24. No pierdas la fe.

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Pasaron cerca de seis meses, mi mente seguiría prácticamente en blanco, si no fuera por ese sueño que se ha repetido una y otra vez. La psicóloga, después de la quinta o sexta vez que soñé con lo mismo, dijo que probablemente sea efectivamente un recuerdo y que las personas que salen en él, son significan algo para mí. Pero por más que intento reconocer quienes son, no puedo, ni siquiera he logrado ver el rostro del hombre, cuando hacia ademán de acercarme, despertaba. Sin embargo la mirada penetrante de la niña no ha dejado de atormentarme, algo en mi interior se removía incomodo cada que la recordaba.

Después de los primeros meses encerrada, la desesperación estaba haciéndome su presa y me sentía una inútil sin hacer nada. La señora Katherine, mamá como prefiere que la llame, me ofreció ayudarla en su boutique, una de las más exclusivas en la ciudad. Fue una gran distracción mantenerme ocupada, me ayudaba mucho a controlar la desesperación e impotencia que sentía por saber quién era. Además, Iker, Tadeo y Bruno han hecho de todo para no dejarme caer, siempre que me veía triste, llena de ansiedad, buscaban la manera de hacerme recuperar la fuerza que necesitaba para continuar, la esperanza que estaba cerca de perder en ocasiones... sin mencionar que gracias a ellos conocí a un par de chicas, que podía considerarlas amigas y que han ayudado a que llevara una vida casi normal.

Lo cierto era que a pesar de la necesidad que sentía por recuperar la memoria, no podía quejarme por la vida que estaba construyendo, de la increíble familia que me había acogido y a quien ya consideraba algo mío, ni de los nuevo amigos que estaba haciendo... si finalmente nunca llegaba a saber quién era, agradecía enormemente a la vida por haberme dado una nueva oportunidad junto a esas personas, siempre ocuparan un lugar especial en mi corazón.

En cuanto a la búsqueda de mi verdadera identidad, no había avances. Las autoridades nos daban largas pero no hacían mucho, lo único que nos dijeron fue que el día que me encontraron, hubieron cinco accidentes en la zona y en tres de ellos, todos murieron. También informaron que nadie había acudido por un desaparecido en esas fechas, ósea, estábamos en ceros. Mis nuevos padres, contrataron investigadores privados y esperábamos las primeras noticias, rogaba porque ellos si encontraran algo. Me era algo increíble que nadie haya intentado buscarme, que nadie esté preocupado por mi... me hería pensar que no le importaba a nadie. Todos decían que tenía que tener paciencia, que posiblemente así como las autoridades no hacían mucho por nosotros, que tampoco lo hacían por alguien más y que seguramente si estaban buscándome.

Estaba en la boutique con mamá cuando una de sus clientes más importantes, llegó.

—Katherine, es un gusto verte por aquí. La última vez que vine, me dijeron que andabas arreglando unos problemas familiares...—saludo la señora, ataviada con un conjunto hecho a la medida, color marfil.

—Mabel, querida—murmuro mamá, saliendo del mostrador para saludarle—así es, tuvimos un pequeño problema, pero todo solucionado... es más, ven quiero presentarte a alguien—apremió, acercándose a donde yo estaba—Hija, ven por favor—me llamó—Mabel, esta es Lisa, mi hija...—dijo mamá con una enorme sonrisa.

— ¿Tu hija? —preguntó sorprendida.

—Así es... es una larga historia, pero sí, ahora Lisa es mi hija—murmuró mamá con ternura.

—Tenemos tiempo querida, en lo que buscamos un vestido perfecto para la fiesta de beneficencia del hospital, me cuentas... ya que esto es todo una sorpresa.

Mamá le platicó a groso modo todo el asunto. La señora Mabel no daba crédito y me veía con compasión, mirada que por supuesto odiaba pero a la cual estaba acostumbrada. Si bien no andábamos publicando a los cuatro vientos lo sucedido, los amigos más cercanos si sabían la historia de cómo había llegado a la familia. Durante todo el rato que estuvimos ayudándole a encontrar el atuendo perfecto para el evento, me estuvo haciendo preguntas y con toda la amabilidad que podía fingir, le respondía pues me incomodaba un poco. Si bien no me desagradó, si sentí una hastío estando cerca de ella, además, de lejos se notaba el aire de superioridad, de arrogancia que destilaba... pero como parecía ser una de las amistades de mamá, tenía que guardarme cualquier comentario al respecto.

Comenzando De Nuevo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora