En cualquier caso, mejor le sigo contando lo que ocurrió el año pasado después de que mis padres discutieran por lo del abuelo. Estaban intentando comportarse de un modo normal después de la pelea, pero había una tensión que habría podido cortarla con un cuchillo, y probablemente con menos esfuerzo que el filete que tenía en el plato. Mi madre por lo general nunca se cargaba un guiso, pero todo lo hacía demasiado. Tampoco quiero que suene como si yo fuera una desagradecida. Usted debe de estar harto de la comida de la cárcel, que me imagino que será algún tipo de gachas, como en el musical Oliver. Apuesto a que los guardias comen pizza justo delante de su celda, tan cerca de usted que le llega el olor y si no fuera porque se le está cayendo la baba, se arrancaría a cantar Food Glorious Food con acento del Londres de los bajos fondos. Por si le sirve de consuelo, la comida que hizo mi madre aquella noche no tenía nada de gloriosa y nos dimos por vencidos con el filete al cabo de cinco minutos.
-¿Por qué yo antes no conocía al abuelo? -preguntó de pronto Dot por signos.
Mi padre cogió su vaso de vino, pero no le dio ni un sorbo.
-Sí lo conocías, mi amor -dijo por signos mi madre-. Solo que no te acuerdas.
-¿Me llevaba bien con él?
-Pues... bueno, eras tan pequeña que es difícil decirlo -respondió mi madre.
-¿Se va a poner bien?
-Eso esperamos. Aunque está muy pachucho.
-¿Se pondrá bien mañana? ¿O pasado? ¿O al día siguiente?
-Para de hacer preguntas estúpidas -murmuró Soph. Dot se quedó mirándola sin comprender, porque le cuesta leer los labios-. Para de hacer preguntas estúpidas -volvió a decir Soph moviendolos labios aún más rápido aposta.
-Sophie... -la advirtió mi madre.
-El abuelo se pondrá bien, cariño -dijo mi padre por signos. Movía las manos despacio y con torpeza-. Está en el hospital, pero se mantiene estable.
Mi madre le puso a Dot un brazo alrededor de los hombros y le acarició la coronilla con la nariz.
-No te preocupes.
-Yo también estoy preocupada -anunció de pronto Soph-. O sea, y si se muere o lo que sea...
Mi padre suspiró.
-Tampoco te pongas tan dramática.
Le eché una mirada al reloj de pared del abuelo. Faltaban cuarenta y cinco minutos para que empezara la fiesta. Me puse a silbar. Normalmente nunca silbaba. Mi madre me miró como si sospechara mientras yo llevaba mis platos al fregadero, con los pies descalzos enfriándoseme contra las baldosas.
-¿Adónde vas? -me preguntó.
No me atreví a mirarla.
-A arreglarme.
-¿Para qué?
Solté el cuchillo y el tenedor dentro del agua y me quedé mirando las burbujas.
-Para ir a la fiesta de casa de Max.
-¿Qué fiesta? -preguntó mi madre-. ¿Qué fiesta, Zoe?
Me di la vuelta.
-¡Papá me dijo que podía ir!
Mi madre fulminó con la mirada a mi padre, que estaba rebañando con el dedo un poco de kétchup que tenía en el plato y chupándoselo hasta dejárselo limpio.
-Bueno, se ha portado bien durante todo el día.
Eso era más de lo que yo podía esperar. Tuve que aguantarme las ganas de lanzarme sobre él y darle un beso.
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Nubes de Kétchup
Ficțiune adolescențiHe hecho algo malo No solo un poco malo ni siquiera algo muy malo. Lo que he hecho es horrible. ¿Y sabes lo peor? Que nadie se ha enterado. Autora: Annabel Pitcher Esta novela NO es mía :)