CAPITULO II

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-Gracias Liam, sin ti no hubiese tenido esta maravillosa tarde ni conseguido– hice una pausa para sonreír y acentuar las últimas dos palabras- el número de Niall- le dije comenzando la despedida frente a mi casa.

-De nada ___nos vemos luego ¿Si? Debo llegar para la cena.

-¡Claro!- lo abracé- nos vemos.

Entonces entré en mi casa, saludé a mi madre, me contó todo sobre su salida con Mérida, algo realmente útil ya que yo no quería contarle a tanto detalle como ella  de mi salida con los chicos y sobre todo de mis pláticas con Niall, subí a cambiarme para dormir, arreglé mi cama y me recosté.

Pasaron tres horas y todavía no podía conciliar el sueño, comenzó a darme hambre y sed, pero no quería comer ahora mi estómago estaba algo revuelto, pasaron otros quince minutos de molestia y decidí bajar a tomar un vaso de leche fría. Una vez en la cocina, me dirigí al refrigerador y tomé la leche, luego saqué un vaso de las alacenas y serví poca más de la mitad del mismo, comencé a tomarlo y justo en ese momento sentí como si un par de ojos estuviesen observándome, me volteé rápidamente para ver si era mi madre, pero no había nadie allí conmigo, el miedo comenzó a invadirme, prendí la luz inmediatamente, generalmente la oscuridad no me incomoda pero en ese momento me parecía de lo más aterrador, había algo allí que me hacía sentir frágil y en peligro. Ni siquiera esperé a terminar mi vaso de leche, caminé lo más rápido posible hacia las escaleras y al llegar a la sala una inesperada llamada a mi celular me hizo dar un brinco del susto, saqué mi celular del bolsillo de mi pijama y me lo llevé directamente al oído sin darme el tiempo de ver quién era…

-¿Sí?-pregunté asustada.

Del otro lado de la bocina se escuchaba el ruido de la persona respirando, pero no me decía nada.

-¿Quién es?-volví a preguntar al límite del terror, las piernas comenzaban a fallarme.

La llamada terminó, colgaron sin siquiera decirme quién me llamo, revisé inmediatamente las llamadas recibidas en mi teléfono, no había ningún registro de la llamada que acababa de tener, no podía creerlo, en ese momento subí corriendo las escaleras y me encerré en mi habitación con seguro, me aventé a mi cama y me mantuve sentada en ella, con la espalda recargada en la cabecera y mis brazos enrollando mis piernas, hasta que pude observar como algunos rayitos de sol comenzaban a entrar por mi ventana, la horrible noche había terminado…

Entonces con la seguridad del sol en mi habitación me entregué al cansancio y soñé con él, por primera vez.

-_____ ven-me llamaba una voz angelical desde el otro lado de una habitación sumamente obscura y sin saber el por qué me acerqué a la dirección de dónde provenía tal voz, la cual me atraía bastante, aquella  voz tan desconocida como tranquilizadora.

-¿Quién eres tú?-pregunté asustada cuando me encontré con una figura alta, era delgado pero esbelto, con cabello hasta las orejas, castaño y enrulado, me acerqué un poco más a él para poder ver sus facciones con claridad. Tenía una piel clara, labios irresistiblemente rosados, nariz ligeramente ancha, cejas perfectas, pestañas largas y ojos verdes perfectamente capaces de ser seductores, tiernos y aterradores a la vez que volvían imposible que separara mi vista de ellos. Su rostro era perfecto, su figura ni decirlo, era tan hermoso para mí que fuese quien fuese no me importaría el no saberlo si pudiese estar más tiempo en su compañía.

Se me acercó un paso más, con lo que mi corazón comenzó un latido alocado, tomó mi mano derecha y colocó en ella un camafeo antiguo, lo miré detenidamente y lo solté al darme cuenta de que allí había una mujer de perfil con bastante parecido a mí.

Entonces con un ruido súbitamente extraño desperté, agitada y con un sudor frio que me perlaba la frente y la nuca, qué sueño tan más vívido, rápidamente volteé a ver el lugar de donde provenía el ruido que me obligó a despertar y entonces pegué un grito tan fuerte que me sorprendió que mi madre no entrara en mi habitación para cerciorarse de que estuviese bien, lo vi, allí estaba aquel camafeo antiguo que me había dado el hombre de mi sueño, en el suelo de mi habitación a un lado de mi cama, me llevé la mano a la boca para sofocar el próximo de mis gritos.

Intenté tranquilizarme y tratar de darle alguna explicación lógica a las últimas tres cosas que me habían ocurrido en las últimas horas, primero esa presencia que me aterrorizó en la noche, el sueño y ahora lo del camafeo. En la primera podría ser que estaba muy cansada… pero ¿y lo de llamada? No se registró en mi celular, ¿cómo podía ser? Tal vez mi celular necesita alguna reparación, más tarde lo llevaré al servicio a clientes. En la segunda, bueno a ese hombre nunca lo he visto pero los sueños no suelen ser lógicos y lo que  era verdaderamente extraño e inexplicable era tener el camafeo del sueño en mi habitación.

Me levanté rápidamente y corrí hacia la habitación de mi madre, no estaba y al ver su cama desarreglada el terror volvió a invadirme.

-¡Mamá!- grité desesperadamente, no estaba allí y no era normal que su cuarto estuviera hecho un desorden.

Bajé a la cocina inmediatamente, las veces que solía dejarme sola sin explicación me dejaba notas allí, miré por todos lados y entonces la encontré sobre el frutero, la tomé y la leí “hija fui al mercado por la comida de la semana, no te quise despertar, con amor mamá” bueno mi madre está bien y eso me dio un poco de alivio, pero entonces recordé el camafeo, subí a mi habitación para tomarlo.

Esperando por ti (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora