❝Vidrio❞

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La generación de los milagros se encontraban en una cancha de básquet callejero. Aomine estaba sentado en una banca junto a Momoi y Murasakibara, que devoraba unas papas, Midorima (que tenía como amuleto de la suerte una vela), platicaba con Akashi y Kise se encontraba llamando a Kuroko, que aun no llegaba y era algo extraño. Llamo por decima cuarta vez y el mismo resultado, buzón de voz. Este soltó un gruñido.

—Oe —le llamo el moreno.

El rubio lo volteo a ver.

—¿Te contesto Tetsu?

Inflo sus mofletes.

—No, Korokocchi parece que me está ignorando.

—No sería raro.

—¿¡Eh!? Que malo Aominecchi.

—¿Kuro-chin no va a venir?

—Eso parece —se acomodo los lentes Midorima.

Akashi inconscientemente arrugo sus cejas. No le daba buena señal el hecho de que Kuroko no llegara y menos cuando dijo que si vendría, pero lo que más le preocupaba era el hecho de que lo había ido a dejar al hospital y después ya no supo de él. Desde ese día había estado preocupado por él chico, lo había intentado llamar pero para su mala suerte durante el entrenamiento de básquet alguien había arruinado su celular (suerte para esa persona que el entrenador los estaba viendo sino lo hubiera hecho pagar), después de eso no había tenido tiempo para ir a comprar uno —ya que no le agradaba la idea que alguien más le escogiera uno—.

—¡Voy a vol...—el sonido de una llamada entrando lo interrumpió y rápidamente se fijo que pertenecía de Kurokocchi —. ¡Es Kurokocchi! —grito emocionado el chic mientras contestaba —. Hola, Kuro...

—Lo siento no es mi hijo —contesto Noa.

—¿Mamá de Kuokocchi?

La mujer soltó una leve risa, y los demás presentes se le quedaron viendo a Kise.

—Si soy yo —aspiro algo de aire —. Tetsuya no ha...podido atender y como he visto que no dejabas de marcarle, me preocupe que fuera por algo grave así que conteste.

Las mejillas de Kise se pintaron de rojo de vergüenza.

—Ah... —comenzó a reír levemente y se rasco la nuca —. No, en realidad solo llamaba para saber si iba a venir a jugar un básquet como quedamos desde hace tres días.

La mujer chillo un poco y la ceja del rubio se levanto.

—¿Esta bie...

—Lo siento mucho —se apresura a decir con la voz ronca —, pero mi hijo no va a...

—¿Señora Kuroko? —se escucho de fondo.

—¿Si?

—Ya le terminamos de administrar las medicinas a Kuroko-kun, puede pasar a verlo —el rubio frunció el ceño.

—Gracias. Lo siento Kise-kun, mi hijo no va poder ir —y la llamada se colgó.

El ojidorado miro el celular y luego a sus compañeros que lo miraban interrogante.

—Kurokocchi no va a poder decir —guardo el aparato.

—¿Por qué? —pregunto Momoi.

—Al parecer está en el hospital.

—¿Hospital? —dicen al unisonó Aomine y Murasakibara.

El solo asiente. Akashi por su parte se coloca una mano en la barbilla.

—¿Qué piensas Akashi? —le pregunta el peliverde.

—Solo que iré a ver a Tetsuya.

—¿Sabes en que hospital esta?

AtardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora