a necesitar mucho amor y mucho apoyo.
El júbilo tras las palabras de Patrick, llenó a todos los que estaban en la sala de espera, a las risas se unieron las lágrimas de Mary Ann y de Ethien. Nicolai abrazaba a Gal que reía emocionado y ya todos planificaban una fiesta para celebrar la feliz noticia.
— ¿Podemos verlo?
Preguntó Ethien emocionado. Patrick asintió sonriendo.
—Pero solo un ratito, tiene que descansar. Va a estar adolorido, por eso le puse un sedante para que descansara toda la noche, así que lo van a encontrar un poco adormilado.
Dominic estaba pálido, pero su sonrisa se hizo enorme cuando su familia entró a la habitación.
—Mére.
Llamó a Ethien extendiéndole su mano.
—Oh mon petite luciole, soy tan feliz.
Le dijo Ethien con dulzura, llenándolo de besos. Mary Ann también se sentó a su lado besando con dulzura su frente.
—Van a ser abuelas. — Les susurró Dominic sonriendo y Ethien soltó una feliz carcajada.
Les cedieron espacio a Gal y a Nicolai, pues Dominic cerraba los ojos luchando contra el sueño.
—Te amo hermanito, felicidades. —Le dijo Nicolai con amor, besando su mejilla.
Gal tomó su mano y le sonrió tiernamente, su mano se posó cuidadosamente sobre el vientre de su amigo.

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Promesas y mentiras
RomansaFranco le había prometido amarlo y protegerlo. Le había prometido no fallarle jamás. ¿Que había sido de aquellas promesas? Dominic se encontró de pronto en una tortuosa encrucijada y su corazón por más valiente que fuera, aún era joven e inexperto p...