15| ¿Amor? o ¿Lealtad?

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Miré por última vez a mis hermanos y me marché en búsqueda de Thomas. Empujé a algunas personas que estorbaban mi búsqueda y salí de la casa, lo había visto salir por aquí y sospechaba que estaba por la mitad del camino hacia su casa.

Me puse de puntillas y divisé su campera azul, sonreí feliz porque lo había encontrado. Corrí hacia donde estaba y tomé su brazo deteniendo su andar.

— ¿A dónde crees que vas? — pregunté confundida. Él me observó en silencio. — Thomas... — dije por lo bajo mirando a sus ojos, hizo una mueca con sus labios y sonrío de lado.

— Creo que debiste de quedarte en la fiesta, bebé. — sonreí feliz por escuchar como me llamó. Eso demostraba que no estaba enojado conmigo. Frunció sus cejas de manera confusa. — ¿Por qué sonríes?

— Por como me llamas. — contesté acercándome hacia él, toqué su rostro y acaricié su mejilla, haciendo que cerrara sus ojos. — Te han lastimado mucho, lo siento. — negó con su cabeza mientras abría sus ojos y clavaba su mirada en la mía.

— Tú no tienes la culpa. Ellos tienen razón, hay reglas entre los amigos y hay que respetarlas, pero mi corazón y lo que siento por ti es mucho más fuerte. Estoy entre el amor y la lealtad, mi situación es algo...— dudó. — complicada si se pudiera decir de esa manera. — soltó una risita haciendo que una sonrisa apareciera en mi rostro.

Creo que me estaba empezando a gustar esa sonrisa.

— ¿Pero ¿qué...? — lo miro confundida cuando me da un pequeño beso. Él alzó su ceja divertido y sonrío.

— La situación lo ameritaba, no lo niegues. — achiné mis ojos y negué con mi cabeza rendida. A pesar de que tenía siempre algo que decir, esta vez no me había molestado en que me besara. — ¿No tienes nada que decir? — negué con mi cabeza ocultando una sonrisa — pero has dicho de todo en ese silencio, bebé. Solo eso te digo. — río divertido y le di un golpe en el hombro.

— Vamos a tu casa a curarte esas heridas. Me preocupan. — solté un suspiro tratando de ignorar la situación en la que estábamos. Thomas asintió y empezamos a caminar hacia la dirección de su casa, la cual, quedaba a dos o tres cuadras de la mía.

— ¿Por qué te dejaste golpear de esa manera? Realmente me preocupé, mis hermanos se ciegan de tal manera que no se dan cuenta que están golpeando a una persona. La rabia, el odio, el enojo los llena y no se controlan. — pregunté mientras caminábamos hacia su casa. —

— No tenía ganas de defenderme y me lo merecía. — contestó serio. Lo observé de reojo.

— Nadie merece ser golpeado. Mis hermanos siempre fueron muy protectores. Un día un chico me dijo gorda y fea en primaria y ellos fueron a su casa a golpearlo. — Thom me miró con sus abiertos. — Al otro día cuando estábamos en el colegio el chico ni siquiera me dirigió la palabra, fui a donde mis hermanos, les pregunté que había pasado y ellos me contestaron "Nada." — Thom río. — Si, ríete, así me contestan siempre cuando ellos se encargan de mis cosas. Hasta hoy en día.

— Tienes que agradecer que tus hermanos te cuidan. Hay algunos hermanos que no lo hacen e impulsan a sus hermanas que se metan con cualquier tipo. — metió sus manos dentro de su pantalón y sacó unas llaves. Cuando mi di cuenta, habíamos llegado a su casa. — Entra. — murmuró abriendo la puerta, le sonreí y pasé adentro.

— ¿Tienes un botiquín? — Thom asintió y desapareció por una habitación para luego volver con un maletín en sus manos; lo tomé e hice que se sentara en un sillón que había en la sala. —, tienes una bonita casa. — murmuré sacando un poco de agua oxigenada y algodón.

Guerra de Gemelas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora