Capítulo 31.
Y todo se volvió negro después de escuchar la dulce de voz de esa pequeña niña...
No sé cuánto tiempo estuve inconsciente y si estaba imaginando lo que escuchaba, No tenía idea que era realidad y que era fantasía pero las palabras que él decía se oían tan reconfortantes.
—Princesa, no puedo creer que estés aquí, que eres tú, mi amor...—cuando abrí mis ojos, los suyos fue lo primero que vi y al sumergirme en ellos me sentí en casa, segura y que por fin encontraba todo eso que no sabía estaba buscando.
Sin embargo, un miedo inexplicable me embargó y por instinto, lo empuje lejos de mí.
—¿Hija, estás bien? —Preguntó papá, ayudándome a incorporarme. Asentí evitando deliberadamente la mirada del chico, pues me aterraba sentir de nuevo como hace un momento, pero ¿era eso lo que quería no? Encontrar lo que sentía, me hacía falta, entonces, ¿Por qué estaba aterrada?
—Esto es demasiado para ella—dice Iker con preocupación.
Sus palabras me traen de nuevo a la realidad, reviviendo lo sucedido momentos antes de mi desmayo... la niña... ella me llamo mamá...
—¿La niña de ojos azules? —Pregunté desconcertada, buscándola por la sala pero no estaba, ¿fue mi imaginación? ¿Acaso lo soñé mientras estuve inconsciente?
—Está arriba...—murmuró el chico, haciendo que su voz me estremeciera. ¡Santo Cielo! ¿Por qué su sola cercanía causaba esto en mí? ¿Quién era él? ¿Qué significa para mí? Tenía tantas preguntas, pero me acobardaba pedir respuestas.
—Mi amor, la niña era un recuerdo, siempre tuviste razón respecto a eso...—comenzó mamá con tranquilidad—, pero porque no dejamos eso un momento, ya habrá tiempo para explicaciones...
—Tiene razón, lo importante es que te tenemos de vuelta—miré a la mujer que estaba muy cerca de mí y sus ojos brillaban por las lágrimas que derramaba, sin embargo, tenía una de las sonrisas más felices que alguna vez hubiera visto. Era mi madre, mi verdadera madre.
—Ella es tu madre...—confirmó mamá— se llama Clara, él señor es Marco y es tu padre—señaló al hombre que nos abrió la puerta—, la señorita, es tu hermana, Estefanía y la señora, tu abuela, Agustina.
Pasaba de un rostro a otro y en todos encontraba la misma mirada de felicidad y conmoción, como si no se creyeran que realmente estén viéndome. Debió ser difícil pensar que estaba muerta, no imagino el dolor que sintieron y aunque no los recordaba, algo en mi interior me confirmo que ellos eran mi familia, que eran parte de mí. A pesar de la emoción que sentía al reencontrarme con ellos, no pasó desapercibido que mamá no presentó, ni al joven de mirada inquietante, ni a los otros dos adultos que se encontraban callados y observando todo.
—Mi preciosa niña...—los brazos de la señora Clara, mi madre, se ciñeron a mí alrededor. Un poco atolondrada aún por todos los sentimientos que tenía a flor de piel, la rodee también y se sintió tan bien, que todo miedo inexplicable que tenía, desapareció. No me di cuenta en que momento comencé a llorar, hasta que un sollozo se escapó de mis labios. ¡Oh Por Dios! Estaba abrazando a mi madre, ¡a mi verdadera madre!
Momentos después el señor Marcos se unió a nosotros y nos abrazó, después vino Estefanía e hizo lo mismo. Mi familia, ellos eran mi familia.
—Mis chicas, finalmente están de nuevo juntas—murmuró con voz ahogada mi padre.
Fue un momento muy emotivo y aunque mi mente no los recordara, mi corazón los reconocía y los aceptaba con entusiasmo. No sé cuánto tiempo estuvimos así, donde las palabras sobraban y lo único que necesitábamos era sentirnos de nuevo. Cuando nos separamos, la señora de mayor edad no perdió el tiempo y me dio un fuerte abrazo tan reconfortante como el de mamá.
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Comenzando De Nuevo ©
Narrativa generale•••BORRADOR••• Libro 1. Segundas Oportunidades. Damián y Valeria se enamoraron a primera vista. Unos cuantos meses bastaron para saber que eran el uno para el otro y un error maravilloso llegó a bendecirlos. Nunca imaginaron que la tragedia asedia...