❝¿Vivo?❞

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Aun no esta corregido

Sus pupilas azules miraban el reloj que estaba frente a él. Se imaginó que en esos momentos estaría practicando, corriendo de un lado a otro, lanzando pases y practicando nuevas técnicas, pero lastimosamente desde hace ya más de un mes se encontraba en ese cuarto de hospital. La manecilla del reloj se movió y luego miro la puerta. Volvió a mirar el reloj y sonrió ligeramente.

—Ya se retrasó —susurro.

Mirar y medir el tiempo se había vuelto su hobby en los últimos días y más cuando se trataba de ver si Akashi llegaba a la hora que le prometía, lo cual era siempre, pero ahora Kuroko había ganado y su premio era un batido de vainilla —el cual no había podido probar desde que lo habían hospitalizado—, por esa razón ahora se encontraba de buen humor.

...

— ¿Ya terminaron? —pregunto Akashi.

—Solo falta Furihata —comento Kagami mientras le entregaba el balón al mencionado.

— ¿Podrías hacerlo rápido, por favor?

El castaño asintió mientras empezaba a escribir en el balón una dedicatoria para su amigo.

— ¿Cómo está Kuroko? —pregunto Hyuga.

—Está bien, las inyecciones y medicamentos los está aceptando bien su cuerpo —contesto mientras miraba de reojo el reloj del gimnasio, hizo una mueca.

—A...aquí tiene, Akashi-san —le extendió el balón.

—Muchas gracias —sonrió.

Al chico se le pintaron las mejillas de rosa antes de bajar la mirada e ir con sus demás compañeros.

—Los dejo practicar, me retiro —dio media vuelta y comenzó a caminar.

—Akashi-kun —le llamo Riko.

El nombrado la volteo a ver.

— ¿Puedo hablar contigo un momento?

Sus pupilas rojas miraron de nuevo el reloj y después suspiro. De cualquier forma ya iba tarde.

...

Escucho voces al otro lado de la puerta. No es como si fuera raro, en realidad, sino se equivocaba con el tiempo, ya era hora del chequeo diario de Kuroko, lo que se le hacía raro es que la voz que acompañaba a la del peliazul era muy diferente a la de Fukuyama. Acomodo las bolsas que traía en las manos y, con algo de dificultad, abrió la puerta.

—Que torpe eres —comento Ogiwara mientras le sacudía el cabello a Kuroko.

Ese gesto hizo que las cejas rojas se fruncieran. Por parte del peliazul solo se quedó callado mientras se cruzaba de brazos y miraba hacia la puerta. Sus ojos divisaron al pelirrojo. Sonrió.

—Akashi-kun, bienvenido.

El nombrado también sonrió.

—Estoy de vuelta.

—Hola, Akashi —saludo Ogiwara.

—Hola. Tetsuya te traje tu malteada —le extendió el vaso.

La sonrisa del chico de menor estatura se agrando.

—Gracias.

—No hay de qué.

Ogiwara que miraba a los dos se dio cuenta que el ambiente que los envolvía no era algo normal, si se podía usar esa palabra, sino una más...especial.

AtardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora