Después que el vuelo aterrizó mis padres, así como mis tres hermanos y yo nos dirigimos al hotel donde nos hospedaríamos los siguientes días a la espera de nuevas noticias sobre mi pasado. Según el detective privado que mis padres habían contratado existían grandes posibilidades de tener en esa ciudad la respuesta a todas esas preguntas que en estos últimos años han estado atormentándome.
Durante el camino recordé todo lo que había sucedido estos dos años... todo a lo que se resumía mi vida, dos años. No tenía ningún jodido recuerdo de antes de abrir los ojos en aquel hospital donde la que se convirtió en mi madre durante este tiempo estaba velando con paciencia y esmero mi sueño.
Katherine Ferrer, la mujer más dulce y bondadosa que he conocido nunca, mi madre adoptiva que sin saber quién era ni de dónde venía, me acogió como parte de su familia desde el primer momento. A ella no solo le debo sus cuidados, el amor que me ha regalado, sino también la vida. Ella me encontró en el convento Jesuita "Santa Elisa" donde cada mes les hacía una visita con víveres y objetos de uso personal a las hermanas del lugar. Alguien la puso en mi camino justo cuando más la necesitaba.
Joseph Ferrer, médico neurocirujano del hospital más prestigioso de la ciudad. Una casualidad más de la vida donde me conecto a la de este ser que me salvó de morir y que me brindo el cariño y amor que solo un padre puede dar. Después de cuidar y sanar mis heridas físicas, ha centrado toda su atención y esmero en ayudarme a recuperar mis heridas internas; esas que solo podrán ser cerradas cuando sepa quién soy realmente. Y ni todo el esfuerzo, ni conocimiento ha servido de nada porque simplemente no hay un solo recuerdo que haya aparecido en mi cabeza después de haber despertado... o bueno quizá sí, solo uno pero más que un recuerdo es como un sueño que no me ha dejado estar tranquila ni en paz conmigo misma, una ilusión que no deja de perseguirme a pesar de disfrutar de una vida casi feliz e inigualable a lado de mi nueva familia.
Iker, Bruno y Tadeo Ferrer. Mis confidentes, mis mejores amigos y mis más fieles compañeros en estos dos años. Los mejores hermanos que la vida me pudo haber regalo en ese momento, los que me salvaron de volverme loca y de intentar hacer la mayor estupidez. Ellos, junto a mis padres han sido ese apoyo que he necesitado para sobrellevar lo que mi nueva vida trajo y acogerla como una oportunidad que se me regalo y que estoy segura fue por algo, y ese algo me ha dado la fuerza para seguir.
El recuerdo del primer momento junto a mis padres vino a mí... el momento donde mi nueva vida comenzó.
Flash Back
Despertar después de ese sueño interminable en el que había estado sumida, fue una pesadilla... y más lo era esa luminosidad que cegaba. Tardó varios minutos hasta que mis ojos pudieron adaptarse a ella, intentando reconocer donde me encontraba. Me sentía muy confundida, perdida... y al reconocer el cuarto de un hospital, asustada. ¿Cómo llegue aquí? ¿Qué me sucedió? Miles de preguntas comenzaron a invadir mi mente, desesperándome.
Vi a una persona acostada frente a mí, sobre un sillón negro. Intente moverme pero unos cables conectados a mi cuerpo me lo impidieron y activaron una especie de alarma que desató un terrible dolor de cabeza e hizo que la persona se parara de inmediato.
—No preciosa, no debes moverme...—murmuro la mujer y se acercó a mí con preocupación—Bienvenida de nuevo... ¿Cómo te sientes? —preguntó.
No comprendía de lo que hablaba, ni encontraba las palabras para responder a su pregunta. Pasaron largos segundos antes que siquiera pueda hilar un pensamiento coherente, no saber quién era ella, también me desconcertaba...
—Confundida...—dije en un susurro apenas audible finalmente.
—Es normal, preciosa. Llamare al médico para que venga a revisarte, llevas tantos días inconsciente que es una bendición escucharte—dice con alivio, depositando un beso en mi frente. —No tardo—murmura, saliendo de la habitación.
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Comenzando De Nuevo ©
Ficción General•••BORRADOR••• Libro 1. Segundas Oportunidades. Damián y Valeria se enamoraron a primera vista. Unos cuantos meses bastaron para saber que eran el uno para el otro y un error maravilloso llegó a bendecirlos. Nunca imaginaron que la tragedia asedia...