Capítulo 14: Encajamos Perfectamente

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PV Alexander:

Sentía una voz así que me desperté, al observarla note que estaba dormida mientras hablaba, no me había percatado que estaba sudando y comenzó a decir:

¿Estar bien?

¿De qué habla?

¿Dónde está mama y papa?

¿Alguien me escucha?

No quiero estar sola

No entendía bien que sucedía, hasta que me acorde el día de la cena

– ¿porque no pudiste dormir?

– Eso sería darte demasiada información–

– ¿no confías en mí? –

– no, me rompiste la nariz–

Y ahí todo tubo más sentido, no dormía por la noche por las pesadillas. En el informe que me dio mi investigador sobre Isabella solo decía que su padre había muerto en un accidente de tránsito y que su madre la había cuidado desde entonces. Seguramente hay muchas cosas sobre su vida que no sé. No es que la estuviese acosando simplemente quería saber más sobre su vida por eso contrate a un investigador, desde que chocamos ese lunes en la entada de la empresa no he dejado de pensar en ella.

Despierta, despierta

Y al instante ella abrió los ojos, al verme sus ojos se le llenaron de lágrimas y salió corriendo y se encerró en el baño.

Fui hasta la puerta del baño, la verdad no sabía que decirle, ¿tendría que consolarla? ¿Pero cómo si estaba dentro del baño?

–Por favor, abre la puerta– dije

–Solo vete– dijo con la voz entrecortada

–Me quedare aquí hasta que salgas–y me senté en la puerta, no la iba a dejar sola no en este momento

Pasaba el tiempo y ella no salía y la vedad ya me estaba preocupando. Mire el reloj y eran las 4 a.m no me había percatado de la hora, pero eso no importaba no me iba a mover hasta tenerla en mis brazos.

–¿Sigues ahí? –dijo ella tímidamente

–Si, no me voy a ir hasta que abras la puerta–dije

–¿Por qué lo haces? – su pregunta me desconcertó

–Porque me importas– y era verdad

–No lo entiendo –y abrió la puerta y en su cara se notaba una tristeza enorme y una gran confusión

Se sentó a mi lado y puso su cabeza en mi hombro. Puse mi nariz en su pelo y pude sentir el aroma que desprendía de el y así nos quedamos.

Cuando la volví a mirar se había quedado dormida, asique la tome en mis brazos nuevamente, sin duda amaba esta sensación de cuidarla y protegerla. Me dirigí a la habitación, la acosté y la acerque a mi poniendo su cabeza en mi pecho y la rodee con mis brazos. 

Perecía como si encajásemos perfectamente el uno con el otro. Luego el cansancio me venció y caí en un profundo sueño.

No quiero enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora