❝Consentido❞

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Capítulo nuevo junto a un concurso AkaKuro y Karmagisa

El sol sale, la luna igual, el tiempo transcurre de manera normal; nada ha cambiado en el mundo, nada realmente relevante; éste sigue girando constantemente en su eje, las personas no han evolucionado y, si lo han hecho, no se han dado cuenta; todo tan malditamente normal en el mundo. Lamentablemente, para Akashi, su mundo, el mundo que estaba intentando construir de nuevo, el que consideraba importante, se estaba quebrando a pedazos cada día un poco más.

—Tetsuya —llamo quedo, no recibió respuesta. Intento de nuevo —. Tetsuya.

Los ojos azules de Kuroko miraban por la ventana, tal vez contemplaba el paisaje urbano, tal vez la mosca que se golpeaba constantemente con el vidrio, tal vez...nada y solo tenía la mirada allí, viendo algo más allá de la imaginación de alguien. Akashi se levantó de la silla y de inmediato la cabeza de Kuroko se giró a verlo: cejas fruncidas, labios apretados y sus ojos mirándolo con suplica; el típico gesto que le dedicaba cada que la silla hacia fricción con el suelo.

—Voy al baño —comento con una sonrisa.

Las manos le temblaron, los labios se separaron antes de que asintiera. Aun con la sonrisa en el rostro se acercó a su amigo y le beso la frente; otro acto típico que hacía cada que se alejaba de él; luego de eso lo miro a los ojos y se fue.

Una vez afuera se dio el lujo de dejar escapar la mitad del aire que tenía contenido desde que había entrado y espero unos momentos a que su corazón dejara de latir de esa manera tan desenfrenada. Podía haber pasado más de un mes desde que había iniciado hacer eso, pero eso no significaba que se estaba acostumbrando. Cuando los latidos comenzaron a ir al ritmo que se supuso deben de tener, se alejó de la puerta y camino por esos pasillos blancos que ya conocía como si fuera su casa, en realidad, no estaba mal decirlo de esa forma. Desde que la vista de Kuroko había comenzado a fallar dos meses atras, pasaba más tiempo en el hospital que en su propia casa.

Al doblar a la derecha vio que un señor estaba por cambiar un foco que estaba encendiéndose y apagándose, de inmediato recordó las palabras de la doctora Fukuyama.

—Tu vista regresara —había dicho ese día enfrente de Kuroko, sus padres y él —. Lamentablemente, es posible que la vuelvas a perder.

—¿Cómo? —pregunto Noa.

—El lóbulo occipital no está recibiendo las células necesarias para que las imágenes sean vistas* —la miraron incrédulos —. Para que lo entiendan: la vista de Kuroko-kun es como un foco y para que éste funcione se necesita un interruptor que esté siempre encendido, pero ahora el interruptor va a estar prendiéndose y apagándose cada cierto tiempo, hasta que llegue a un punto que ya no vuelva aprenderse.

Recordaba esas palabras tan bien que no podía creer que ya había pasado más de dos meses desde aquello, a lo mejor, habían sido tres meses y no se dio cuenta hasta ese momento que lo estaba pensando. Salió del baño y volvió a recorrer esos pasillos.

—No corras, Midoriya —gritó un niño de cabello rojo y blanco.

—Pero es que se...—el niño de nombre Midoriya se tropezó con sus propios pies —. ¡Ah! —antes de que chocara contra el suelo Akashi lo jalo del brazo. El niño, que había cerrado los ojos, los abrió y se sorprendió al ver que su cuerpo no tocaba el suelo —. Estoy levitando, Todoroki, estoy... —levantó la vista y, al ver los ojos rojos de Akashi, no pudo evitar asustarse un poco.

—Lo siento mucho —se disculpó rápidamente el chico que se hacía llamara Todoroki mientras jalaba a su amigo —. ¿Estás bien, Midoriya?

—Sí, estoy bien, gracias a él —miró de reojo a Akashi.

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