No esta corregido, aun...
Una vez que todos salieron de la habitación se quedaron en el pasillo contemplando como el pequeño peli azul se encontraba ya descansando.
Akashi que se había quedado paralizado recobro de nuevo la cordura, respiro hondo y dejo salir el aire que contenían sus pulmones. Miro a sus acompañantes y ellos se encontraban más relajados.
— ¿C...como s...e encuentra Tetsuya, doctora? —pregunto con voz rasposa Noa.
—Él se encuentra bien, mejor de lo que hubiéramos previsto. Su sistema está respondiendo bien al tratamiento y al medicamento. En realidad hoy lo iba a dar de alta, pero dadas las circunstancias es mejor esperar a mañana.
—P...pero m...mi hijo, e...él.... —tartamudeo sin poder creer lo que le decía.
Los dos basquetbolistas y Momoi escuchaban atentos.
—Lo que paso hace rato solo fue un ataque de pánico. Recuerde que un efecto secundario del medicamento es la paralización del cuerpo por un minuto. Me imagino, que como ayer, se le olvido y entro en ataque.
Noa se colocó la mano en el pecho aliviada por saber que su hijo al fin saldría de aquel lugar.
—Por ahora es mejor que todos vayan a casa. Mañana pueden venir a recogerlo para llevárselo con ustedes —sonrió.
—Gracias doctora Fukuyama —agradeció en una reverencia la mujer de cabello azul.
—No hay que agradecer es mi trabajo —también hizo reverencia y al final se alejó por el largo pasillo.
Noa estaba que no lo podía, así que regreso hasta el vidrio, murmurando una oración. Los amigos de la infancia solo suspiraron tranquilos, alegres por saber que su amigo se encontraba bien. Y el pelirrojo solo sonrió.
...
Las ramas de los arboles golpeaban suavemente la ventana, provocando que se despertara de sus sueños, aunque no era como si le molestara, en realidad era todo lo contrario, estaba feliz de poder despertar y poder contemplar un techo oscuro que no le restregaba en su rostro memorias que no pueden volverse realidad. Todos aquellas imágenes que aparecían mientras dormía eran de momentos felices —no lo podía negar—, pero la nostalgia se acumulaba en su pecho y aprisionaba su corazón, estimulando un dolor poco soportable.
Su difunta madre aparecía. Sonriéndole, hablándole, riendo y abrazándolo. Era simplemente insoportable para él. Maldijo en voz baja. Odiaba los hospitales, ¿razón? Su madre.
Se apretó con la mano su frente, como si de aquella forma pudiera detener esas fotografías ficticias de un pasado ya lejano. Entonces se esfumo como humo en viento el rostro de su madre e imaginando que ya estaba alejado de su fantasma, apareció otro. Kuroko Tetsuya. Su sexto hombre. Con dispositivos conectados a su cuerpo; los ojos llorosos, piel pálida, cabello despeinado y manos arrugadas y resecas. Su corazón se comprimió tanto que se tuvo que sentar y absorber un bocado de aire. Miro de nuevo su oscura habitación mientras intentaba controlarse. Su vista se quedó quieta en un punto fijo que era en donde colocaba su computadora, entonces solo dos letras volvieron a aparecer en su mente para así levantarse, caminar hasta ese aparato y calmar un poco sus ansias.
...
Akashi y Kagami, habían sido los únicos que se encontraban afuera del hospital esperando a que Kuroko saliera de este establecimiento. Los dos chicos se sentían algo incomodos, pues no era para menos, habían tenido ciertas diferencias, una de ellas es que el pelirrojo menor había intentado clavarle unas tijeras al pelirrojo mayor. Pero a ellos el silencio entre ellos no era algo que les preocupara, al fin de cuentas lo único que importaba era poder ver al pequeño peliazul. Entonces vieron la cabellera larga de la mamá del ya mencionado, siendo acompañada por un chico de cabellos castañas y ojos cafes que tenía como nombre Ogiwara Shingehiro. Él iba manejando la silla de ruedas de Kuroko. Los dos chicos de ojos rojos caminaron hasta donde estaban.
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Atardecer
Romance❝Tanto Kuroko como él no estaban bien: uno estaba por morir y el otro iba a ver como eso pasaba.❞