Capitulo 46

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- Si hay alguien que se oponga a este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre.

Liam se levantó de su asiento y todos los miramos, él pasó entre todas las personas y caminó con los brazos en los bolsillos hasta la salida. Yo solo me quedé mirándolo, y cuando él desapareció por la salida, echándome una última mirada, yo continué mirando la puerta que estaba abierta.

- ¿Judith? – preguntó Austin y lo miré - ¿te encuentras bien?

- Si… - susurré - ¿puedes esperarme un segundo? – pregunté y sin esperar una respuesta salí de la iglesia.

- ¡Liam! – exclamé pero nadie contestó. No estaba.

¿Se había ido? Divisé una pequeña hoja blanca tirada en el suelo, la levanté. Y vi que estaba escrita.

“Me prometí a mi mismo que no volvería a verte hasta que des el sí, y luego, dejaría que hagas tu vida al lado de tu felicidad. Y así será.

Hasta siempre. Liam”

Una lágrima cayó por mi mejilla.

- ¡Judith! – alguien me llamó a mis espaldas - ¿qué pasa, cielo?

- Liam – dije con un hilo de voz, seguido de un sollozo y le mostré la cartita que me había dejado.

Él la leyó.

- Judith, quiero que me digas la verdad, cielo – dijo él - ¿quieres ir a buscarlo?

Cerré los ojos y asentí con la cabeza. Esta vez, no me llevaría por el momento, sino, por el corazón.

- Pues, ¿qué estamos haciendo aquí? ¡vamos! – dijo y tomó mi brazo.

- ¿A dónde? – dije con voz quebrada.

Él se acercó a una señora.

- Disculpe, ¿vio usted a un hombre alto, cabello castaño, ojos marrones, es famoso, un cantante de una boy band? – preguntó.

- Si, se fue por allá – dijo y señaló una dirección.

- Gracias – respondió Austin.

Me tomó otra vez del brazo y corrimos hacia esa dirección, la cual, casualmente, se encontraba cerca de la estación del tren. Entramos en la estación y lo buscamos con la mirada.

- Es tarde, Austin, ya se fue – dije vencida.

- Escucha, Judith, si llegamos hasta aquí, es porque no puedes casarte conmigo, porque tu corazón le pertenece a él, así que pararemos un tren si hace falta, para encontrarlo – dijo y siguió buscando con la mirada.

Me sorprendió lo que dijo y me aseguré, más que nunca, de la clase de buen hombre que es.

- ¡Allí está! - exclamó y señalo a un chico que estaba punto de entregarle un boleto a un hombre de por allí y subir al tren.

- ¡Liam! – grité pero no me escuchó.

Con Austin corrimos, ya estaba casi todo vacío porque todos habían entrado en sus respectivos trenes.

- ¡Liam! – volvimos a exclamar ambos al unísono par que nos escuchara y así fue, Liam volteó.

Me miró sorprendido y a Austin también lo miró así. Austin se quedó atrás y yo corrí hacia Liam y lo abracé.

- ¿Qué demonios haces aquí, no deberías estar en tu fiesta? – preguntó.

- No, Liam – dije y traté de calmar mi llanto – no puedo.

- Claro que puedes, ya diste el sí, ahora ve y has la vida que tanto mereces – dijo e intentó subir al tren.

- No te vayas, quiero que hablemos – dije sollozando.

- Señor Payne, el tren debe partir – habló el hombre encargado de los trenes, la gente miraba desde la ventana.

- Lo sé, deme un minuto – dijo Liam y el hombre bufó – escucha Judith - dijo y tomó mi mano – yo se lo difícil que es para ti, fuimos los mejores amigos por mucho tiempo y luego vivimos un romance hermoso, el mejor de mi vida, pero tú encontraste la verdadera felicidad y eso es lo que importa ahora – dijo – ahora ve y sé feliz.

Intentó subir. No lo dejé.

- ¿Por qué me dejaste por Danielle si ahora…?

- Porque solo yo puedo ser tan idiota de dejar lo que amo por algo que solo me atraía – interrumpió y suspiró – ahora déjame ir, ¿sí?

- ¿Lo que amas? ¿o lo que amabas, Liam? – pregunté queriéndome sacar esa duda.

- Lo que amo desde siempre – dijo él – a ti.

Otra lágrima recorrió mi mejilla.

- ¿Por qué nunca me buscaste? – pregunté.

- Porque soy tan idiota que me di cuenta que aún te amaba cuando te vi en el campo – confesó.

- ¿Y qué hay si te digo que soy tan idiota de darme cuenta que aún te amaba cuando te vi salir de la iglesia?

Esa pregunta me salió del alma. Él me miró con ojos muy abiertos.

- No… - susurró él.

- Si, Liam – dije y lo abracé fuerte, él también lo hiso.

Austin se acercó a nosotros.

- Creo que me debes algo, Liam – dijo Austin, con rostro serio. Liam y yo nos separamos. Sentí como Liam se tensaba y yo también lo hice.

El castaño lo miró extrañado.

- Dame eso – dijo Austin y le arrebató el boleto a Liam.

Austin se subió al tren.

- ¿A dónde piensas ir? – pregunté con intriga.

- No lo sé – dijo y miró al castaño – cuídala, ¿sí?

Liam asintió con la cabeza y Austin partió en un tren a quién sabe dónde. Liam y yo, nos miramos y nos sonreímos mutuamente.

- Te amo – me dijo – siempre lo hice.

- Yo también, te amo – dije.

Capturó mis labios para lo que sería el inicio de una eterna historia…

La felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora